martes, 19 de mayo de 2015

La isla de cemento / J.G. Ballard



James Graham Ballard (1930 - 2009), o J. G. Ballard como lo conocemos casi todos, es un escritor inglés cuya personalísima escritura sólo puede describirse en una palabra: ballardiana. Por que sólo el trata los temas más inverosímiles (asesinatos en masa cometidos por niños bien educados, revoluciones llevadas a cabo por arribistas clasemedieros, tribus urbanas que involucionan en edificios de alta tecnología) con una prosa fría y a ratos desangelada, que hace sentir al lector que está leyendo un reporte periodístico antes que alguna clase de ficción. 

En "La isla de cemento" (1974), somos partícipes de otra situación insólita: el protagonista, Robert Maitland, es un arquitecto cuya vida transcurre de manera plácida y normal (ejecutivo de éxito, tiene esposa, hijo y amante), hasta el día en que su veloz Jaguar le juega una mala pasada mientras conduce en una de las tantas autopistas del Londres contemporáneo (de los años setenta), y acaba con el vehículo accidentado en un terreno baldío, situado exactamente entre tres vías de la autopista. Salir de ese espacio cubierto de hierba y restos de otros tantos accidentes parece fácil, pero Maitland acabará descubriendo que, más que un accidente de carretera, lo que ha sufrido es una suerte de naufragio imposible en una isla rodeada, no de agua, sino de vehículos cuyos conductores apenas reparan en su presencia. En un primer momento, Maitland será un moderno Robinson Crusoe, abandonado a su suerte e imposibilitado de salir de su confinamiento.

¿Absurdo? Por supuesto que sí, mientras tomemos la historia como un relato de tono realista. Pero si jugamos al juego de Ballard, de fabular y crear o recrear ciertos mitos en este entorno urbano, tenemos una estupenda muestra de algo que podríamos describir como fantasía urbana o acaso "weird fiction", con un personaje cuya aventura consiste en tratar de volver a su casa, en su propia ciudad y en el civilizado entorno de la Inglaterra de fines del siglo XX. 

Ballard logra atraparnos, si bien no siempre entretenernos, con su prosa capaz de convertir una vulgar autopista en un entorno salvaje y desafiante, con su propio clima, horarios, paisajes... De pronto, el resto del mundo deja de existir, para asombro del propio Maitland, enfebrecido por el alcohol y las heridas que el accidente le ha causado. En medio de este delirio, se produce un cambio trascendental: resulta que la isla tiene otros habitantes, tanto o más estrambóticos que el "nuevo" Maitland. Una joven rebelde y su acompañante, un ex artista circense, un acróbata con cierto retardo mental. Difícil no hallar ecos de "La Odisea" en esta parte de la novela, con un Odiseo - Maitland añorando volver a su hogar, pero que no por eso se inhibe de disfrutar de la hospitalidad y cuidados de esa curiosa Circe que se hace cargo de él, y que trata por todo tipo de medios - sexo incluído - de convencerlo de quedarse para siempre en la isla; al tiempo que Proctor, el acróbata, deviene en una especie de  ambiguo Polifemo, oscilando entre la peligrosidad y la puerilidad. 

Ballard solía referirse al "paisaje interior", y es un lugar bastante común referirse al autor como parte del "new wave" de la ciencia ficción de los años sesenta. En "La isla de cemento", la propuesta del paisaje interior como extensión de mente se hace realidad: su nuevo entorno acaba por transformar a Maitland, quien termina por quedarse solo en la isla, pero no como víctima de un accidente, sino como amo y señor de la misma, postergando indefinidamente el retorno a un hogar que ahora se le aparece como un brumoso recuerdo.

Leyendo otras reseñas, como  esta de Martín Cristal, me entero que "La isla de cemento" forma parte de un triptico de novelas "urbanas", conformado además por "Rascacielos" y "Crash". Más que novelas, se me antojan agudos escalpelos que diseccionan sin piedad a nuestras grandes urbes.

viernes, 15 de mayo de 2015

De "Papá lo sabe todo" a "The Walking dead" / Daniel Salvo





De "Papá lo sabe todo" a "The Walking Dead"

por Daniel Salvo


Los cuarentones y más allá seguramente recordarán una serie que pasaban en la televisión de los setenta: "Papá lo sabe todo". Iba de una arquetípica familia WASP (blanca, anglosajona y protestante) compuesta por el papá, la mamá y tres hijos. Con toques humorísticos a veces, los problemas de la vida cotidiana eran resueltos con un perpetuo final feliz-con-moraleja, obviamente, derivada de la sabiduría paternal.Calmado como un general victorioso, el señor Young solucionaba todo en el hogar. Suponemos que en su centro de labores pasaba algo similar, puesto que iba y venía del mismo con un terno impecable.

