lunes, 15 de febrero de 2010

Editorial: ¿Una Fundación para el Perú?




La genial trilogía (ampliada luego) de la Fundación, de Isaac Asimov (de quien siempre hay algo nuevo qué saber, gracias a Rodolfo Martínez), tiene el siguiente esquema: un Imperio Galáctico, aparentemente poderoso, se está desmoronando. Un científico genial, el psicohistoriador Hari Seldon, predice que a este desmoronamiento seguirá una larga edad oscura, cuyas consecuencias serían catastróficas para la humanidad. Si bien la caída del Imperio es inevitable, así como la subsiguiente edad oscura, Seldon tiene un plan para que esta época de barbarie dure lo menos posible - es decir, "sólo" mil años -. Dicho plan consiste en "establecer dos Fundaciones, en los extremos de la galaxia, para preservar el conocimiento acumulado por la humanidad". Además, se planteaba otro objetivo, consistente en la compilación y publicación de una Enciclopedia Galáctica, compendio de dicho conocimiento. Demás está decir que ésto es solo el principio de una serie de sorpresas y giros impredecibles, que esperamos sean bien aprovechados en el proyecto de película que planea rodar Roland Emmerich.

Pero como se hace evidente al poco de iniciarse los avatares de la Fundación, la publicación de la Enciclopedia Galáctica es tan solo la fachada de un proyecto mayor, el cual se nos irá revelando conforme avancemos en la lectura (si no han leído el ciclo de las Fundaciones de Isaac Asimov, no se las pierdan). Hari Seldon no miente cuando afirma que su intención es reducir el período de barbarie que seguirá a la caída del Imperio Galáctico, pero como diría otro personaje ficticio acaso más conocido, Obi Wan-Kenobi, dijo la verdad... de cierto modo, de manera que logra sus verdaderos objetivos en las narices de sus potenciales enemigos. ¿Cuáles son estos? Están descritos en las historias de la Fundacion. Lean, no esperen que se los cuente.

Ahora bien, hagamos un ejercicio de imaginación: imaginemos que el Perú actual es el Imperio Galáctico del universo de la Fundación... ¿Se parecen en algo ambos escenarios? Pues sí... y más en lo negativo que en lo positivo, a pesar de lo que digan algunos triunfalistas.

Dejando aparte las obvias diferencias que reporta una historia de milenios, donde lo más natural es viajar en naves que se desplazan a la velocidad de la luz, vemos que hay cierta naturaleza humana que no varía mucho, y que hacen predecibles ciertos eventos que podríamos llamar sociales. Las civilizaciones pueden tener períodos de esplendor para luego caer en la barbarie.

Pero mientras que en el Imperio Galáctico que describe Asimov la crisis ha sido prevista y conjurada por Hari Seldon y su equipo de psicohistoriadores, en nuestro querido Perú estamos en plena barbarie.

¿Qué otra cosa sino un estado de barbarie puede justificar la existencia de universidades (es decir, supuestos centros de reflexión y generación de ideas) cuya única razón de ser consiste en vender títulos? No se salvan las públicas ni las privadas, ni siquiera las de prestigio... Y creo que ningún catedrático en ejercicio podrá negar que estoy en lo cierto al afirmar que el nivel de exigencia para con los actuales alumnos universitarios tiende a reducirse: antes se exigía leer, ahora se busca que no lean tanto. Y parece que a nadie le preocupa la proliferación de facultades de Derecho, frente a una reducción o ausencia de centros de estudio especializados en las "inútiles" humanidades: digamos adiós a la historia, la literatura, la filosofía... Ya hemos sido testigos de lo que produce la carencia de un pensamiento crítico y lógicamente riguroso: además de aceptar como válida una sociedad donde campea la corrupción y el racismo, aceptamos con suma facilidad la existencia de los pishtacos, creemos que el reciente terremoto de Haití fue ocasionado por un rayo mortal y nos ufanamos en afirmar que la llegada del hombre a la luna en 1969 fue un fraude... por que así lo afirma una presentación en Powerpoint.

