Creo que no contamos aún con un término que, sin dejar de ser equívoco, reemplace al “libro electrónico”, que actualmente utilizamos tanto para referirnos al texto como al aparato que permite su lectura. E-reader, e-book, aún no han hallado su espacio en español. Me pregunto si existirá alguna relación con el índice de lectoría de nuestra población.
Estamos en 2011. En el mercado peruano, no existe aún oferta masiva de “lectores de libros electrónicos”. Una tienda por departamentos fracasó en vender una de las primeras versiones del Kindle de Amazon, utilizando la absurda estrategia publicitaria de ofrecer al lector peruano el acceso a las versiones en línea de diarios norteamericanos. Ahí están esos primitivos Kindle, de apariencia ya avejentada, acumulando el polvo de la indiferencia.
¿Se acabaron los lectores de libros electrónicos en el Perú? Otra tienda por departamentos, especializada en artículos electrónicos, viene ofertando un artefacto de procedencia desconocida (parece que china), que responde al nombre de E-book. O sea, un lector de libros electrónicos que se llama “libro electrónico”. Dadas las prestaciones que ofrece, no parece muy costoso, y eventualmente es rebajado por la tienda que lo distribuye. Desconozco cómo van las ventas, si es que las hay.
Tanto el Kindle como el aparato descrito anteriormente son “lectores de libros electrónicos” con todas las de la ley. Funcionan en base a la tinta electrónica que, según cuentan, ofrece una apariencia similar a la de un texto impreso en papel. Tanto así, que hay que utilizar iluminación adicional si uno se encuentra a oscuras. Eso si, el “E-book” (utilizo el nombre comercial del producto) permite el acceso a más formatos de lectura que el Kindle, que además está vinculado a la empresa Amazon, que según cuentan, puede rastrear la memoria de tu Kindle y alterar o borrar contenidos con los que no esté de acuerdo. Big brother is watching you.
La experiencia de leer en formato electrónico y en un dispositivo ad-hoc parecía ser, entonces, algo que eventualmente ocurriría en el futuro para mí. Me resistía a pedirle a mi hijo que me prestara su teléfono móvil (o celular, como le decimos en Perú), que como muchos que hay ahora en el mercado, vienen con lector de libros electrónicos en formato TXT. Hasta pensé en hacer una compra directa a alguna de las empresas extranjeras que ofertan estos productos, mayoritariamente chinas. Hay e-reader chinos de todos los precios, desde 60 dólares a más, según las características básicas (si es pantalla con E-INK o TFT, duración de la memoria, compatibilidad con los formatos TXT, PDF, E-PUB, FB2, MOBI…), y hasta se ofertan sin coste de transporte.
Pero siempre quedaba una duda: ¿quién garantizaba el producto? Como se sabe, para el caso de los productos chinos, uno funciona de maravilla y cien tienen fallas. Bajo esas circunstancias, cualquier monto resulta prohibitivo (si, soy un tacaño. ¿Y?). De modo que la idea de importar un e-reader quedaba, por el momento, fuera.
La casualidad hizo que la misma tienda que vende el e-reader E-book a 900 soles se decidiera a saldar un producto que tenía arrinconado en sus escaparates: un Tablet PC marca MID (Mobile Internet Device, o sea, Aparato móvil de internet o algo así de original, es como comprar medicamentos genéricos), modelo Mi770. Un simpático aparatito con pantalla TFT de siete pulgadas, sistema Android versión 1.5 y un costo más que aceptable: 400 soles. Además, la tienda (RadioShack, para más señas) ofrecía un año de garantía. Ni mucho ni poco, sobre todo si se tiene en cuenta que el objetivo principal de una Tablet PC es proporcionar la experiencia de un navegador portátil. Y no puedo negarlo, navegar en la web con un dispositivo portátil es muy placentero. Uno puede hacerlo incluso en el baño, aunque cabe advertir que siempre es preferible ingresar a algún sitio que tenga “versión para móvil”. La versión 1.5 del Android, todo hay que decirlo, es OBSOLETA para las prestaciones que la internet ofrece actualmente. Se pueden descargar aplicaciones, pero no todas funcionan correctamente. Y olvídense de los más recientes archivos de Youtube o sitios similares.
Pero si uno decide utilizar la Tablet PC como e-reader, el artilugio paga su precio con creces, y uno le coge cariño en un santiamén. Para empezar, hay varias opciones gratuitas de e-readers, según la variedad de formatos que permiten leer. Desde el básico TXT a los más sofisticados FB2, así como las versiones de Kindle o Nook que pueden descargarse como aplicaciones. Y uno puede descargar y borrar la aplicación cuantas veces lo desee.
Y cada aplicación tiene lo suyo. Desde el acabado de la “página de inicio”, que suele simular un estante de libros, hasta otras más sofisticadas. Con opciones de almacenamiento, visualización de la pantalla para día o para noche, tipo y tamaño de letra, avance de página automático o “manual” (causa cierta gracia el efecto visual de “pasar páginas” que tienen algunos programas), adiciones para ver imágenes (no recomendable para una pantalla tan pequeña, desgraciadamente).
Y pasado el impacto inicial de ver tanta luz, al final, volvemos a quedarnos con lo principal: la lectura. Al menos en este aspecto, creo que si cabe afirmar: bienvenido siglo XXI.
Daniel Salvo