En la misma onda, tuvimos a un papá más simpático y bonachón, aunque algo torpe: Fred Flinstone, o Pedro Picapiedra. morador de un mundo feliz, el auténtico sueño americano, en el cual los jefes daban días libres a sus empleados con solo pedirlo, las esposas cocinaban maravillas en la cocina y el esposo traía el dinero a la casa. Podría ser o no la última palabra en el hogar, pero jamás se cuestionaba el hecho de que el buen Pedro era "el hombre", igual que el papá del futuro de la serie "The Jetsons", o "Los Supersónicos".

Esta visión patriarcal del mundo, entronizada en la televisión, aparentemente sufrió un duro revés con series como "Married with children" (Matrimonio con hijos) y "Los Simpson". En ambas, "el hombre" es un ser despojado de toda autoridad, sumiso o explotado en el trabajo, objeto de burla y vergüenza por parte del resto de la familia, carente de mayores expectativas o proyectos ante un mundo al cual ha renunciado dominar. Al Bundy alguna vez fue llamado "Don Pantalones Vacíos", y Homero... ¿qué se puede decir de Homero Simpson?

Sin embargo, no deja de percibirse el hecho de que la televisión norteamericana, en todos los casos, gira en torno al "hombre" y sus vicisitudes. Ya sea el Pater Familias de los años cincuenta del siglo XX o el bueno para nada de la posmodernidad, está visto y asumido que la mujer siempre ocupa el segundo lugar.

Por que... ¿quién diría que la señora Young, Vilma Picapiedra, Peggy Bundy o Marge Simpson son personajes que "valen algo" por si mismas? Están para apuntalar o socavar la posición de "El Hombre", pero no parece que puedan hacer otra cosa más allá de ese rol secundario. Si alguna de ellas hubiera "muerto" en algún episodio de las series mencionadas, o se les conseguía un reemplazo o se terminaba la serie.

Habiendo dejado en claro que el mundo de la televisión gira en torno a "El Hombre", ¿qué hacemos para resucitarlo, darle el protagonismo de nuevo, volver a convertirlo en el dador de seguridad, fuerza, virilidad y todo eso que, supuestamente, le fue quitando la modernidad, posmodernidad y etc? Pues volver a crear el mundo. Volver a la edad de piedra. Volver a dividir a los seres humanos en el maniqueo "buenos y malos".

Es decir, acabar con la civilización. Destruir la cultura, la ley y el cuestionamiento a la autoridad.

En otras palabras, idear una serie como "The Walking dead".

Y es que el mundo de "The Walking dead" es el paraíso de "El hombre", de los machos, del dispara primero y ni te molestes en preguntar. "The Walking dead" le devuelve al Hombre el sitial que ocupó en las épocas más oscurantistas de la televisión, a saber, la fuerza, la sabiduría, la autoridad incuestionable. ¿Cómo puede ser de otra manera en un mundo poblado por zombies que te pueden comer al menor descuido, o por otros seres humanos que han dejado de ser prójimos para convertirse en depredadores acaso peores que los zombies? En ese mundo, mujer, eres más secundaria que nunca, a menos que te comportes como hombre (o sea, sepas usar armas, uses tatuajes y ropa oscura, etc.). Y aún así seguirás siendo secundaria. Tanto así, que en "The Walking dead" llegaron al extremo de matar nada menos que a la esposa de El hombre, y justo cuando más necesaria era. Caray, hay quien ve en esto un ejemplo de madurez del género, en el cual se ha abolido cualquier sentimentalismo (¡asu mare, se murió la esposa!), pero a mi me parece que en el fondo, han querido librar al Hombre de practicamente TODO lastre para destacar como líder, padre, luchador, etc.. Y es que el Hombre solitario siempre brillará más que el Hombre con esposa.

