jueves, 1 de abril de 2010

Río lento (Nicola Griffith)





Río lento (Slow River / Premios Nebula y Lambda 1996)

Nicola Griffith



La primera impresión del “near future” que nos brinda el texto es de una cotidianidad absoluta, la prolongación de lo mismo que utilizamos ahora, va a contrapelo de lo proferido por numerosos y eximios prospectólogos (casi que resuena como proctólogo, pero no hay algo novedoso que explorar o extraer de los intestinos de la sociedad en este caso), es probable que envejezca rauda y que se confunda con muletillas marketeras o se sumerja en su propia corriente de acontecimientos por aproximarse a la llama de la coherencia de la lógica formal.


No obstante posee valores que apuntan en otra dirección: es una valiente reconstrucción dedicada a un personaje, que proviniendo de una de las familias más acaudaladas del planeta, es capaz tras escapar de sus plagiadores, de convertirse a través de un periplo con etapas en delincuente primero y obrera después, en una persona que lucha por escapar a su destino aparente y decidir sobre su existencia auténtica. Circunvavegación en torno a las resoluciones que le permitirán emerger del círculo infernal donde se ve sumida tras su secuestro a la condición de trabajadora que la exalta y le da potencia para asumirse en plenitud.


Su arranque demasiado contemporáneo y próximo al thriller policial (casi un capìtulo de CSI) salpica con gotas desconcertantes a la lectura, y a pesar de que me jacto de ser tolerante, siento que el metatexto informativo con frecuencia inserta ideas que pueden germinar como prejuicios y si le sumamos esa cercanía temporal en ocasiones incómoda, provoca un nudo atenazante, un obstáculo limitante que nos cuesta eludir, lo cual no es de ninguna manera un demérito, ya que es lo que busca provocar la autora para que no empatizemos con facilidad con Lore, ya que la evolución de sus protagonistas recorre una gama de situaciones con frecuencia contradictorias si insistimos en valorarlas en términos de la moral, diría que prima entonces el reino de la ética personal, y ese es en extremo difícil de soslayar, asi que quedarán expuesto(a)s hasta las tripas, no hay concesiones ni subterfugios, son individuos que sufren, son invadidos por los sentimientos, solucionan sus necesidades, así las relaciones lésbicas son transitadas en su genuina dimensión (imprescindibles además para el crecimiento temático y andamiaje global del relato que hasta final feliz puede decirse que tiene), o las trapacerías informáticas que se cometen son devanadas con similar intención.


Hay descripciones tecnológicas que apuntan a la coexistencia entre la blogosfera y la prensa de papel, otras que aluden al paralelismo entre sistemas de identificación electrónica que suponen sistemas de biolocalización y mecanismos de control en la red integral, lo cual quedará expresado en el trato que le dispensan los secuestradores; nanotecnología aplicada, bacterias modificadas para cumplir tareas industriales de limpieza de aguas residuales (con exquisito detalle de funcionamiento), manipulación de genes para obtener determinados efectos, en cuanto a los mass media, la imagen trasmitida como prueba de su existencia está referida a la violencia terrorista y urbana; y los sentidos son interpelados:el olor a metal de la caja donde estuvo encerrada se funde y recicla para que no quede rastro, etc., señaló tales temas porque la primera frase de mi reseña podría ser engañosa, la novela abordará los despliegues tecnológicos pero como prolongación de los presentes, sin duda una opción válida para los propósitos verdaderos que persigue y relacionados con la demolición y reconstrucción del yo.


Otro punto a rescatar apunta a que el azar diseña el futuro con tanta eficacia como la planificación y acción concertada cotidiana con que la envolvía su familia disfuncional, aludiendo tangencialmente a sus relaciones como disolventes y destructivas (envueltas y secretadas por ese contraste entre poder y riqueza inicial de los Van de Oest y precaridad e improvisación posterior en su periplo con Spanner), ya que no semejan seres vivos, sino monigotes articulados para fingir el don de la vida (por si acaso también quedará explicado, ya que será uno de los leit motiv del desarrollo de los acontecimientos), diseñados con concisión para interactuar con tanta eficacia -casi maquinal- que resulta conveniente esa advertencia final de Nicola señalando que su obra no es autobiográfica.


Posee una lógica interna que articulará una estructura compleja, que se entrelaza con numerosas ramas, geometría que no se oculta pero tampoco queda manifiesta; Nicola se aplica: sus descripciones cautivan, sus peripecias enganchan y llega a proporcionarle una dinámica poética a la planta de reciclaje y a la opción ambientalista, sabe de que va y logra ubicarnos sin disimulo en el lugar que se propone (“Todo el mundo cambiaba si cambiabas un poco la perspectiva” para introducir la “dependencia sensitiva de las condiciones iniciales”), ahora tras las Cumbres reunidas en París y Copenhague ya no quedan dudas para la mayoría de los seres pensantes sobre el riesgo que se nos abalanza desde la depredación ecológica y ese es otro aspecto al cual se adhiere con fervor.


Hay momentos en que quiere parecer misteriosa, pero sólo logra una inmersión en las telenovelas, pero siendo esa una de sus fallas, es de grado menor; que queda compensado por el indudable filo social y crítica de las corporaciones transnacionales que se apunta en el caso de los kirguises por ejemplo o la asunción de la solidaridad en frases como “La vida sería más fácil si bajasémos las defensas un poco y hablásemos, ayudándonos mutuamente”. A veces parece que las explicaciones son precarias y en ocasiones las que enlazan con el género acarrean un lastre que lesiona la querencia aunque no la credibilidad, hay algo de ciberpunk en Río Lento, pero aquel por más erróneo que sea en sus planteamientos es apasionado y estridente pero atrapa nuestro interés, de allí que el material calentado para servirse como plato principal se enfría antes que le quitemos los ojos de encima (ajustado a la supuesta tecnología de la planta).


Motivado por sus párrafos no pude evitar correlacionar esa especie de tanques Imhoff y las remediaciones ecológicas insertadas con exactitud cabal en su propuesta de sistema de tratamiento de aguas residuales (expuesto en forma muy creible) con posibles métodos a usarse en corto plazo en la realidad (y eso es otra virtud del texto); no se que tal funcionarán enormes tanques Imhoff abiertos donde una combinación entre bacterias modificadas y fuerza de trabajo humana ejecutarán lo que de manera normal se lleva a cabo de modo mecánico y automático, interesante mezcla que nos obliga a interrogarnos sobre cual tecnología es más avanzada y con respecto a que tipo de sociedad: parece decirnos que se pueden conseguir las reividicaciones ambientales y continuar aherrojados por las relaciones de poder capitalistas.


En eficaz contrapunteo mezcla flashbacks con tiempo real, otorgando un diseño fluído y vertiginoso a los acontecimientos (uso prohibido de los trenes de servicios, hackeo de información para preparar filmes a pedido donde el cliente folla con la actriz de moda, encuentros sexuales entre las amantes), que se mantiene aún en momentos tranquilos como la rutina de la fábrica o el deambular por supermercados o bares, es así como acuatizamos concientes en las vivencias ofrecidas que son como un río (ya abordado por Ray Bradbury en “El vino del estío”), por eso las sensaciones de flujo y reflujo (realidad actual y flashbacks), de vaivén espumoso (aplicable a la densidad de los personajes secundarios), de remolinos (la propia estructura del entorno narrado), y es por esas virtudes y circunstancias tan especiales que suministra la autora que recomendamos su lectura.


Luís Antonio Bolaños de la Cruz

No hay comentarios:

Publicar un comentario