No cuesta nada prever el escenario -el futuro del país- que nos espera, compuesto por profesionales mediocres. Tal vez en el futuro se recuerde al actual Congreso, integrado por lavapiés, planchacamisas, comepollos y otros ejemplares, como una asamblea digna de la edad de oro ateniense.

Lo más lamentable es la labor de zapa que, espero que ingenuamente, han realizado algunos intelectuales de cierto prestigio, enarbolando como bandera una mala interpretación de estas palabras de César Vallejo: todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él. Gracias a esta mala interpretación, se ha terminado por justificar TODO: desde el abandono de la ortografía más elemental, hasta la celebración de costumbres o expresiones que lindan con la delincuencia, en nombre de una idea de pueblo que parece existir en la mente de unos cuantos depresivos. Si a ello sumamos voces acaso más enteradas y realmente polémicas (como el filósofo alemán Peter Sloterdijk, quien considera el humanismo como algo ya superado, aunque, a mi juicio, lo que deplora en realidad es la instrumentalización del humanismo, además de plantear sus límites en estas épocas de ingeniería genética), pues tenemos el Perú del presente: abandonado por sus intelectuales, y con muy pocas posibilidades de recambio (a ver, díganme qué idea original puede surgir de esas universidades que carecen de bibliotecas).

¿Hay tiempo para establecer una Fundación para el Perú? ¿Dónde? ¿Quienes la integrarían? Ingénuamente, consideré alguna vez que el departamento de Ica, actualmente en pleno boom de inversiones y con pleno empleo, podría ser el germen de un nuevo Renacimiento en el Perú, al crearse una nueva clase con dinero y ocio suficiente para dedicarse a las artes y las ciencias. Frente a una ciudad anómica y en franca decadencia como Lima, Ica podría ser la punta de lanza de una nueva generación de ciudadanos pensantes y conscientes, verdaderos líderes para el siglo XXI. Si, suena a elitismo, a academicismo apolillado, a sueños propios de Martin Prince, el gordito chancón de Los Simpson al que también le gusta la ciencia ficción. Un chancón que sueña una utopía de chancones (¿o de seres domesticados mediante la buena educación, como advierte el descreído Sloterdijk?).

Pero qué quieren que les diga, eso (la caída o instrumentalización del humanismo como proyecto educativo) al menos se puede criticar, sobre todo si se cuenta con una sólida base humanista. En cambio, la barbarie, la ausencia de ideas, no produce NADA. Ex nihilo, nihil fit (de la nada, nada sale). Entre una sociedad que cuenta con una elite intelectual (que al menos pueda producir o reproducir ideas, y si se vuelve tiranía, pues a luchar contra ella) y una sociedad carente de ideas, la elección es obvia. O al menos, a mí me lo parece. Por supuesto, siempre habrá el peligro de que surjan fascismos varios, ya estén disfrazados de pragmatismo (Fujimori dixit, aunque fue el quien dio el tiro de gracia a la intelectualidad en el Perú, pese a lo cual muchos de ellos lo extrañan tanto), o de supuestos proyectos nacionalistas que no ocultan su filiación con ideologías tan siniestras como el nazismo. No se trata de que aparezca el Hombre, el salvador, el iluminado que salve al Perú, sino que la propia acción y reflexión de TODOS produzca nuevas ideas, sin las cuales la sociedad se estanca. Las ideas, como la especia en Duna, deben fluir (aquí si valdría aquello de todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él). Pero primero, hay que producir ideas, hay que crearlas.

A ver quién se anima a fundar la Fundación...


Daniel Salvo, febrero de 2010

2 comentarios:

  1. La fundación somos nosotros Daniel o debería decir ¿R. Daniel?.

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  2. Muy certero aporte, estimado anónimo. En el libro de texto escolar de mi hijo de catorce años, al fin, hay un capítulo dedicado a la ciencia ficción, con cuentos de Asimov, Bradbury y Clarke. Ojalá y sea el principio de algo bueno.
    R. Daniel... Ya quisiera, jajaja.

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