jueves, 1 de abril de 2010

Editorial: Por fin... ciencia ficción en la educación peruana







Mis primeros contactos escolares con la ciencia ficción tuvieron lugar cuando mi amigo y condiscípulo Alberto Florez Guillén, me prestó un ejemplar de La guerra de los mundos de H.G. Wells, de la inolvidable colección Populibros de Manuel Scorza. Años después, otro condiscípulo Andrés Chumbiauca, me prestó otro clásico: Cuentos del relojero abominable, de José B. Adolph. Y casi al terminar la secundaria, otro compañero, Manuel Florez Guillén (sin parentesco), tuvo a bien aportar Los valerosos hombres libres, de Jack Vance.


Si. Aunque no lo crean, en la primera mitad de los años ochenta del siglo pasado los escolares de secundaria de los colegios nacionales de provincias leían, recomendaban e intercambiaban libros. Y hasta hubo uno que otro crítico en ciernes que casi arruinó mi vocación literaria. Pero esa es otra historia.


Sin embargo, no todo era felicidad. A contracorriente de las lecturas de los alumnos, al menos en lo que a la ciencia ficción se refería, los textos y programas de enseñanza no hacían gala de tanta modernidad. Desde el espeluznante texto de tercero de secundaria, desde el cual se aplaudía la prohibición de los cómics por "atentar contra el proceso educativo peruano" (llegaron a prohibir hasta a Batman) y por ser "alienantes", y cuyo autor además se angustiaba por la suerte de los pobres niños que se habrían quedado traumados a causa de Drácula (una estacada a Bram Stoker) y Frankenstein (desarmaron a Mary W. Shelley), esas muestras de "subliteratura"; hasta la separata de literatura donde se ofrecía como ejemplos de ciencia ficción a los eternos refritos De la Tierra a la luna y 20000 leguas de viaje submarino. Qué puedo decir, es lo que había, y sería bueno que tanto padres como alumnos entiendan que la etapa escolar es y será siempre un estándar básico de lo que es la educación. El resto depende de uno mismo.


Sin embargo, los años no pasan en vano, y me he dado con la sorpresa más grata que podría darse: ¡ciencia ficción en la currícula escolar de secundaria! Diría que ahora puedo morir en paz.

Y la hallé de la manera más inopinada: adquiriendo los libros de texto de mi hijo de catorce años, que va para el tercer año de secundaria. Para el curso de Comunicación, antaño conocido como lenguaje o lengua y literatura. A juzgar por las primeras lecciones, comienza enfocando el concepto de literatura, para luego continuar con los géneros literarios. Las unidades del libro de texto son 16, centrándose cada una en un estilo o género literario definido (clasicismo, medievalismo, renacimiento, barroco, neoclacismo, romanticismo, realismo (I y II), generación del 98 y modernismo, vanguardismo (en la narrativa, el teatro y la poesía), la generación del 27, el existencialismo y el teatro del absurdo, la narrativa de ciencia-ficción y la narrativa actual. Por cada unidad, se incluyen ejemplos del género o estilo, para efectos de desarrollar competencias en comprensión de textos, comunicación literaria, comunicación escrita, comunicación oral y comunicación audiovisual. Entre otras competencias, te enseñan a redactar reseñas literarias, publicar una revista y a argumentar.

¿Será verdad tanta belleza? ¿Se desarrollará todo el programa del curso? ¿Los alumnos egresarán siendo competentes en comprensión de textos, redacción y análisis? El tiempo lo dirá.

Pero, en cuanto a incluir un capítulo centrado exclusivamente en la ciencia-ficción, diría que hay un salto cualitativo en cuanto a entender la literatura en nuestro país, donde la ciencia-ficción ha sido considerada, tanto dentro como fuera del ámbito académico, como subliteratura, o más compasivamente, como un subgénero. No ocurre lo mismo en el libro que nos ocupa, que lo asume directamente como género literario (¿podría ser de otra manera? bueno, algún profesor apolillado debe quedar por ahí...), y ofrece una definición básica, inteligible y competente. Si bien mantiene cierto esquematismo (la ciencia-ficción sigue siendo literatura de anticipación), el texto introductorio es más que claro respecto al papel que viene desempeñando la literatura de ciencia-ficción en la cultura humana. En palabras Sergio Rodríguez, autor del libro:

"Aunque anticipe situaciones del futuro, no es ese el objetivo fundamental que persigue el autor de ciencia-ficción. La narración científica denuncia deformaciones de la conducta humana, poniendo de relieve que el exceso de tecnicismo llevará a la destrucción del hombre. Más que señalar el posible destino futuro de la humanidad, interesa que el lector reflexione sobre sí mismo y sobre su condición actual de vida."

Como ejemplos, se incluyen fragmentos de cuentos de Ray Bradbury, (Ylla) e Isaac Asimov (El racista), y de la novela 3001 de Arthur C. Clarke.

Comunicación y Vida 3 ha sido publicado por Ediciones Librotext S. R. Ltda.


Daniel Salvo

4 comentarios:

  1. Dr. Salvo: De hecho esa categorización existe al menos desde el 2007 y figura en los textos con los que trabajo.

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  2. Gracias por la mencion en este articulo....por cierto....Me devolviste el libro?

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  3. Claro Andy, lo puse en el agujero del mueble de la casa de Richi, junto a las revistas españolas.

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