domingo, 23 de octubre de 2011

José B. Adolph: un recuerdo (1)




José B. Adolph: Un recuerdo (1)

CARLOS ENRIQUE SALDIVAR



1.- José B. Adolph y la revista Argonautas¨



Noviembre de 2006.

Fue en el cercano año 2006, cuando se me ocurrió la quijotesca idea de traer al mundo una revista de literatura fantástica. Jorge Luis Obando me propuso sacarla con el sello editorial que estaba lanzando (en aquel entonces Magna Ediciones). Ambos éramos compañeros en la Universidad Nacional Federico Villareal. Cursábamos el 4to año y estábamos desencantados por algunas publicaciones de nuestra casa de estudios. Las de mejor calidad a menudo contenían páginas demasiado teóricas, las cuales ahuyentaban a un lector promedio. Muchas nacieron y murieron rápido (no pasaron del primer número). Otras, quedaron estancadas después publicar pocos números, y ello a pesar de su calidad. Esto se debió a la escasa economía de los estudiantes, además de una distribución muy restringida o casi nula. Jorge Obando venía de una revista: Caleidoscopio, una propuesta muy interesante, que en su momento tuvo realce. Respecto de ella recordemos el segundo número dedicado a Washington Delgado (tengo entendido que hay en proyecto un nuevo número). Volviendo a lo anterior, cuando decidimos sacar una publicación, coincidimos en que no sería una empresa fácil. Escogí el nombre: Argonautas,  por los héroes de la mitología griega que acompañaron a Jasón durante su odisea en pos del vellocino de oro. El nombre quedó y pegó (una amiga me comentó que un grupo de rock peruano lo usaría después). Ya con el nombre, el proyecto tomaba una necesaria consistencia. Sin embargo, aún faltaba mucho por realizar. Debíamos conseguir el material, los cuentos. Y así fue. Algunos amigos nos apoyaron con relatos y con difusión, esta última en la medida de sus posibilidades. Yo había conocido un año antes a Luis Torres y a su padre, un respetable caballero de Jirón Amazonas, quien trabajaba en un puesto donde pude adquirir diversas obras de las temáticas que más me gustaban: la ciencia ficción, la fantasía y el terror. Torres (hijo) era todo un personaje en Jirón Amazonas. Sabía más que yo sobre libros (y me considero un gran bibliófilo), de modo que me dio algunas recomendaciones oportunas, las cuales seguí. Cabe decir que estos notables consejos hicieron que mis proyectos literarios inmediatos llegasen a buen puerto. Por intermedio de este nuevo amigo conocí a Luis León Velásquez, un joven escritor que creaba buena poesía y sobresaliente narrativa. Ya tenía dos cuentos para mi revista. Le pasé la voz a una joven amiga de San Marcos, Fátima Salvatierra, quien me envió también una llamativa ficción. Ese mismo año me contactó un (bastante) joven estudioso de la literatura: Christian Elguera, muy empeñoso, aficionado a la literatura fantástica, y al tema gótico. Todo un año me llevó seleccionar los cuentos, corregirlos y acomodarlos en el corpus del texto global, luego siguió la diagramación hecha por el editor y la impresión final bajo el sello Magna Ediciones. Había espacio, por lo que completé la sección Cuentos con material de mi cosecha, bajo distintos seudónimos, por supuesto. Fue una revista hecha entre amigos, muy amateur. Prácticamente de aficionados, pero con una cierta calidad literaria. Pegó mucho entre los amigos y algunos seguidores del género. Estaba inspirada en Nueva Dimensión, Revista Asimov, Más allá, entre otras. Recuerdo que mi cuento La bolita (publicado con el seudónimo de Luis Eduado Milano) gustó mucho. También resaltaron los otros relatos: Quejas de Fátima Salvatierra, Los ojos cerrados de Jorge L. Obando, Uno más de Luis León, La lluvia de Christian Elguera, Transbordador de Luis Torres En fin, sin el esfuerzo de todos, la publicación no habría sido posible. Fue un tiraje muy pequeño, de cien ejemplares con portada en blanco y negro. Luego habría una reedición con carátula a color. La revista fue presentada en la Universidad Nacional Federico Villareal en noviembre de 2006. Y, de esta manera, quedó para siempre estampada dentro del conglomerado de publicaciones universitarias que siempre realizan una loable aportación a la cultura pues son (muchas veces) muy valiosas.

Enero de 2007.

