miércoles, 31 de agosto de 2011

Entrevista a Delia Revoredo Sedero



“Para José B. Adolph, crear era un impulso irrefrenable: necesitaba crear para sentirse vivo”.




Entrevista a Delia Revoredo Sedero

Por Carlos Enrique Saldivar




Para José B. Adolph.
In memorian del maestro.









Jueves 17 de Abril de 2008.

11:45 a.m.

La artista me ha recibido gentilmente en su casa, lugar donde se ha realizado la siguiente entrevista. El propósito era conocer un poco más sobre el escritor José B. Adolph. Como muy pocos saben, Delia Revoredo fue pareja del escritor durante sus últimos años y es quizá la persona que más lo conoció y la que mejor nos podría hablar de él.

Carlos E. Saldivar: ¿Qué opina del homenaje a José B. Adolph en esta revista?

Delia Revoredo: Satisfacción y tristeza. Satisfacción porque creo que se lo merece y tristeza porque en cierta forma es lamentable que el homenaje sea póstumo. Él siempre dijo que en realidad los homenajes solo tienen sentido si la persona está viva. Decía que de nada le sirve al homenajeado el reconocimiento si éste ya no ésta y no se va a enterar. Aunque tengo entendido que este número dedicado a él fue programado antes de su muerte y que él estaba enterado. Lamento muchísimo que él no vaya a tener la satisfacción de poder ver y leer la revista, y que no pueda asistir al homenaje.
Conociendo a Pepe, y creo haberlo conocido bien, yo diría que cualquier homenaje le hubiera incomodado un poco. Incomodado no en el sentido de molestado, hubiera valorado el gesto, le hubiera gustado y, quién sabe, hasta emocionado, pero se hubiera sentido algo incómodo si la gente hablaba bien de él y lo halagaba. Sentimientos ambiguos, en parte por pudor. Inmediatamente se hubiera escapado por el lado de la broma. Como decía: “Siempre con un chiste lo tengo que fregar todo.” De lo que sí estoy casi segura es de que hubiera hecho bromas para quitarle cualquier tipo de solemnidad al homenaje y evitar un posible acartonamiento del evento. Hubiera incluido el humor y hubiera convertido algo que puede ser solemne en divertido. Detestaba la solemnidad.

CS: El año pasado hicimos un pequeño homenaje al escritor, con trabajos de Jorge Luis Obando, Elton Honores, Rony Vásquez, Christian Elguera, relacionados con José B. Adolph –principalmente–, Clemente Palma y con la literatura de corte extraño. También participó Giancarlo Stagnaro.

DR: Sí, me enteré por el escritor José Güich Rodríguez de aquel homenaje. Pepe se enteró porque se lo comentó Jorge Díaz Herrera, también escritor y gran amigo de Pepe. Pero se enteró ya una vez pasado el evento. Al principio pensó que era una broma. La noticia le sorprendió y le agradó.

CS: ¿Qué opina, usted, de las obras del escritor?

DR: Admiro su obra y lo admiro y amo a él. Me gustan mucho sus cuentos, sobre todo los más recientes. Admiro y valoro en ellos esa capacidad de entrar en las profundidades del ser humano y pasearse por ellas, donde no necesariamente los hechos en sí son lo más importante, salvo como desencadenantes de procesos internos. Me atrae y seduce en ellos ese intento por adentrarse en esos universos, sus misterios y profundidades, ese hurgar en el subconsciente y el vuelco hacia afuera a través de las relaciones interpersonales. Las relaciones interpersonales tienen una importancia muy grande en la mayoría de sus cuentos y en algunas de sus novelas. Particularmente me gusta muchísimo la novela Ningún Dios, que forma parte de la trilogía de De Mujeres y Heridas.

CS: ¿Cómo conoció al autor?

DR: Lo conocí en el Instituto Goethe cuando éste estaba todavía en el jirón Ica. Eso debe haber sido más o menos en 1987. Conectamos muy bien. Después nos reencontramos en el mismo instituto, cuando se mudaron al Jirón Nazca en Jesús María dos años después y yo empecé a trabajar allí. Era muy divertido, muy bromista e ingenioso, y nos alegraba a todos los que trabajábamos en el instituto. Tuvimos una linda amistad al principio y después vino lo demás.

CS: ¿Cómo era la manera de ser del escritor?