En un principio, vi "The Walking dead" como un interesante ejercicio de supervivencia "humana" en una situación límite. Pero las últimas temporadas están reduciendo todos los conflictos a uno solo: saber quien es el más macho de todos. O sea, el Hombre vuelve, y hay de la Peg o la Marge que se atrevan a cuestionarlo o burlarse de él. En lugar de hijos deslenguados como Kelly o Bud, o irreverentes como Bart,  Rick Grimes no tiene un hijo sino un fiel cachorro que quiere ser como él. Por, nuevamente, "Papá lo sabe todo", ya ves que ni tu madre nos hace falta...

¿Una historia más del Club de Tobi? Nada nos impide creer que al final de la serie pondrán una estatua de Rick Grimes con la mirada perdida en el horizonte...

lunes, 11 de mayo de 2015

La ruta a Trascendencia / Alejandro Alonso



Trascendencia es un pueblo cercado por tropas del Ejército que no dejan entrar ni salir a nadie. Allí el tiempo no se da como en el resto del mundo: pasado, presente y futuro coexisten en imágenes múltiples,  que sólo sus habitantes pueden distinguir. Pero en un pueblo donde conviven todos los tiempos, el tiempo mismo es una trampa, una estela que vuelve imposible desandar la ruta a Trascendencia una vez que alguien la recorrió. 

A esta novela le sigue "Fuegos fatuos", una saga de cuentos fantásticos que hunde sus raíces en la Historia Argentina. Desde "1806" hasta "Un olvido fortuito", se reescribe la vida de nuestro país (Argentina) desde una perspectiva extraña, donde lo cotidiano y lo histórico terminan cediendo ante la magia, los conjuros, la contundencia de lo imposible.

Con "La ruta a Trascendencia"Alejandro Alonso ganó, en 2002, el Primer Premio UPC (junto al Minotauro, el más prestigioso de Ciencia Ficción en nuestro idioma). Ganador del Premio "Ciudad de Arena" a la Revelación Literaria 2003, Alonso es una de las firmes promesas de la Nueva Ciencia Ficción Argentina. 
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Leer "La ruta a Trascendencia" me ha causado varias y perturbadoras impresiones. No solo en lo relativo a la novela, sino a las implicaciones que revela el hecho de haber sido escrita por un autor latinoamericano, haber obtenido el Primer Premio UPC de la Universidad Politécnica de Cataluña (en palabras del escritor Brian W. Aldiss«Es el premio europeo con mayor prestigio en la ciencia ficción»). y ser publicada en una colección de género del diario Página 12 de Argentina.

Sigamos el orden En cuanto a novela, "La ruta a Trascendencia" es una magnífica muestra de las posibilidades que brinda la ciencia ficción para la especulación científica y filosófica, además de brindarnos un final tan impactante como sorpresivo. Sucede que ha tenido lugar una guerra, acaso un intento de invasión extraterrestre por parte de unos seres a los que se denomina los epics, quienes han dejado la Tierra de manera tan sorpresiva como su aparición. Pero una nave suya ha caído en nuestro planeta, originando una serie de efectos que alteran a los seres humanos expuestos a su influencia, a saber, que estas personas "trascienden" el tiempo, pudiendo percibir el pasado y el futuro con varios días de diferencia. No solo pueden percibir sus pasados y futuros, sino que pueden dejar huellas de los mismos en lo que llamamos realidad, con resultados impredecibles: puede ocurrir que uno esté casado a la vez con una mujer que sabemos va a morir en el futuro, y con una mujer a la que aún no conocemos pero "ya tiene" en el futuro, a nuestros hijos... Para colmo, uno puede, voluntariamente o no, interactuar con el "pasado" de otra persona, en el "presente", dando como resultado la alteración del "futuro" de esa otra persona, a pesar de que ese "futuro" ya sería un pasado transcurrido... Como expresa un personaje en algún momento, simplemente, se producen innumerables paradojas.

Estas personas, los trascendidos, se llaman a sí mismos "trascendi" o "tracs", y han desarrollado un modo de vida mas bien apático: al parecer, el universo no los tolera muy bien, al punto que el mero especular en torno al futuro genera posibles pistas o "estelas" que, al entrecruzarse con la de otros "trascendi", llevan a un caos y confusión que puede resultar en la muerte, como resultado de una acción de "corrección" (llamémosla así) realizada por el universo. Las autoridades los han confinado a un pueblo llamado Trascendencia, y tratan de limitar su contacto con el mundo exterior al mínimo posible. Se los mantiene con vida, al parecer, con la esperanza de entender a los invasores, y acaso, enfrentarlos.

