jueves, 28 de abril de 2011

Editorial: Falso requiem por "Lo Insólito"



Entre 1977 y 1980, el Perú (y algunos países vecinos) fueron invadidos. Invadidos por OVNIS, astrólogos, médiums, fantasmas, contactados, reencarnados, monstruos, duendes, hadas, hombres de negro, viajeros del tiempo, rusos capaces de hacer flotar cosas en el aire, psicofonías, ectoplasmas, levitación, yoga, radiestesia, el poder de las pirámides, cristales curativos... en suma: exobiología, espiritismo, parapsicología, astrología, esoterismo, etc.


¿Por donde se filtraron, a esta realidad, semejante caterva de seres y sucesos proscritos por la razón y el sentido común, algunos de ellos más falsos que billete de 6 soles? Pues por una brecha abierta por la revista Lo insólito, que inició su andadura con la famosa cara en Marte publicada en la portada... de cabeza. Reproduzco aquí la presentación de la revista:






"DEL EDITOR

He aquí una revista que se propone llenar un vacío de la información: el que corresponde a noticias, estudios y reflexiones, acerca de hechos considerados insólitos.



Hechos que, simplemente, son manifestaciones de aquellas leyes de la naturaleza, que aún desconocemos.



O bien de mundos que recién comenzamos a descubrir en toda su magnitud; uno de ellos es el de nuestra mente, poco o mal conocida; otros, pertenecen a esferas diferentes y lejanas y cada día se afirman más.



Leer "Lo Insólito" será una grata evasión de lo cotidiano, una interesante incursión en dimensiones distintas, así como un provechoso retorno a las fuentes.



Leer "Lo Insólito" nos permitirá trabar mayor conocimiento con nosotros mismos y comprender mejor las incógnitas que nos rodean.






1ro de junio de 1977






COARTE"






Demás está decir que muchos nos volvimos fanáticos de Lo Insólito que, a partir del primero de junio de 1977, se publicó quincenalmente, sin fallar ni una sola vez a la cita, hasta su último número, el cincuenta, publicado en 1980. Llegué a coleccionar los cincuenta números que publicaron, convencido de que los casos y fenómenos publicitados en la misma eran tan verídicos como cualquier otro evento. Tenía entre nueve y diez años cuando comencé a coleccionarla. Doce al finalizar la publicación.




De modo que ese período de mi vida transcurrió esperando con avidez cada quincena, a la espera de la columna Extraño, muy extraño de la misteriosa periodista Zizi Ghenea, los fantásticos cuentos disfrazados de humor de todo color de la escritora María Tellería Solari (autora del cuento La apotéosis de la maestra, un excelente relato fantástico), las apocalípticas Noticias espeluznantes, la sección Miscelánea (gracias a la cual supe de la existencia de escritores como Isaac Bashevish Singer, René Barjavel, Alvin Toffler), que demostraba que nuestro Perú estaba plagado de esoteristas, curanderos, videntes, brujas, tarotistas, cabalistas, alquimistas, iniciados de las más diversas tradiciones ocultas. Las ilustraciones a cargo de Jorge Bernuy convertían cada historia en un clásico. Y qué decir de la sección Nuestro invitado de hoy, por la que desfilaron parasicólogos, sacerdotes, contactados, . Fue gracias a Lo Insólito que el hoy disuelto Grupo RAMA se hizo famoso a nivel mundial, prometiendo una catástrofe mundial que nunca llegó. Las excursiones a la meseta de Marcahuasi hicieron furor luego de ser publicadas las ideas del desaparecido Daniel Ruzo en torno a las formaciones rocosas existentes.




Con los años, empezaron a ocurrir extraños fenómenos. Algunos OVNIs fotografiados comenzaron a parecerse más a hornillas de cocina que a naves interplanetarias. Otros dejaron ver misteriosos remaches, más propios de calderas de vapor que de motores atómicos. Los extraterrestres nunca descendieron y los contactados se convirtieron en oficinistas. A los objetos que los rusos hacían flotar en el aire se les rompió el hilo. Las cartas del tarot se ajaron, la Atlántida nunca fue encontrada, los esqueletos de origen desconocido resultaron ser huesos de tiburón, las piedras grabadas de Ica se desdibujaron. Los sueños de la infancia fueron reemplazados por los de la adolescencia. De Lo insólito, cuyo último número fue publicado en 1980, me pasé, no se si con cierta lógica, a la ciencia ficción, la fantasía y el terror. Es decir, literatura y ficción en torno a fenómenos que ahora sabía inexistentes, pero que no habían perdido - al menos para mí - su mágico poder evocador.




