martes, 1 de junio de 2010

El inventario de las naves (Alexis Iparraguirre)







LA GRAN INVENCIóN DE ALEXIS IPARRAGUIRRE


Carlos E. Saldívar




Iparraguirre, Alexis. El inventario de las naves

Lima: Estruendomudo ediciones, 2007. 155 pp.

Alexis Iparraguirre, escritor y profesor en la PUCP, resultó ganador del Premio Nacional de Narrativa de la Pontificia Universidad Católica del Perú del 2004 (*) con este llamativo cuentario. He viajado alrededor del texto y me ha resultado una grata experiencia. He descubierto las sugerentes cualidades de Iparraguirre como artífice de un tipo de historias que a otros jamás se nos hubieran ocurrido. Su lenguaje es lírico y muy cuidado, se nota la pluma de un artesano que ha corregido una y cien veces cada palabra, frase, fragmento (notemos que Iparraguirre no es un autor prolífico, solo ha publicado este libro de cuentos mientras se haya enfrascado en la escritura de otros textos de complicada factura), y el resultado ha sido impresionante.

El inventario de las naves es un cuentario compuesto, término que le brindo para definir un conjunto de cuentos interconectados entre sí que forman parte, cada uno, de un corpus con sentido. Cada parte debe estar creada en función de lograr un efecto global. Y cada uno de los cuentos puede ser extraído de manera independiente sin que su contenido y nitidez se vea quebrantada por la insuficiencia de datos. Esto último podría verse atenuado en el texto que tenemos en frente pues, en al menos tres cuentos, podremos ver que su contenido está, en efecto, escrito en función de mostrar un efecto global. Es decir, no podrían desligarse con facilidad de los otros textos. No es una novela. Es un texto conformado por 7 cuentos. Pero hay relatos independizables (algunos han sido extraídos del libro varias veces para formar parte de antologías u otras publicaciones). Es necesario entonces hacer un par de precisiones del libro como totalidad, pero dejaré ambos comentarios para el final. Primero haré un breve e intenso recorrido por cada uno de los textos.

El libro narra algunas aventuras ocurridas en un lugar llamado: El barrio de los sueños perfumados, mundo epistémico bien construido donde los personajes, en su mayoría jóvenes, se ven inquietos, debido a la proximidad de un huracán (que supuestamente acabará con todo el lugar y por lo visto ataca más de una vez) y se ven internamente deformados por causa de una droga llamada: el menos, “sintética y azul”, y que según lo leído, permite al consumidor ver a Dios, aunque la imagen que se aprecia en verdad parece ser más compleja de lo atisbado a primera vista. Desde el primer cuento, Sábado, (que sirve de presentación a los otros) se menciona dicha droga, cuyo origen no es el barrio en cuestión, sino el extranjero (lo cual tendría mucho sentido). Cito del texto: “Gabo patea. Claro que sí, Fernando se ríe entre dientes, dicen que la hacen en Malasia...” (pág. 12).


