miércoles, 1 de julio de 2009

Darwinia (Robert C. Wilson)


Darwinia


Robert C. Wilson


La Factoría de Ideas


Colección Puzzle


Nunca serán suficientes los agradecimientos a la distribuidora V&D por traernos varios de los mejores títulos publicados por La Factoría de Ideas a precios francamente irrisorios. Y es que dudo que 18 soles constituyan un asalto al bolsillo de cualquier lector.

Es el año 1912, recién iniciado el siglo XX. Un día, gran parte de lo que conocemos como el continente europeo es transformado, puesto que simplemente desaparece... para dar paso a una nueva tierra, una jungla desprovista de todo vestigio humano pero no exenta de animales y plantas totálmente desconocidos. Ese nuevo mundo es bautizado como Darwinia, puesto que su aparición repentina (y diríamos también cruel, puesto que todos los seres humanos residentes en países como Inglaterra, España, Francia, Alemania, Italia, con sus reyes, papas, campesinos y soldados, simplemente han sido borrados de la faz de la Tierra. Hasta este punto, Darwinia nos recuerda la premisa principal de la Trilogía de las Islas de Angel Torres Quesada.

La humanidad acaba acostumbrándose a la existencia de Darwinia, a su flora y a su fauna, aunque de un modo bastante peculiar. Precisamente, las repercusiones que en el resto del mundo tiene lo ocurrido en Europa, desde las pérdidas humanas hasta la nueva configuración geopolítica, plantean ideas de lo más interesantes. El autor construye toda una atmósfera cultural bastante creíble a pesar del derroche de imaginación que esto implica. Las religiones experimentan un apogeo considerable, puesto que la transformación, tan inexplicable como evidente, sólo puede ser atribuida a un Ser Superior. De otro lado, los seres humanos de mentalidad menos religiosa asisten con impotencia al fin de un mundo de certezas. Con todo, el espíritu humano no abandona su curiosidad, y sucesivas oleadas de exploradores se internan en el renovado continente europeo, lleno de amenazas pero también de maravillas.

Los personajes principales y secundarios de la novela desarrollan la acción en torno a una de esas expediciones. Desde el académico de cuello almidonado al duro estibador, pasando por el fotógrafo y los porteadores, los miembros de la expedición cumplen con proporcionar el toque de aventura y misterio que hacen de Darwinia una novela de descubrimiento. Mientras tanto, en el resto del mundo, comienzan a aparecer personas dotadas de extrañas capacidades, entre ellas, la de no envejecer.

Aquí es cuando el autor da un giro radical a la novela, relativo a los verdaderos orígenes de Darwinia y a la progresiva presencia en la Tierra de unos poderes tanto o más antiguos que el universo. Poderes que se agrupan en bandos opuestos, y cuyas motivaciones están más allá del bien y del mal, al menos de la manera en los concebimos los humanos. Wilson hace un velado homenaje a H.P. Lovecraft, pero va más allá en sus implicaciones.

Y es que el asunto no termina ahí. Hay otra vuelta de tuerca, de esas que desarman cualquier estructura mediante la cual el lector haya podido armar para explicarse el enigma de Darwinia. Lo más increíble es que, a resultas de este giro en la trama, no queda menos que concluir en que lo más conveniente para los pobres personajes sería que, en el contexto de la realidad a la que acceden, los "enemigos" resultasen victoriosos, lo cual genera una disyuntiva aparentemente insoluble. Nada más puede decirse sin develar el misterio.

Darwinia es una excelente novela sobre la exploración de un mundo desconocido, y una sombría reflexión acerca de nuestro verdadero lugar dentro del universo. Tan sombría, que los universos de H.P. Lovecraft acaban pareciendo optimistas en comparación.

Daniel Salvo

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