Mis conocimientos de Internet y todo lo que desenvolvía en la red eran muy pobres. No conocía sobre foros y/o revistas virtuales, tan solo una que otra página de cuentos de terror, de esas que abundaban, ciertamente. Por aquella época el editor de mi revista contactó con el grupo Coyllur, de aficionados a la fantasía, ciencia ficción y terror. Ellos solían (y suelen hoy en día) reunirse los últimos sábados de cada mes para disertar sobre diversos temas. El editor se reunió con ellos y les dio la revista Argonautas. Así establecí contacto con Daniel Salvo y conocí su espectacular página: Ciencia Ficción Perú, convertida ahora en un excelente blog periódico. Descubrí también la existencia de la revista Velero 25, de Víctor Pretell. Y no solo eso, comencé a vislumbrar el enorme conglomerado de publicaciones, todas maravillosas, que circulaban en Internet. El papel parecía haber quedado en el olvido (sin embargo esta impresión mía quedaría mermada después). Estaban Axxon de Argentina, Alfa Eridiani de España, Ubikverso y Crónicas de la forja de Venezuela, MiNatura de Cuba-España y tantas otras que hasta la fecha siguen deleitándome a mí y a muchos. Por entonces yo estaba preparando el segundo número de mi revista y me di cuenta de que había un escritor que publicaba continuamente en Ciencia Ficción Perú. Era José Bernardo Adolph. Yo seguía su narrativa desde más o menos el año en que ingresé a la universidad (2000). Tenía varios libros suyos, los cuales había disfrutado con creces, desde que adquiriera el primero: Cuentos del relojero abominable, narraciones tan perfectas como Exploración o Persistencia me marcaron para siempre. Para mí, establecer contacto con este maestro era dar un paso agigantado que iba de la revista de aficionados a una publicación profesional que estuviera destinada a presentar solo material de primera calidad. El editor se comunicó con él y le solicitó un cuento. El día que saltaron los chinos fue publicado en la revista Argonautas, número 2 y tuvo tantos elogios que (tal vez esto solo sea una creencia mía) opacaron el resto del material. Ahí pude publicar por primera vez a su lado. Mi cuento Entelequia (colocado con el seudónimo de Leonardo Gabriel) ya mostraba ciertos atisbos de lo que yo escribiría más adelante. Tuve la oportunidad de publicar un relato que me satisfizo mucho: Plaste, que continuaba mi saga de los Suprahumanos iniciada por mi cuento Elix (publicado con seudónimo en el primer número de mi revista). Coloqué también Reubicación, ficción que después incluiría en mi primer libro de narraciones cortas. En Argonautas, número 2 publicó Daniel Salvo (este autor escribe muy buenos relatos de fantasía, ciencia ficción y otros géneros; desafortunadamente aún no tiene un libro editado, pero sí varios textos en revistas nacionales y del extranjero, virtuales y en papel). Participó además Luis Bolaños De La cruz con un sesudo artículo que demostraba su gran inteligencia y su amplia capacidad de observación (Luis Bolaños también escribe ficción y ha sido publicado en el extranjero). En dicho volumen apareció además Nocturno, seudónimo de Jorge Vergara, un (bastante) joven amigo de la Universidad Nacional Federico Villareal. En el verano de 2007 el segundo número de la revista veía luz, y ya contábamos con un nuevo colaborador en nuestras filas: el brillante José B. Adolph.

Mediados de 2007.

Después de la publicación de Argonautas, número 2, volumen muy superior al iniciático primer número, debí ausentarme por motivos de viaje. Este imprevisto estancó la labor que realizaba con la revista Argonautas, número 3. Pero a mediados de año pude ponerme al día con la revista (al mismo tiempo que me reintegraba a la universidad para cursar mi último año). Yo mismo me comuniqué con José B. Adolph y le propuse la publicación de uno de sus mejores relatos: Castigo, cuento que había aparecido en su excelente libro La batalla del café, y que además había ganado el concurso de 1000 palabras de la revista Caretas en el año 1983. Dicha narración también apareció en la antología de la misma revista que incluía los mejores cuentos de mil palabras. Un texto perfecto que hizo las delicias del público y se mantiene vigente a pesar de los años. Con suma cortesía se lo pedí y él, con soberana gentileza, me lo cedió. La revista Argonautas, número 3, estuvo completa más o menos en junio de 2007. Publicaron algunos escritores nuevos, como Yelinna Pulliti, a quien conocí en la primera reunión de Coyllur a la que asistí. Luego estuvo Javier Cotillo, notable educador y escritor juvenil e infantil. Luis Torres y Luis León Velásquez seguían presentes (ambos habían sido publicados en los números anteriores). Volvió Christian Elguera con un magistral cuento de horror. Yo tuve la oportunidad de publicar tres relatos, dos de ellos con seudónimo. La casa nave fue el cuento que más gustó y por ello decidí incluirlo en mi libro Historias de ciencia ficción al siguiente año. Publiqué además un tercer cuento de la saga de los Suprahumanos: Luz, muy importante para mí pues me dio una pista de cómo escribir historias de largo aliento sin cansar al lector. El tercer número de mi revista implicó todo un reto, empero había adquirido una gran experiencia y, gracias a ella, podía seguir sacando nuevas ediciones (viene a colación decir que se vendió muy bien, pudimos recuperar el dinero invertido). El problema surgió cuando el editor y yo pensamos en sacar el cuarto número a finales de 2007. Un volumen dedicado íntegramente a José B. Adolph.

Fin de 2007.