Sin embargo, la novela no va de de guerras ni de intrigas, sino de una sobria especulación en torno a cómo entendemos el tiempo, y de lo que ocurriría si realmente pudiésemos existir no sólo en el presente, sino también en el pasado y en el futuro. Así, con pocos elementos, el autor  ha logrado un estupendo y desafiante argumento, del tipo que sólo la ciencia ficción puede brindar.

¿Y qué decir del Premio UPC otorgado a la novela? Pues que ahí empezamos a darnos cuenta de la clase de lectores (de ciencia ficción)  que somos los hispanohablantes. Por que resulta que siempre nos quejamos de la poca difusión que tiene el género, que nadie escribe ciencia ficción, etc. Pero cuando una entidad como la Universidad Politécnica de Cataluña pone alma, corazón y vida para instituir un premio literario (¡desde 1991!), nos hacemos a un lado e ignoramos olimpicamente tanto al premio como a la obra publicada. ¿Acaso no vemos que las compilaciones de las diversas ediciones de este premio acaban como saldos? Por ahí se dice que las próximas ediciones serán electrónicas, dado el poco índice de ventas que se registra. Vamos, que nuestra "necesidad" de impulsar y apoyar el desarrollo del género en nuestro ámbito hispanoamericano queda solo en palabras. No nos extrañe que en un futuro no muy lejano simplemente se cancele... Y volveremos a lamentar otra oportunidad perdida. Ese es el fandom de habla hispana, esos somos los lectores.

Por último, no cabe menos que comparar las distintas realidades editoriales de nuestros países, con una Argentina cuyos diarios se atreven a publicar colecciones de género (actualmente, el diario La Nación está publicando varias novelas de Stephen King). Leo que "La ruta a Trascendencia", al igual que las novelas "El libro de las voces" y "Los ojos de un dios en celo"  de Carlos Gardini, es el primer libro que le editaron a Alejandro Alonso en su país. Muchos problemas de edición y distribución podrían solucionarse recurriendo a la edición electrónica. En todo caso, no podemos menos que admirar (y acaso envidiar) a una cultura que si apoya a sus creadores. Bien por Argentina.


jueves, 7 de mayo de 2015

Terra Nova Vol. 2/VV.AA.


Si, la ciencia ficción continuó después de Bradbury, Clarke, Asimov, Heinlein, Anderson, etc. Y no sólo continuó en el mundo angloparlante, sino que empezó a formar parte del panorama literario de otros países y otras lenguas... Dentro de poco, espero, tendremos una ciencia ficción de alcance y origen mundial y multicultural.

Iniciativas como las emprendidas por Mariano Villarreal y Luis Pestarini, conocidas figuras del fandom cienciaficcionario hispanohablante, ofrecen el doble gusto de ser, además de actualizadas, bastante selectivas en cuanto a los autores que se incluyen. El lector hispano no puede quejarse ya de la falta de novedades en el género, ni de que exista poco respaldo o apoyo al surgimiento de autores "nuestros", con todo lo que ello implica. No hay mera complacencia en la selección, aunque como todo producto humano, sea susceptible de crítica e incluso de desacuerdo por parte del lector.

La antología "Terra Nova 2" no ha sido elaborada en torno a un único eje temático. Cada autora o autor aporta su propia voz, y puede decirse que, en un sentido positivo, se nota el paso del tiempo: antes, uno podía considerar que un relato poco trabajado pudiera incluirse en una antología por que "era lo que había" o "necesitamos por lo menos a un escritor de tal o cual país" para ser internacionales. Y vaya que uno ha tenido que soplarse tremendas chapuzas, con errores ortográficos que avergonzarían a un escolar, o un desconocimiento de las más elementales reglas de redacción. Como decía, se nota el paso del tiempo, de los años que nos dicen que un escritor, pertenezca al ámbito que pertenezca, ya no puede imaginar que merece apoyo por el mero hecho de no ser anglosajón. Todos y cada uno de los autores antologados tienen pues una prosa cuidada, un manejo más que solvente de los diálogos y situaciones, y un conocimiento científico acorde con los descubrimientos más recientes, cuando no incurren en la experimentación con los límites del género, arribando a espacios mas bien fantásticos (lean "El último Osama" de Lavie Tidhar). 

Nuevas voces sacuden el mundo de la ciencia ficción. Y ahora, es más fácil oirlas (o leerlas).