De manera que Lo Insólito, producto de la labor de Jorge Castro de los Ríos, Alvaro Ruiz de Somocurcio, Zizi Ghenea, María Tellería Solari, Tiberio Petro - León, Jorge Bernuy, el grupo COARTE, cumplió al final su labor: asombrar, hechizar, iniciar, enseñar... trazar un camino que nos ha llevado, a algunos, a seguir soñando con mensajes de los astros, con mundos más allá de la imaginación, con lo insólito que se oculta a la vuelta de la esquina.




El presente editorial es, por eso, un falso requiem, por que Lo insólito no ha muerto, sigue vigente. Siguen ocurriendo hechos inexplicables, como el que un chico de pueblo acabe abjurando de una mediocre carrera de abogado para dedicarse a escribir un blog sobre ciencia ficción, descuidando su hogar con esposa y dos hijos, detenido en unos eternos doce años, soñando aún con naves, brujas y monstruos. Observando de vez en cuando los cielos, esperando que retornen.




Extraño, muy extraño...







Daniel Salvo, abril de 2011

miércoles, 20 de abril de 2011

Serpiente del sueño (Vonda N. McIntyre)




La acción de Serpiente del sueño transcurre en un futuro bastante peculiar. La Tierra, al parecer, ha atravesado por un conflicto nuclear de efectos devastadores. Pero aunque la civilización que conocemos ha colapsado, hay vestigios que nos indican, entre otras cosas, un gran avance en ciencias médicas y un contacto con seres extraterrestres cuya presencia en nuestro planeta continúa, aún cuando estos alienígenas apenas intervienen en los asuntos humanos.



En este escenario post atómico, la dispersa humanidad ha formado clanes o tribus independientes, cada una con sus propios sistemas de conocimientos, organización política, adelanto tecnológico y costumbres sexuales. La protagonista de la novela, Serpiente, es una curadora, cuyas habilidades médicas dependen en gran medida de sus "acompañantes", tres serpientes venenosas con las cuales puede otorgar a sus eventuales pacientes un tratamiento que podría considerarse milagroso, a juzgar por sus logros (cura del cáncer, restitución de habilidades motoras, entre otras). La manera en la cual Serpiente ha obtenido su asombroso conocimiento se basa, empero, en las ciencias biológicas, de las cuales apenas se nos ofrece algunos atisbos.



Los curadores, casta a la cual pertenece Serpiente, son conocidos y respetados por ese conocimiento, no siempre comprendido por sus beneficiarios. Así, en medio de una curación in extremis, Serpiente perderá a una de sus colaboradoras, una serpiente de sueño, una especie de reptil que no es oriunda de la Tierra, sin la cual las habilidades curativas de Serpiente se ven practicamente anuladas. Sin una serpiente de sueño, una curadora es inoperante.



Serpiente se verá forzada así a buscar otra serpiente de sueño, a sabiendas de que se trata de una misión casi imposible: las serpientes de sueño se reproducen muy rara vez, y ni siquiera se ha logrado conseguir un proceso de clonación que pueda considerarse exitoso. Siguen siendo una especie extraterrestre, tan incomprensibles como los exteriores que moran entre los humanos. Es gracias a esta búsqueda que podemos obtener una visión de primera mano del mundo del futuro, que no difiere mucho del nuestro en los aspectos más negativos: ignorancia, esclavitud, prepotencia y egoismo continúan siendo los principales móviles de la existencia de muchos seres humanos, al igual que la locura.



Pero no todo es negativo. La propia Serpiente se nos presenta como una mujer de gran entereza moral y llena de eso que podemos definir como vocación de servicio, alguien que vive para que otros puedan vivir, y que en más de una ocasión deberá dejar de lado su propia comodidad - siempre al alcance de la mano, siempre una tentación - en aras de los objetivos superiores a los que ha consagrado su existencia. Sin dejar de ser humana, Serpiente tomará siempre la decisión correcta, aún cuando esto no le proporcione beneficio alguno. Rescatará a una niña de sus explotadores (tan civilizados como crueles), y a cambio obtendrá la ocasión de desarrollar una maternidad que aprende a disfrutar.



El momento cumbre de la novela llega cuando Serpiente, ante los rumores de la existencia de un lugar donde podría encontrar al fin otra serpiente de sueño, se dirige al mismo para encontrarse con la tentación final, un poder mediante el cual podría obtener todo lo que alguien en sus condiciones podría desear.



Una hermosa historia protagonizada por un personaje inolvidable. Serpiente del sueño obtuvo los premios Nebula (1978), Hugo y Locus (1979).



