Curioso caso el de Khristo Poshtakov, autor de origen búlgaro que cuenta con una gran afinidad hacia el público hispanoparlante. Dado que su elogiada novela Industria, luz y magia no se vende por estos pagos (pregunta suelta: ¿los libros editados por Bibliópolis Fantástica - Alamut se venden siquiera en algún país sudamericano?), uno tiene que conformarse (es un decir) con lo publicado en línea.
La ciencia ficción de Poshtakov es bastante disfrutable por su sentido del humor. Los temas tratados en sus cuentos tienen su lado reflexivo, innegablemente, pero siempre dejando al lector con una sonrisa en los labios por la manera en que desarrolla dichos temas. Invasiones extraterrestres, alienación humana, o la pregunta sobre cuál es la diferencia (si es que la hay) entre una utopía y una distopía, son desarrollados por el autor con un rigor impecable... y divertido.
En febrero de 2010, la revista electrónica Alfa Eridiani le dedicó un número especial, un e-book que puede descargarse de manera gratuita desde aquí. Dicho número contiene tres historias cortas: Invasión, Katy y El planeta de Skuly.
Invasión nos ofrece una alucinante historia que podría considerarse la historia definitiva de las historias sobre invasiones extraterrestres, algo así como lo que se dice sobre el cómic Watchmen respecto al subgénero de los superhéroes. Y es que la invasión que nos describe Poshtakov es tan imposible de evitar y tan exitosa, que no cabe sino rogar por que ninguna civilización logre desarrollar un artefacto como el que se describe en el cuento. A pesar de todo, tiene un final feliz (imposible de evitar).
Katy es una historia de amor, entre romántica y atípica. En un futuro en el cual los nanobots impregnan casi totalmente el entorno humano, al punto de orientar las decisiones y sentimientos de las personas. El lenguaje que inventa Poshtakov para describir las sensaciones de los personajes lleva a reflexionar respecto a cuán artificiales pueden ser lo que consideramos sentimientos tan nobles como el anhelo de libertad, el amor y otros. ¿Qué es lo humano, al fin y al cabo? ¿Vale la pena rebelarse contra las máquinas si, a fin de cuentas, no somos otra cosa que máquinas biológicas?
El planeta de Skuly es una paradójica crítica a las utopías, pues no les reprocha algún lado siniestro, o que, en el fondo, sean mas bien lo contrario, distopías; sino que su posible implantación exitosa (léase: no esclavitud oculta, no explotación oculta, no nazismo oculto; sino la felicidad REAL alcanzada por el ser humano) sea el punto final de la experiencia humana. En un mundo en el cual el problema no es ser feliz, sino el cómo ser feliz (en este caso, la elección de un hobby), ¿que ocurriría si el único hobby que puede darle la felicidad al protagonista implique el riesgo de acabar con la felicidad de los demás? Y eso que hablamos de un mundo futuro en el cual la tecnología permite la satisfacción de prácticamente cualquier capricho. Como para disfrutar el relato al ritmo de esta canción.
Pueden seguir al tanto de la carrera de Khristo Poshtakov en su blog.
Daniel Salvo
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