DR: Es una pregunta muy ambiciosa pero mencionaré lo que todos saben: que tenía muchísimo sentido del humor. No se tomaba en serio a sí mismo, lo cual es muy saludable. Tenía un sentido del humor inteligente, fino, delicioso, exquisito. Por sus declaraciones irreverentes, cuestionadoras y, por ende, a veces también inquietantes, es probable que muchas personas se hayan hecho una imagen equivocada de él, pero la realidad es que además de apasionado, era un hombre muy sensible y tierno, aspectos que tal vez pocas personas hayan podido vislumbrar por su, a veces, perturbador humor cáustico. No sé hasta qué punto la gente haya podido captar al gran romántico que había detrás de esa persona irreverente de humor agudo, ácido e incluso corrosivo, humor que sólo pueden tener las personas con una gran inteligencia y sensibilidad. Y también contrariamente a la imagen que podría proyectar, era emocionalmente muy estable. Estable en sus sentimientos en la relación de pareja y un padre maravilloso. Si estuviera escuchando esto, ya estaría interrumpiendo con alguna broma ingeniosa al mejor estilo “Adolph”, y diciéndome que no lo siga insultando. Y por sobre todas la cosas, era un hombre honesto y aunque le hubiera jodido que lo diga, lo diré: era un hombre bueno (perdóname Pepe, por decirlo).

CS: En la antología de poesía y narrativa: “Dos palabras”, leí un cuento bastante bueno de un escritor llamado Alain Adolph, ¿es familiar del escritor?

DR: Sí, Alain Adolph es su hijo, escribe y hace poesía.

CS: ¿Qué significó formar parte de la obra creadora de Adolph, por ejemplo, participar como autora de los cuadros que ilustraron las carátulas de algunos de sus libros?

DR: Pepe decía que estaba conmigo porque así tenía carátulas gratis. Yo siempre he pintado. Yo nunca pensé en pintar para ilustrar sus carátulas. Daba la casualidad que algunas de mis pinturas conectaban más o menos con algunas de las cosas que él estaba escribiendo o que escribiría más adelante. Había tal vez algún tipo de afinidad en cuanto a nuestra sensibilidad artística también. Desde el punto de vista externo éramos personas muy diferentes. Él, más extrovertido socialmente, con un gran sentido del humor, una persona más comunicativa, aunque en realidad era una persona muy solitaria y con muy pocos amigos. Yo en cambio soy tímida, callada, introvertida, no soy de estar haciendo bromas como él. Sin embargo éramos personas muy parecidas desde el punto de vista de la sensibilidad, pensábamos y sentíamos muy parecido, “espiritualmente”, por decirlo de alguna manera, yo siempre he sentido que él era “mi alma gemela”. Una vez un amigo biólogo nos dijo que él sentía que había una simbiosis entre nosotros. Artísticamente había también una especie de empatía. Por ejemplo, aquel cuadro que ves allí ilustró De mujeres y heridas. No lo pinté para el libro. Nuestra sensibilidad artística resultó ser muy parecida. Al margen de que era mi compañero, como persona, como ser humano, con nadie he tenido tanta afinidad, tanta comunicación y entendimiento en todo sentido, como con él. Eso podría explicar muchas cosas. Entre ellas mi amor por él.

CS: ¿Qué opina usted de sus detractores?

DR: Si alguna persona ha tenido problemas con él, yo no me he enterado. Pepe siempre ha estado sumergido y metido en lo suyo, en su proceso creativo. Nunca le importó lo que opinen los demás o por lo menos no le importaba en el sentido de que esas opiniones nunca lo iban a frenar, influenciar o condicionar en lo que él sentía que debía de escribir. La palabra “detractores” no sé cómo entenderla en esta pregunta pero, en todo caso la gente tiene derecho a discrepar y si a alguien no le gusta lo que hace, pues tiene derecho a decirlo, como también tiene derecho a no leerlo.

CS: Un escritor argentino, en un extenso artículo publicado en la revista virtual Axxon en el 2007, hizo una acotación con respecto a la labor de José B. Adolph como escritor de ciencia ficción. Dicho autor dijo, bastante convencido, que sus apariciones en antologías del género eran producto de incursiones aisladas en el campo de la literatura fantástica, además mencionó que José B. Adolph había desarrollado su carrera dentro de la corriente principal y nada tenía que ver con el género, ¿qué opina usted de esto?

DR: Él jamás pretendió ser catalogado como autor de ciencia ficción ni como perteneciente a algún otro género tampoco. Ya dije que él escribía lo que él creía que tenía que escribir. En ese sentido era un escritor honesto. Él jamás intentó ser el abanderado de la ciencia ficción en el Perú. No tenía ese tipo de pretensiones.

CS: ¿Cómo era su proceso creador?

