martes, 13 de agosto de 2013

La ciencia ficción peruana se mueve



La ciencia ficción se mueve, mucho más que en otros años, en el Perú. No al nivel del reciente festival Celsius  232 de España, obviamente, pero si lo suficiente como para dejar atrás la noción de que lo fantástico es un género marginal en nuestras letras. Sin ir muy lejos, durante la reciente (y cuestionada) 18 Feria Internacional del Libro de Lima, tuve ocasión de presentar dos libros, Alex Gubbins y el planeta olvidado de L.T. Moy (Ediciones Altazor) y El fantástico viaje de Helen Haiff de Beatriz Ontaneda (Editorial Casatomada). Lamentablemente, por razones de horario no pude asistir a la presentación de la excelente Eternidad al atardecer de Jorge Mendoza Aramburú, de la editorial El Laberinto, que también se presentó en la Feria.



A ello deben añadirse otras publicaciones del género, algunas esperadas, otras sorpresivas. Para el primer caso, tenemos el volumen ¡Bienvenido Armagedón!, publicado por Ediciones Altazor, en el cual doce autores nos ofrecen sus visiones (a veces, muy personales) del fin del mundo. La misma editorial publicó también la antología de microrrelatos (otro género que está cobrando fuerza en nuestro medio) 201, basada en las extrañas circunstancias bajo las cuales nuestro amigo David Roas siempre se aloja en la habitación 201 del hotel donde recala. Como si esto no bastara, Ediciones Altazor también publicó una nueva hornada de los fantásticos (fabulosos, diría yo) cuentos de José Guich Rodríguez bajo el título de  Control terrestre, cuya maestría en el manejo de lo fantástico es ya conocida. Mención aparte merece su novela El misterio del barrio chino, publicada por SM Editores. Y siguiendo con Altazor, este sello también publicó Cazador de momentos, de Juan José Cavero, “una novela distópica inscrita en el ciberpunk”, nos advierte el crítico Elton Honores.

El momento tenía que llegar. 

Daniel Salvo