jueves, 8 de mayo de 2014

Criptozoico (Brian Aldiss)


Si creen que Ballard o Lem son autores difíciles, es que no han leído a Brian Aldiss. No es que toda su producción sea así: la trilogía Heliconia, La nave estelar, Invernáculo y Galaxias, como granos de arena, son novelas y cuentos de lectura casi obligatoria. Pero es justo reconocer que su estilo, denso como el que más, puede ser algo disuasivo para el lector, incluso para un lector curtido en la ciencia ficción.


Criptozoico es una novela que se caracteriza por su densidad. El argumento es totalmente de ciencia ficción: en el futuro, se ha descubierto una manera de viajar en el tiempo, aunque de manera más bien subjetiva, como una proyección en el tiempo elegido. Dicha traslación temporal se logra mediante el uso de una droga cuyas siglas son CSD, de manera que el viaje en el tiempo es más una experiencia personal que un desplazamiento propiamente dicho.

No deja de ser curioso el efecto de dicho viaje en el tiempo, una auténtica moda del siglo XXI. Los viajeros se aficionan mucho a estas experiencias, de modo que la “realidad” aparece como deshabitada. Casi como nuestro presente y el descubrimiento del ciberespacio, cuya “realidad” experimentamos acaso durante más tiempo que el mundo antes conocido como real. El abandono de la sociedad llega a tal punto, que se producen una serie de movimientos políticos tratando de contrarrestar los efectos del viaje en el tiempo, que resulta ser objeto de prohibición.

Pero esta prohibición no es más que la fachada de un plan, que consiste en la captura de un científico bastante peligroso a causa de un descubrimiento trascendental: la verdadera naturaleza del viaje en el tiempo y el verdadero sentido del tiempo y de la realidad. Casi nada…

El gran problema de la novela es que tan interesante argumento se nos narra a través de un enrevesado y abundante, por ratos aburridísimo, texto lleno de idas y vueltas, reflexiones, anécdotas, apariciones y desapariciones de personajes, personajes secundarios, exposición de teorías sobre el subconsciente, que deben haber llevado a más de un lector a abandonar la novela. No es un texto fácil, cierto, pero tampoco se puede negar su potencia como literatura de ideas, y al menos los capítulos finales están escritos a un ritmo más rápido.

Justamente, en esos capítulos se nos aclara un tanto la trama, con un final sorpresa de esos que sólo pueden originarse en la ciencia ficción. La auténtica naturaleza del tiempo y del espacio, el origen y el fin del universo (narrado por sus protagonistas, nada menos), son descritas de una manera tan acorde con la experiencia humana que, si bien no llegan a “hacernos dudar”, si que generan más de una interrogante en torno a nuestras creencias y aparentes certezas cosmológicas, entre otras.

El “criptozoico” al que alude el título es una época lejanísima en el tiempo, anterior a la aparición de la vida tal como la conocemos, a la que la mayoría de personajes gusta de viajar y es aludida constantemente en la novela. Porque está ubicada en el pasado, pero podría ser también la acumulación de todo el tiempo transcurrido, de modo que podría ser, desde cierto punto de vista, lo que hasta el momento llamamos futuro…

Una novela cargada de filosofía, difícil de leer, con personajes casi inanes, confusa e inorgánica. O es una pérdida de tiempo, o es una genialidad. A decisión del lector.



Daniel Salvo

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