Muchas veces, las historias sobre catástrofes permiten el lucimiento heroico del o los protagonistas, quienes devienen en seres capaces de enfrentarse a cualquier adversidad y de reconstruir, siempre acompañados de la mujer ideal, la civilización ellos solos. Con algo de nostalgia bíblica, bastarían un hombre y una mujer para que la civilización humana no muera.
Quien tenga esta amable e ingenua idea de un futuro post-catástrofe, la perderá al leer esta novela. En ella, prima una visión tan realista de la vida que podrían llevar los sobrevivientes humanos "después" del fin del mundo, que le hace a uno retractarse de esas ocasiones en las que piensa que sería mejor que todo acabase.
La novela tiene tres partes, vistas desde el punto de vista del protagonista, el geógrafo Isherwood Williams. Durante una excursión campestre, Isherwood es mordido por una serpiente venenosa, quedando gravemente enfermo. Tras un período de convalecencia, Isherwood despierta a un mundo que ha sido asolado por una plaga mortal, que prácticamente ha borrado a la humanidad de la faz de la Tierra.
Comienza así el deambular de Isherwood por Norteamérica. En su condición de único sobreviviente, puede disponer de vehículos, comida o lo que encuentre en forma ilimitada. Tras una infructuosa tentativa de dar con sus padres, Isherwood se dirigirá a Nueva York y otras ciudades, mientras descubre que no es el único sobreviviente. Por diversas razones, Isherwood no se integra a los grupos humanos con que se encuentra.
Pronto, Ish, que así se le llama por el resto del libro, empieza a sufrir a causa de su soledad. La aparición de Emma, quien se convertirá en su pareja, marca un punto de inflexión en su vida. Decide establecerse con Emma en su antigua residencia, ubicada en la costa oeste, exactamente en la Bahía de San Lupo, cerca de los bosques. Decide que una pareja no es bastante para formar un grupo humano, por lo que decide buscar a otros sobrevivientes, con quienes formará un grupo humano que con el tiempo se llamará a sí mismo la Tribu. Los miembros del grupo empiezan a tener descendencia, lo cual lleva a Ish a una serie de reflexiones acerca del futuro de la humanidad. Pero, como puede constatar, el grupo de sobrevivientes del que forma parte no se caracteriza por la brillantez intelectual de sus miembros. Objetivamente, Isherwood es el más dotado del grupo, sin considerarse a sí mismo una lumbrera. Con esto asistimos a la primera desmitificación: los sobrevivientes son un conjunto de personas comunes y corrientes, sin mayores atributos. De hecho, en algún momento, se critica a dos clásicos de supervivencia, como Robinson Crusoe (perdido en aburridas divagaciones teológicas) y los Robinsones suizos (quienes se limitan a sacar cualquier cosa que necesiten de un barco hundido). Ante las angustias de Ish, Emma aporta el punto de vista práctico y realista, que se limita aceptar las cosas tal como son, lo cual reconforta y al mismo tiempo desespera a Ish, deseoso de que los avances de la civilización no se pierdan.
Los primeros años de constituida esta comunidad transcurren con cierta placidez. Aún pueden disponer de energía eléctrica y agua potable, aunque por tiempo limitado. Los sobrevivientes continúan de un modo u otro con el estilo de vida que tenían antes de la catástrofe. Isherwood es el jefe no declarado de la Tribu. La cantidad de alimentos almacenados y enlatados existentes en la ciudad permiten una supervivencia sin mayores dificultades. La tribu se dedica a crecer.
La segunda parte de la novela transcurre dos décadas después del nacimiento del primer hijo de Isherwood. La nueva generación constituye un reto para Isherwood, puesto que ninguno de los nuevos miembros parece mostrar mucho interés por su plan de reestablecer la civilización. Más aún, esta nueva generación, nacida en un mundo radicalmente distinto al de Isherwood, pronto evidencia problemas de comunicación. Muchos conceptos como "Estado", "continente", "kilómetro", considerados básicos para los sobrevivientes, devienen en palabras carentes de sentido para los miembros más jóvenes.Uno de los hijos de Isherwood y Em, Joey, da muestras de talento y curiosidad, las que despiertan en Isherwood cierta esperanza: por fin ha tenido un hijo a quien legarle su conocimiento, encargado de encender de nuevo la llama de la civilización. El contraste entre Joey y sus hermanos (de los cuales casi no se nos cuenta nada) es evidente. Isherwood intenta impartir lecciones en un local a modo de escuela, pero los alumnos, salvo Joey, asisten con poco entusiasmo. Poco preparados para las catástrofes, los miembros de la Tribu serán atacados por una enfermedad mortal, que cambiará en forma dramática el destino proyectado por Isherwood.
El tiempo sigue pasando. Los primeros integrantes de la Tribu van muriendo, incluso Emma. Isherwood se queda solo por un tiempo, hasta que sus descendientes, quienes han entrado en contacto con otros grupos de sobrevivientes, le consiguen una nueva pareja. Isherwood la acepta y llegan a tener descendencia. Pero se sigue haciendo viejo, de modo que la mujer, de la manera menos dramática posible, dejará a Isherwood para irse con un hombre más joven, lo cual es recibido con alivio por parte de éste.
Al quedar como último sobreviviente del grupo original, Isherwood se convierte en algo similar a una deidad. Todos se dirigen a él como "Ish", empleando un tono reverencial cuando se dirigen a él. Es el Último Americano (entiéndase "norteamericano", por favor. Me pregunto cuándo llegará el día en que los gringos entiendan que todos los que habitamos sobre el continente denominado América somos "americanos"), el último representante del pueblo misterioso que construyó el mundo que los jóvenes conocen, el pueblo que construyó los edificios, los vehículos, acaso los montes y los mares...
Isherwood nada puede hacer por detener esta vuelta a la superstición. Empero, ve con agrado que una de sus ideas, enseñarles a utilizar el arco y la flecha, ha prendido con éxito en la Tribu. Nunca más necesitarán de los alimentos en conserva, cada vez más escasos, sino que estarán en condiciones de procurarse su propio alimento. De meros consumidores, han pasado a ser cazadores, dispuestos a abandonar su lugar de nacimiento...
La tercera parte del libro, bastante breve, relata los últimos días de Isherwood, su relación con sus descendientes y su salida del lugar de residencia, debido a una catástrofe que asola San Lupo. El momento de su muerte, a la cual asiste con la plenitud de sus facultades, es hermoso pero triste, puesto que transcurre en medio de un puente, que simboliza el tránsito entre una edad perdida, la de Isherwood, y la edad nueva de los hombres del futuro, edad que éste no verá.
Estamos ante una magnífica novela, excelentemente escrita, tanto, que por momentos inunda al lector de pena por el destino de ese grupo de sobrevivientes, quienes observan cómo se deterioran y se pierden los últimos restos de su civilización. La esperanza reside en los hijos de Isherwood, quienes tomarán un camino que nadie puede predecir. Pero no es el fin del mundo, después de todo...
Como recuerda el Eclesiastés, "los hombres van y vienen, la Tierra permanece".
Daniel Salvo (reseña publicada originalmente en Velero 25, setiembre de 2003)
Muy buena reseña. Es, sin duda, un gran libro.
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