viernes, 7 de septiembre de 2012

Editorial: La muerte de Armstrong


La muerte de Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la luna, ha coincidido con la reciente adquisicíón de esta novela, Espacio deshabitado, en una librería limeña, a precio de saldo, lo que es de agradecer para mi trajinado bolsillo. De otro modo, no creo haber podido solventar los 21 euros de su precio original. Ya he perdido la cuenta de cuántas veces me he dicho a mí mismo "este es el último libro que voy a comprar en la vida, ahora voy a ahorrar..." En todo caso, el espacio se me está acabando...

¿Por qué hablar de un libro que aún no he leido, que además, no cuenta precisamente con los mejores auspicios, a juzgar por ciertas reseñas del mismo? Pues por la premisa de la cual parte:

La mañana siguiente al funeral de Neil Armstrong, un cohete fantasma del Saturno V despega desde Cabo Cañaveral.

Y por lo que he podido adelantar, la novela va, entre otros temas, acerca de una época en la cual la exploración espacial está prácticamente detenida, una época en la cual el máximo destino al que puede aspirar un astronauta es darle mantenimiento a la Estación Espacial. Y eso es todo cuanto sé de la trama, que espero desentrañar pronto.

Curioso haberme topado con esta novela al poco tiempo de morir Neil Armstrong. Y más que curioso observar en la realidad, que su muerte también ha dado lugar a la aparición de "fantasmas", o peor aún, a ciertos mitos que dicen mucho de la pobreza mental de nuestro siglo XXI: no tardaron en aparecer, en facebook y otras redes sociales, textos y mensajes tildando a Armstrong de farsante, de mentiroso, supuestamente por haber participado en la "conspiración" urdida por el gobierno norteamericano para engañar al resto de la humanidad y hacernos creer que, efectivamente, el hombre llegó a la luna en 1969.

Los comentarios más suaves ponían cosas como "se llevó su secreto a la tumba", "sólo el sabe lo que realmente ocurrió" hasta "no hay nada que lamentar, ha muerto un mentiroso" y otros así de atroces. Y si bien mi reacción inicial fue, de alguna manera, poner en claro lo absurdo de las teorías conspiranoicas (las cuales, considero, se originan en un profundo complejo de inferioridad que hace a ciertas personas incapaces de reconocer los logros de otros, cuando no de la simple ignorancia), la tarea resultó tan agotadora como inútil. Para un sector (espero minoritario) de la población humana, el viaje a la luna fue un fraude, lo cual se ha "demostrado" gracias a ... un archivo ejecutado en Powerpoint.

En fin, sólo queda decir: descansa en paz, Neil Armstrong. Y disculpa nuestra ignorancia, envidia y temor. Al menos, ya no pueden alcanzarte.

Daniel Salvo