Una sociedad estelar basada en el Biocom(unismo) más racional. Una sociedad cuyos miembros se llaman a si mismos homo uniformis, como demostración del alto nivel de vida al cual han llegado todos sus miembros. Una sociedad para la cual el capitalismo es un sistema que pertenece a las brumas de la historia. Una sociedad que es el sueño de cualquier planificador: población educada y saludable. Alimentación balanceada, actividades programadas, genéticamente mejorados... la Utopía.
Usando un estilo bastante seco, al punto que es casi imposible identificarse con cualquier personaje de la novela, Aldiss lleva al lector a una serie de reflexiones en torno a las ideas que este pueda tener, no solo en torno al mejor modelo de sociedad posible, sino a la misma sociedad en la cual vivimos.
La acción transcurre en el planeta Lysenka II. Se trata de un planeta apenas habitado, que funciona como una especie de zoológico para el recreo (programado) de diversos grupos de utopistas que suelen visitarlo. Precisamente, debido a una "huelga" (que se pretende ocultar por todos los medios) del personal técnico, un grupo de estos utopistas viajeros, se verán abandonados a sus propios medios en medio de las selvas de Lysenka II, donde serán constantemente amenazados por bestias salvajes.
Así descrita, la acción parece excesivamente simplista, pero como casi todo en la buena ciencia ficción, nada es lo que parece. Aislados del entorno hipertecnológico del cual provienen, los utopistas serán testigos de cómo los más básicos temores y deseos surgen y se imponen a su aparentemente inalterable condición de seres superiores. Pese a sus inútiles intentos de afrontar la situación como "seres civilizados", mediante raciocinios que rayan en lo esquizofrénico, poco a poco irán cayendo en cuenta que muchas de las aparentes verdades en las que se asienta su modo de vida no son sino meras construcciones mentales, que les serán de poca o ninguna ayuda ante la situación en la que se encuentran.
Enemigos del sistema recuerda en mucho a Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift en su intención de denostar al género humano mediante el uso de la sátira. Pero hay más que eso en la presente novela: resulta que Lysenka II oculta un secreto, a saber, el hecho de que su fauna no es originaria del planeta, sino producto de un accidente ocurrido milenios atrás, en el cual una nave estelar se estrelló en Lysenka II, y cuyos ocupantes, originalmente humanos, han degenerado en seres parecidos a topos, cerdos o ciervos, y esto debido a que, originalmente, los ocupantes de dicha nave eran... ¡capitalistas!
Dado que la novela fue publicada en 1978, es decir, en plena Guerra Fría, cuando todavía existía una Unión Soviética que era vista como modélica y poderosa por gran parte de la población mundial, se nota una preocupación por denunciar los errores - y los horrores - del totalitarismo, además de la pretensión de crear un determinado tipo de ser humano a partir de premisas que acaban por carecer del menor sustento en la realidad. Pero Aldiss tampoco parece ser muy optimista respecto a la contraparte del totalitarismo comunista, y nos ofrece, a modo de caricatura, el lado degradado de la "otra" humanidad, llegando a una conclusión bastante pesimista respecto a la condición humana. Corresponde a los lectores, a través del rumbo que den a sus vidas, confirmar o contradecir la visión de Aldiss. Hagamos votos por que la ciencia ficción no se convierta en la predicción del desastre.
Daniel Salvo
Usando un estilo bastante seco, al punto que es casi imposible identificarse con cualquier personaje de la novela, Aldiss lleva al lector a una serie de reflexiones en torno a las ideas que este pueda tener, no solo en torno al mejor modelo de sociedad posible, sino a la misma sociedad en la cual vivimos.
La acción transcurre en el planeta Lysenka II. Se trata de un planeta apenas habitado, que funciona como una especie de zoológico para el recreo (programado) de diversos grupos de utopistas que suelen visitarlo. Precisamente, debido a una "huelga" (que se pretende ocultar por todos los medios) del personal técnico, un grupo de estos utopistas viajeros, se verán abandonados a sus propios medios en medio de las selvas de Lysenka II, donde serán constantemente amenazados por bestias salvajes.
Así descrita, la acción parece excesivamente simplista, pero como casi todo en la buena ciencia ficción, nada es lo que parece. Aislados del entorno hipertecnológico del cual provienen, los utopistas serán testigos de cómo los más básicos temores y deseos surgen y se imponen a su aparentemente inalterable condición de seres superiores. Pese a sus inútiles intentos de afrontar la situación como "seres civilizados", mediante raciocinios que rayan en lo esquizofrénico, poco a poco irán cayendo en cuenta que muchas de las aparentes verdades en las que se asienta su modo de vida no son sino meras construcciones mentales, que les serán de poca o ninguna ayuda ante la situación en la que se encuentran.
Enemigos del sistema recuerda en mucho a Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift en su intención de denostar al género humano mediante el uso de la sátira. Pero hay más que eso en la presente novela: resulta que Lysenka II oculta un secreto, a saber, el hecho de que su fauna no es originaria del planeta, sino producto de un accidente ocurrido milenios atrás, en el cual una nave estelar se estrelló en Lysenka II, y cuyos ocupantes, originalmente humanos, han degenerado en seres parecidos a topos, cerdos o ciervos, y esto debido a que, originalmente, los ocupantes de dicha nave eran... ¡capitalistas!
Dado que la novela fue publicada en 1978, es decir, en plena Guerra Fría, cuando todavía existía una Unión Soviética que era vista como modélica y poderosa por gran parte de la población mundial, se nota una preocupación por denunciar los errores - y los horrores - del totalitarismo, además de la pretensión de crear un determinado tipo de ser humano a partir de premisas que acaban por carecer del menor sustento en la realidad. Pero Aldiss tampoco parece ser muy optimista respecto a la contraparte del totalitarismo comunista, y nos ofrece, a modo de caricatura, el lado degradado de la "otra" humanidad, llegando a una conclusión bastante pesimista respecto a la condición humana. Corresponde a los lectores, a través del rumbo que den a sus vidas, confirmar o contradecir la visión de Aldiss. Hagamos votos por que la ciencia ficción no se convierta en la predicción del desastre.
Daniel Salvo
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