lunes, 11 de mayo de 2015

La ruta a Trascendencia / Alejandro Alonso



Trascendencia es un pueblo cercado por tropas del Ejército que no dejan entrar ni salir a nadie. Allí el tiempo no se da como en el resto del mundo: pasado, presente y futuro coexisten en imágenes múltiples,  que sólo sus habitantes pueden distinguir. Pero en un pueblo donde conviven todos los tiempos, el tiempo mismo es una trampa, una estela que vuelve imposible desandar la ruta a Trascendencia una vez que alguien la recorrió. 

A esta novela le sigue "Fuegos fatuos", una saga de cuentos fantásticos que hunde sus raíces en la Historia Argentina. Desde "1806" hasta "Un olvido fortuito", se reescribe la vida de nuestro país (Argentina) desde una perspectiva extraña, donde lo cotidiano y lo histórico terminan cediendo ante la magia, los conjuros, la contundencia de lo imposible.

Con "La ruta a Trascendencia"Alejandro Alonso ganó, en 2002, el Primer Premio UPC (junto al Minotauro, el más prestigioso de Ciencia Ficción en nuestro idioma). Ganador del Premio "Ciudad de Arena" a la Revelación Literaria 2003, Alonso es una de las firmes promesas de la Nueva Ciencia Ficción Argentina. 
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Leer "La ruta a Trascendencia" me ha causado varias y perturbadoras impresiones. No solo en lo relativo a la novela, sino a las implicaciones que revela el hecho de haber sido escrita por un autor latinoamericano, haber obtenido el Primer Premio UPC de la Universidad Politécnica de Cataluña (en palabras del escritor Brian W. Aldiss«Es el premio europeo con mayor prestigio en la ciencia ficción»). y ser publicada en una colección de género del diario Página 12 de Argentina.

Sigamos el orden En cuanto a novela, "La ruta a Trascendencia" es una magnífica muestra de las posibilidades que brinda la ciencia ficción para la especulación científica y filosófica, además de brindarnos un final tan impactante como sorpresivo. Sucede que ha tenido lugar una guerra, acaso un intento de invasión extraterrestre por parte de unos seres a los que se denomina los epics, quienes han dejado la Tierra de manera tan sorpresiva como su aparición. Pero una nave suya ha caído en nuestro planeta, originando una serie de efectos que alteran a los seres humanos expuestos a su influencia, a saber, que estas personas "trascienden" el tiempo, pudiendo percibir el pasado y el futuro con varios días de diferencia. No solo pueden percibir sus pasados y futuros, sino que pueden dejar huellas de los mismos en lo que llamamos realidad, con resultados impredecibles: puede ocurrir que uno esté casado a la vez con una mujer que sabemos va a morir en el futuro, y con una mujer a la que aún no conocemos pero "ya tiene" en el futuro, a nuestros hijos... Para colmo, uno puede, voluntariamente o no, interactuar con el "pasado" de otra persona, en el "presente", dando como resultado la alteración del "futuro" de esa otra persona, a pesar de que ese "futuro" ya sería un pasado transcurrido... Como expresa un personaje en algún momento, simplemente, se producen innumerables paradojas.

Estas personas, los trascendidos, se llaman a sí mismos "trascendi" o "tracs", y han desarrollado un modo de vida mas bien apático: al parecer, el universo no los tolera muy bien, al punto que el mero especular en torno al futuro genera posibles pistas o "estelas" que, al entrecruzarse con la de otros "trascendi", llevan a un caos y confusión que puede resultar en la muerte, como resultado de una acción de "corrección" (llamémosla así) realizada por el universo. Las autoridades los han confinado a un pueblo llamado Trascendencia, y tratan de limitar su contacto con el mundo exterior al mínimo posible. Se los mantiene con vida, al parecer, con la esperanza de entender a los invasores, y acaso, enfrentarlos.

Sin embargo, la novela no va de de guerras ni de intrigas, sino de una sobria especulación en torno a cómo entendemos el tiempo, y de lo que ocurriría si realmente pudiésemos existir no sólo en el presente, sino también en el pasado y en el futuro. Así, con pocos elementos, el autor  ha logrado un estupendo y desafiante argumento, del tipo que sólo la ciencia ficción puede brindar.

¿Y qué decir del Premio UPC otorgado a la novela? Pues que ahí empezamos a darnos cuenta de la clase de lectores (de ciencia ficción)  que somos los hispanohablantes. Por que resulta que siempre nos quejamos de la poca difusión que tiene el género, que nadie escribe ciencia ficción, etc. Pero cuando una entidad como la Universidad Politécnica de Cataluña pone alma, corazón y vida para instituir un premio literario (¡desde 1991!), nos hacemos a un lado e ignoramos olimpicamente tanto al premio como a la obra publicada. ¿Acaso no vemos que las compilaciones de las diversas ediciones de este premio acaban como saldos? Por ahí se dice que las próximas ediciones serán electrónicas, dado el poco índice de ventas que se registra. Vamos, que nuestra "necesidad" de impulsar y apoyar el desarrollo del género en nuestro ámbito hispanoamericano queda solo en palabras. No nos extrañe que en un futuro no muy lejano simplemente se cancele... Y volveremos a lamentar otra oportunidad perdida. Ese es el fandom de habla hispana, esos somos los lectores.

Por último, no cabe menos que comparar las distintas realidades editoriales de nuestros países, con una Argentina cuyos diarios se atreven a publicar colecciones de género (actualmente, el diario La Nación está publicando varias novelas de Stephen King). Leo que "La ruta a Trascendencia", al igual que las novelas "El libro de las voces" y "Los ojos de un dios en celo"  de Carlos Gardini, es el primer libro que le editaron a Alejandro Alonso en su país. Muchos problemas de edición y distribución podrían solucionarse recurriendo a la edición electrónica. En todo caso, no podemos menos que admirar (y acaso envidiar) a una cultura que si apoya a sus creadores. Bien por Argentina.


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