Algunos personajes se repiten en todo el texto, existen “presencias extrañas”, un oráculo que advierte del desastre, un enano, una serie de sacrificios y un asesino. El menos está relacionado con todos los hechos y el lector atento podrá notar que cada elemento está colocado donde debe estar y tiene un significado a nivel global. Desde el principio vemos a diversos personajes juveniles sumidos en el desquiciante mundo del menos, y las constantes alteraciones respecto de sus actitudes y de su percepción de la realidad; la visión de la muerte y la presencia de cierto asesino oculto. Nótese en este primer cuento el lenguaje usado, lleno de jergas que fácilmente nos pueden situar en algún lugar de Lima. También está el manejo de los diálogos con comas, lo cual no parece molestar al lector en momento alguno. En el segundo relato, Hombre en el espejo (ya trabajado con guiones en los diálogos), obtenemos el mejor ejemplo del uso indiscriminado de la droga, una jovencita parece fusionarse poco a poco con un extraño ser proveniente de otra dimensión, un excelente cuento, muy inteligible que bien podría ser el mejor del libro, pero se ve opacado por el relato que da título al cuaderno. Voy llegando a él. El tercer texto, La hermandad de la luna, continúa por los mismos derroteros, el horror, niños expertos en Tarot y oscuros sacrificios. Muy complementario del resto. Pero si hay un texto que llama la atención, es el que da nombre al libro: El inventario de las naves, sobre unos detectives que investigan múltiples asesinatos revisando algunos pasajes de “La Iliada”, un homenaje al Borges de La muerte y la brújula, simbólico y muy preciso, continúa la línea del sacrificio. El quinto relato, Proximidad del Huracán, propone uno de esos llamados “juegos de realidad”, donde nada es lo que parece. Cuento plagado de un erotismo exacerbado, se habla ya de varios desastres que surgen uno detrás de otro. El sexto relato, Orestes, redunda sobre los efectos del menos en el organismo y mentalidad de un desafortunado personaje. El último cuento El francotirador, engloba todos los textos y redondea la idea general del libro. Aquí, aparece el artífice de las muertes narradas en el cuarto cuento. Se percibe la presencia de un viejo, el abuelo, siniestro personaje que se ubica en todo el texto y cuya insania parece verse enfrentada al peligro cósmico que se avecina. Se intuye que llegará un huracán definitivo que borrará a la población de la faz del planeta. ¿Es el menos la salvación? A descubrirlo.

Ahora las dos observaciones prometidas: Primero, este libro parece ubicarse en mundo alternativo, si vemos el Mapa 1, comprobamos su inexistencia. No es la Lima que conocemos, pero podemos asumir que lo es. Igual no importa. El secreto del goce del libro radica en su lenguaje. El estilo literario conlleva al argumento. No hay tampoco un tiempo determinado para los hechos. Pueden estar ubicados en el pasado, el presente o el futuro. Segundo, es ciencia ficción (SF), nótese que se menciona un oráculo. Un personaje (chica) con el poder de adivinar el futuro es propio de la ciencia ficción. Además tenemos la maravillosa droga, el inminente final apocalíptico, que se da (en el cuarto texto), y la descomposición de la realidad. Como anexo, quisiera mencionar un error que he notado en el quinto cuento. Cito del texto: “...pero retrocedió con la imagen de la chica masturbada...” (pág. 104). No se puede decir “masturbada”, puesto que los jóvenes le están haciendo el amor a ella. La masturbación es un acto solitario y no puede aplicarse en este punto. En todo caso podía hablarse de “sexo múltiple” o “estimulación sexual por medio de las manos”. A revisar.

Como ya he dicho, es una agradable publicación que se ve un tanto opacada por una edición irregular. Por ejemplo, en la página 63 se lee: “El inventaro de las Naves”, cuando debería decir: “El inventario de las Naves”, una falta imperdonable tomando en cuenta que es el mejor relato del libro y el que más amerita una segunda lectura. La impresión es muy ineficaz, en varias páginas se ven “huecos”, letras, e incluso palabras, que no han salido impresas. Mientras culmino esta reseña recibo noticias de que El inventario de las naves tendrá una tercera edición, esperemos que estos errores se corrijan y podamos contar con una edición perfecta y verdaderamente definitiva, la cual podrá apreciar todo aquel que hasta el momento ha perdido la oportunidad de sumergirse en su impresionante universo e ingeniosa malignidad.

Carlos Enrique Saldivar



(*) Como todo escritor constante y personaje sumido en el mundo de la literatura, me interesé en el libro El inventario de las naves y en su autor, Alexis Iparraguirre. Adquirí el volumen en su segunda edición (no adquirí la primera puesto que, cuando estuve a punto de hacerlo, me enteré que el libro sería reeditado con correcciones y en una edición mejorada en 2007) y, aunque soy seguidor de un tipo de literatura más argumental y menos retórica, siempre mantuve la expectativa por leer este libro, para descubrir el secreto de su éxito y verificar los incesantes comentarios que lo han tildado desde “incomprensible” hasta “sencillamente magnífico”.

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