Daniel Salvo

martes, 12 de abril de 2011

Milenio negro (J.G. Ballard)







Sólo un genio como Ballard pudo lograr lo increíble: convertir un típico barrio de clase media inglesa en un planeta exótico, y a sus moradores, en extraterrestres de incomprensible comportamiento.


Por que de eso va Milenio negro (Millenium People, 2003), novela que para muchos no califica en lo más mínimo como ciencia ficción, pero que a mi juicio, es una de las visiones prospectivas más sombrías y certeras acerca del futuro que estamos creando. No un futuro distópico ni postapocalíptico, sino uno en el cual nada cambia. Lúgubre, ¿no?


La acción - narrada muy ballardianamante, dicho sea de paso - se centra en un barrio de clase media inglesa, Chelsea Marina. Hablar de un barrio de "clase media" británica no es lo mismo que hablar de su equivalente en un país tercermundista. Los ingleses de la novela viven en urbanizaciones despejadas, educan a sus hijos en exclusivos internados, toman clases de equitación, realizan periodicamente viajes de placer al extranjero, son todos profesionales con buenos ingresos, auto del año en la cochera y, como mínimo, un divorcio.


¿Se dan cuenta? Como quien no quiere la cosa, Ballard comenzó a hablar de nosotros, pero de una manera tan corrosiva y realista que poco falta para coger una soga y colgarse. Por que la vida de esta clase media está tan esquematizada que carece por completo de gracia y encanto. No hay retos, no hay conflictos, no hay objetivos: se limita a cumplir su papel de eterna aspirante a ascender al status de clase alta y de servir de muro de contención para las clases bajas. Vive entre el arribismo y el miedo, y muy cómodamente, por cierto, lo cual es eventualmente recompensado desde la cúspide de la pirámide a la cual no llegarán jamás, pero a la que creen pertenecer.


En esta utopía gris, ocurre sin embargo un hecho singular: un atentado en un aeropuerto, en el cual fallece la ex-esposa del psicólogo David Markham, uno de los forzados protagonistas de Milenio negro. Su sentimiento de culpa por lo ocurrido (ya ven, es tan clase media...) lo lleva a investigar el hecho, para descubrir - e involucrarse con - un movimiento de lo más sorprendente, encabezado nada menos que por un médico, el doctor Gould, quien se ha hartado de su papel de conservador del orden y ha decidido encabezar una revolución de la clase media, nada menos. Basta de docilidad y servilismo, sacúdanse de la ilusión de pertenecer a una clase superior que en el fondo los desprecia y utiliza. Rebelión, subversión y terrorismo; palabras que sólo queremos leer en los textos de historia (y si es de otros países, mejor).


Y vaya que sus métodos son peregrinos, por decir lo menos: retirar a los niños de las escuelas, abandono de automóviles en la vía pública, mudanzas en masa... En fin, despojarse de todo los supuestos símbolos de status que los definen. Como ejemplo de estas medidas, una ex-presentadora de televisión va de casa en casa para hablar con señoras en bata y destruir su sencilla fe en el five o´clock tea.


Pero no todo es tan pacífico. Se organizan ataques y otras acciones más violentas, que al final ponen en alerta a la ciudad. El atentado en el cual ha fallecido la ex esposa de David Markham adquirirá un cariz más siniestro, y la figura del doctor Gould acabará convirtiéndose en un eco del Kurtz de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, una mente oscura de la cual brotan tanto el miedo como el asombro.


El plot que moviliza la acción de Milenio negro tiende a ser algo confuso, orientado a lo policial antes que a lo especulativo. Pareciera que Ballard cogió la primera idea que se le vino a la mente y la convirtió en un vehículo para expresar su poco optimista visión de lo que el siglo XXI nos ofrece. Markham, al afianzar su relación con Gould, llegará a involucrarse tanto con el movimiento que no tendrá más remedio que elegir entre las sempiternas opciones de la clase media: seguir sirviendo de útil lubricante para que la maquinaria social siga funcionando, es decir, que las clases altas no se mezclen con las clases bajas; o asumir un papel más revolucionario, como en su momento lo hicieron las clases medias de Francia en el siglo XVIII. El otrora tranquilo barrio de Chelsea Marina, rodeado de policías y agentes del orden que no saben cómo convencer a los profesionales que vuelvan a sus automóviles y a sus clubes, está a punto de convertirse en una barricada, acaso la chispa de una revolución.


¿Asumiran los nuevos líderes del movimiento su responsabilidad? ¿Optarán al fin por la libertad, la creatividad, la liberación de su vida alienada por el servilismo y la comodidad, por el falaz sentimiento de sentirse superiores a las clases bajas?


Si usted pertenece o cree pertenecer a la clase media, ya sabe el final de la historia.


Daniel Salvo