Jorge Obando le avisó del homenaje, aunque no se atrevió a solicitarle un cuento inédito. Fue yo quien le escribió comentándole sobre la idea de sacar una breve antología de ciencia ficción e incluir a nuestro entrañable escritor en primer lugar. Si tal proyecto no se realizaba, el cuento podría ir en Argonautas, número 4. José B. Adolph se mostró muy animado y me envió el relato Virgo Intacta. La antología que tenía planeada nunca llegó a ver luz. Pero con la revista había un compromiso ineludible, algo que iba más allá de nuestros intereses y deseos. El año 2007 ya iba a terminar, hubo un congreso en octubre, en Huanchaco (donde tuvo lugar un homenaje a nuestro apreciado Adolph). La revista no salía aún, yo tenía el material, los cuentos, correcciones pendientes (ese año ingresé al taller internacional Los Forjadores, donde aprendí muchas cosas novedosas respecto del arte de publicar y escribir como se debía). Conocimos a Giancarlo Stagnaro, quien se mostró muy animado por la publicación y nos facilitó un efectivo relato: A donde van las almas. El volumen incluía cuentos, artículos y ensayos de diversos autores consagrados y nóveles. Un estudio magnífico de Elton Honores (un amigo que siguió a Argonautas desde el principio y ahora es un valorado estudioso de la literatura fantástica), Christian Elguera (quien estuvo con nosotros desde el primer número), Rony Vásquez (actual director de la revista de ficción brevísima Plesiosaurio, Luis Cangalaya (ex compañero de estudios en mi Alma Máter), Daniel Salvo, Luis Bolaños De la cruz, Adriana Alarco de Zadra (soberbia narradora y poeta, Presidenta de la Casa Museo Ricardo Palma), Yelinna Pulliti, Javier Cotillo, David Anchorena (un joven narrador que vive en Huanchaco, Trujillo), Armando Alzamora (constante promotor de eventos literarios en la Universidad Nacional Federico Villareal), Nocturno (Jorge Vergara, una vez más), Luis León Velásquez, Pedro Félix Novoa, entre otros. Sobre todo, pudimos contar con la presencia de Carlos Eduardo Zavaleta, el segundo escritor grande que se había animado a publicar en nuestra revista y uno de los mejores cuentistas y novelistas peruanos de todos los tiempos. Muy distinto en estilo a José B. Adolph, y muy cercano en lo que respecta a la calidad artística y a la perfección de la prosa.

Trágico verano de 2008.

José B. Adolph sabía del homenaje y sé que estaba muy contento por éste, no obstante su salud por aquella época no era óptima. Recuerdo que le pedí (muy atrevido de mi parte) que prologara mi libro de cuentos Historias de ciencia ficción, sin embargo por motivos de salud no pudo hacerlo. El jueves 20 de Febrero a las 11 de la mañana una complicación generalizada acabó con su vida dejándolo para siempre en el territorio de la leyenda. Fue Adriana Alarco quien nos dio la noticia en el foro de Coyllur. Me deprimí por un tiempo. Una oleada de remembranzas vino a mi cabeza por aquellos duros días. Recuerdo su entrañable conversación con Marco Aurelio Denegri, su vocecita ágil e inteligente. Recuerdo la entrevista (ahora clásica que le hizo Giancarlo Stagnaro). Recuerdo una gran variedad de cosas. Como que él fue, de algún modo, un argonauta más en ese viaje incesante por expandir nuestra imaginación. Nunca lo conocí en persona, nunca lo vi. Me hubiera gustado saludarlo al menos una vez. Siempre fui un personaje tímido, quizá un tanto introvertido, aunque últimamente este aspecto de mi personalidad ha cambiado. Gracias a José B. Adolph. Mañana, las ratas es su mejor novela, una espectacular especulación humana, política y filosófica que bien podría quitarle a El Neuromante de Willian Gibson el título de la primera novela cyberpunk en la historia de la ciencia ficción. Sus libros de cuentos son, todos ellos, perdurables. Lo es además su aporte a la cultura latinoamericana. Sus premios y grandes logros. Su aparición en textos que, durante mi adolescencia, leí (de ciencia ficción por supuesto, editado, alguno de ellos, en ¡Estados Unidos!, y en los cuales él representaba al Perú, como máxima figura del género de anticipación en nuestro país). Porque escribía muy bien, hay que decirlo. Era ESCRITOR, con mayúsculas. Ha influido mucho en el estilo literario de una generación y sobre todo en el de la persona que habla. ¿Quién no podría asegurar que mis cuentos Visiones en conjunto o Volar como los pájaros (publicados en mi libro), o El revivido (publicado en la selección narrativa Otros Villanos), no tienen algo de su esencia. Claro que tienen mucho de él. José B. Adolph no ha muerto. Su espíritu sigue revoloteando alrededor de nosotros. Esta revista, este homenaje a él, es una prueba (como tantas más) de ello.

Fin del año 2009.


Viernes 4 de diciembre de 2009


¨ Texto leído en la presentación de la revista Argonautas, número 4, en la Feria Nacional de Libro Ricardo Palma el día 7 de diciembre de 2009.

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