DR: Supongo que respondía a un impulso irrefrenable, sobre todo en determinadas épocas. Era una necesidad y no se imaginaba haciendo otra cosa. Decía que, como escritor, necesitaba matar algo para nacer otra vez. En ese sentido era importante poder publicar: para liberarse y reiniciar otro proceso creativo. Necesitaba crear para sentirse vivo. Le interesaba la publicación como a cualquier escritor, pero jamás se movía para ello. Lo han buscado alguna veces las editoriales para ver si tenía algo nuevo, muchas veces quedaba en nada pero él jamás insistía. Él jamás busco a nadie, nunca ha ido a las editoriales a hablar y pedir un espacio, nunca. No tengo ningún recuerdo de él buscando popularidad o editoriales que le publiquen algo o marketéandose. El decía que estaba contento con sus catorce lectores.

CS: ¿Siente que el escritor logró sus objetivos, realizó sus metas como artista?

DR: No creo que él se haya trazado objetivos ni metas como artista. Escribía porque era inevitable y sentía que no podía hacer otra cosa. Escribió como quiso y lo que quiso. Si se podía publicar, bien, si no se podía, qué pena pero, bien también. Él decía: “Si lo que escribo le gusta a alguien, podrá leerlo, lo que he escrito ahí está, al que le interese que lo lea, lo que tuve que decir en su momento ya lo dije, al que le llame la atención y quiera leer más, ya lo buscará. Los libros están allí”.

CS: ¿Se le puede considerar como escritor de ciencia ficción?

DR: Sí, claro que se le puede también considerar como tal y recalco el “también”, porque además hacía otras cosas. Aquí entramos en la necesidad de catalogarlo con lo cual se corre el riesgo de reducirlo o limitarlo, lo cual sería injusto. Es sin duda un escritor de ciencia ficción pero, más adelante cerrando etapas, pasó a una etapa más introspectiva, y así fue alternando. Yo creo que lo que pasa aquí en el Perú y no sólo en el Perú, es que la gente que se supone que entiende, trata de etiquetar a los escritores. A Pepe no tenían como etiquetarlo, cómo clasificarlo y eso ha hecho que se le trate injustamente. Es que era un escritor atípico para el Perú. Por esa necesidad de catalogarlo, alguien lo nombró incluso un escritor judío cuando no es un escritor étnico tampoco. Pepe dijo alguna vez que en todo caso era “un judío que escribe”, que es muy diferente a ser un “escritor judío”. En la trilogía De mujeres y heridas, en la novela Ningún Dios, muchos de sus personajes son judíos y tal vez por eso lo digan. Esa novela es lo más cercano a una novela autobiográfica, que empezó como un homenaje a sus padres. Si bien allí se trata el tema del destierro, yo lo entiendo más como un destierro existencial.

CS: Personalmente califico su estilo como “metafísica-ficción”, pero ahí surge el problema de definir lo que es metafísica-ficción y proponerla dentro de la vasta taxonomía de la Literatura. Pienso que José B. Adolph es un autor inclasificable, pero se le considera como el máximo representante de la ciencia ficción, en un país en el cual este género adolece de representantes. Por eso muchos opinan que su contribución al género es indispensable.

DR: No me gusta mucho la denominación de “ciencia ficción” para el tipo de literatura que él hacía. Será por los prejuicios que hay contra ese género considerado por muchos como literatura menor. Muchos ya tienen anticuerpos de solo escuchar ese término y no lo toman en serio. Yo no sabría cómo clasificar ese tipo de literatura. Tal vez me gusta más el de “literatura fantástica”. Pero el hecho de ser uno de los fundadores de la literatura fantástica en el Perú, no significa que no haya incursionado positivamente en otros campos también.

CS: ¿Recuerda alguna anécdota especial del escritor?

DR: Sí, por diversos motivos, en diferentes momentos de su vida, diferentes psicólogos le tuvieron que hacer tests psicológicos y en todos los informes siempre concluían como rasgo negativo, que era “muy inmaduro y que tenía excesiva tendencia a la fantasía”. Será eso lo que hacía de él una persona tan especial, adorable y encantadora.

CS: Finalmente —sé que va a sonar un poco inesperado de mi parte—, pero siento curiosidad por saber cuál fue el último libro que el autor estuvo leyendo.

DR: Estaba releyendo “A century of Science Fiction (From Jules Verne and H.G. Wells to Arthur C. Clarke and Isaac Asimov)". El marcador indica que le faltaba leer el ultimo cuento “Cease Fire” de Frank Herbert, que empieza en la página 362.

No hay comentarios:

Publicar un comentario