viernes, 1 de enero de 2010

Regreso a Titán (Arthur C. Clarke)





Partida de caballo, parada de burro. Así podría resumirse esta novela de Arthur C. Clarke, cuyo título original Imperial Earth promete más de lo que ofrece. Eso sí, no puede uno dejar de reconocerle a Clarke la habilidad para plantear un argumento intrigante y el talento para describir maravillas tecnológicas, como ese arrecife de oro que el protagonista tiene ocasión de visitar.


La acción transcurre en el año 2276, es decir, durante el Quinto Centenario de la Independencia (de los Estados Unidos de Norteamérica). La Tierra es el centro de una suerte de imperio conformado por las colonias situadas en la Luna, Marte y Titán, satélite de Saturno. La colonia de Titán se encuentra bajo el liderazgo de los Makenzie, una "dinastía" integrada nada menos que por clones. El más joven de estos, Duncan Makenzie, efectuará un viaje a la Tierra, en búsqueda de conocimiento, poder e influencia para respaldar sus planes políticos en Titán.


Hasta el viaje que realiza Duncan, la novela transcurre de manera más que fluida. Clarke logra su cometido de maravillar al lector narrando la historia del futuro, el establecimiento de las colonias, el impacto de ciertos avances científicos; así como los pormenores del propio viaje interplanetario a bordo de la nave Sirius. Más de una vocación científica ha de haber surgido al leer estos párrafos.


Los problemas comienzan una vez que Duncan llega a la Tierra. Si bien se logra bastante verosimilitud en la descripción de los efectos que produciría el adaptarse a la Tierra para un ser humano que siempre ha vivido en un satélite muy lejos del sol, con una gravedad menor, en un ambiente aséptico, carente de fauna y con una flora reducida a lo indispensable. Es de apreciar el efecto alienígena que produce en Duncan la visión de un insecto tan prosaico como una puede serlo una mariposa. Su encuentro con el mar también es de antología.


Pero donde la novela comienza a fallar es en la intriga, en el plot, que la verdad, o bien carece de interés o es demasiado gringo para mí. Duncan va de un sitio a otro, encontrándose con una persona, luego con otra, hace una llamada, lo llaman... hasta que de pronto, tiene lugar el encuentro definitivo con la persona definitiva y ¡listo! entramos a la recta final, con Duncan Makenzie resolviendo un misterio (que acaso a nadie le interesa), besando a la chica (para luego decirle adiós) y, lo mejor de todo, ofreciendo a la humanidad el descubrimiento, cuya inspiradora descripción permite a Clarke dar otra vez lo mejor de sí, aunque no logra devolver al lector el tiempo desperdiciado en seguir una intriga que apenas levanta el vuelo.


Si bien se deja leer, Regreso a la Titán parece haber sido escrita para seguidores incondicionales de Clarke. Por suerte, tiene cosas mejores.


Daniel Salvo

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