domingo, 1 de agosto de 2010

Editorial: Gattaca en el Perú





Gattaca (1997) es una de las mejores películas de ciencia-ficción que haya visto jamás. En el no tan lejano futuro (nótese la alusión al clásico había una vez o hace mucho tiempo de los cuentos de hadas), la ciencia médica ha logrado lo que para muchos podría ser un sueño, y para otros, una pesadilla: la obtención de seres humanos genéticamente "mejorados". Es decir, adiós a la miopía, a los cánceres hereditarios, a las deformidades congénitas y a los IQ por debajo de 120. Los seres humanos que nazcan en adelante, dispondrán de una carga genética punto menos que envidiable. No serán perfectos, pero casi casi.


¿Y los que no pudieron nacer bajo este sistema?


En la película, las políticas de mejoramiento genético obligatorio (vamos, qué sociedad no querría que sus integrantes fueran lo más sanos y perfectos posibles) han dado lugar a una nueva división, tanto social como laboral. En la cúspide, los VÁLIDOS (mejorados genéticamente) y en la base, los IN-VÁLIDOS (nacidos sin programación ni mejora genética alguna). Los trabajos y empleos mejor considerados y remunerados pasan a convertirse en una especie de patrimonio destinado a los VÁLIDOS, mientras que las labores más serviles y peor consideradas son reservadas, casi como un favor, a los IN-VÁLIDOS. El protagonista de Gattaca, un IN-VÁLIDO que desea realizar una labor reservada tan sólo a los VÁLIDOS, intentará conseguir su objetivo en una sociedad que trata de cerrarle todas las puertas.


Una de las primeras ideas que se nos vienen a la mente es que deberíamos sentir alivio por no vivir en una sociedad tan desigual, diferente, por cierto, a la nuestra, en la cual la Constitución garantiza que todos somos iguales ante la ley.


Pero, ¿es cierto esto?


La sociedad peruana es, qué duda cabe, una de las más racistas y clasistas del orbe. Lo podemos comprobar nada más viendo la televisión nacional, en concreto, la mayoría de los comerciales. Basta ver unos cuantos de esos productos de las agencias publicitarias para ver cómo estamos clasificados. Que nos convirtamos en una sociedad más igualitaria es un sueño todavía bastante lejano.


¿Y de donde parte nuestra división? Hay muchos factores, entre ellos, el racial (o étnico). De manera pública hacemos ascos al racismo, pero en nuestro fuero interno, vivimos obsesionados por el matiz del color de la piel de nuestros compatriotas, empleando una característica tan superficial como la concentración de melanina en la piel como un criterio para decidir quienes son nuestros amigos, empleadores, parejas...


Pero hay otro factor, vinculado acaso al primero, pero que no es tan evidente en su cuestionabilidad, aún cuando su presencia es parte de nuestra idiosincracia: es la procedencia escolar. Como que una cosa es haber estudiado en un colegio privado y otra, en uno del Estado. De ahí que la mayoría de peruanos vivan obsesionados con el "en qué colegio estudiaste", pues sabe que éste factor incidirá decisivamente en muchos aspectos (laboral, social, sentimental acaso). Ya se sabe: la escuela pública es para cholos y pobres, futuros pandilleros, o en el mejor de los casos, mano de obra barata para quienes tuvieron una "mejor" educación.


De modo que no hemos tenido que esperar una revolución en la medicina genética para generar nuestro propio sistema de VÁLIDOS e IN-VÁLIDOS. Ha bastado, además del clasismo peruano, el abandono por parte del Estado del magisterio nacional, con profesores que, si bien recién están siendo "mejorados" en ciertas condiciones, siguen siendo percibidos por la ciudadanía como los profesionales peor situados en la escala profesional. Es decir, si eres abogado, médico, ingeniero, comerciante o contador público, eres alguien que la sociedad considera un profesional, un orgullo para su familia. Pero si decidiste ser profesor, es por tu mediocridad, por que no dabas para más. En el Perú, un profesor es visto lisa y llanamente como un pobre diablo. Y si es de colegio estatal (o nacional, como decimos por acá), pues peor. Nuestros profesores han devenido en la casta más baja de los IN-VÁLIDOS.


Y en cuanto a mí... bueno, viví mi propio Gattaca. Soy egresado de colegio nacional (y de provincias, que para algunos oídos suena al peor estigma que se pueda imaginar), pero tuve que poner en mi Hoja de Vida que procedía de un colegio particular. Me hice pasar por VÁLIDO, pero en realidad soy un IN-VÁLIDO que trabaja en ... (lo siento, es un secreto).


Ojalá no me descubran...




Daniel Salvo

5 comentarios:

  1. Creo que el analisis es esencialmente correcto pero hay un detalle que debes considerar. Estudiar en CN de prestigio (emblematico le dicen ahora) en mis tiempos era igual que salir de un privado. Yo estudie en El Guadalupe y nunca senti esa discriminacion. ¿o no me di cuenta?

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  2. Hola anónimo, lo mismo puedo decir de mi colegio y la gente que egresó del mismo. Pero eso fue hace 25 años. Incluso, en la provincia donde estudié, egresar de un colegio emblemático era más prestigioso que de uno particular. Hoy en día, la población no lo percibe así. Y lo peor, los propios alumnos no lo perciben así. Piensa en todos esos escolares que día a día se les machaca la idea de pertenecer a un colegio nacional "por que no podían pagarse uno particular". Golpe a la autoestima.
    Creo que nos corresponde, a los egresados de esos colegios nacionales, participar de alguna manera en la vida de los mismos.

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  3. wow!! soy de 6to grado y esta pagina es strepitosamente esptrepitoza!! una cosa porfavor, como se ase para inscrivire aka??

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  4. Para "inscrivire aka", enviar texto, imagen, sonido y dinero a cifiper2002@yahoo.com

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  5. Concuerdo contigo Daniel, excelente película... qué poco falta para que este hecho se plasme en una realidad visible.
    Saludos amigo y que fuerza te acompañe.
    Camucha

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