Más que humano (Half past human)
En 1982, residía en la ciudad de Ica, la cual estaba bien provista de librerías y distribuidoras. Los libros de ciencia ficción, en especial los de la editorial Bruguera, no eran ajenos a sus estanterías. Tampoco uno que otro Minotauro. Por eso, tropezar un día a la salida del colegio con prácticamente todos los libros de ciencia ficción que publicó en su momento la editorial Edaf fue, además de una sorpresa, un motivo de angustia: obviamente, no podía comprarlos todos. Me hice el firme propósito de irlos comprando de a pocos, pensando que, después de todo, muy poca gente lee ciencia ficción…
La realidad fue otra: en un par de días, no quedaba ni la mitad de esos libros en la vitrina. Reuniendo todas las propinas que podía – en esos años estaba a mitad de la secundaria-, logré comprar tres ejemplares: el maravilloso Zothique de Clark Ashton Smith, el futurista El hombre estocástico de Robert Silverberg y el desopilante Más que humano, de T.J. Bass.
En 1982, residía en la ciudad de Ica, la cual estaba bien provista de librerías y distribuidoras. Los libros de ciencia ficción, en especial los de la editorial Bruguera, no eran ajenos a sus estanterías. Tampoco uno que otro Minotauro. Por eso, tropezar un día a la salida del colegio con prácticamente todos los libros de ciencia ficción que publicó en su momento la editorial Edaf fue, además de una sorpresa, un motivo de angustia: obviamente, no podía comprarlos todos. Me hice el firme propósito de irlos comprando de a pocos, pensando que, después de todo, muy poca gente lee ciencia ficción…
La realidad fue otra: en un par de días, no quedaba ni la mitad de esos libros en la vitrina. Reuniendo todas las propinas que podía – en esos años estaba a mitad de la secundaria-, logré comprar tres ejemplares: el maravilloso Zothique de Clark Ashton Smith, el futurista El hombre estocástico de Robert Silverberg y el desopilante Más que humano, de T.J. Bass.
Aclaro que
en esa época no existía la internet, y muchos de los autores conocidos de la
ciencia ficción eran, aparte quizá de Bradbury, Asimov, Clarke y pocos más,
eran reverendos desconocidos para mí. Si, incluso Silverberg. De modo que elegí
estos libros por los breves textos que figuraban en la portada. Y no me
arrepiento de la elección. Sí me arrepiento de no haber elegido La ballena
dios, también de T. J. Bass, continuación de Más que humano, pero es que en ese
momento no tenía manera de saberlo.
Además, quería leer cosas diferentes, y dado que sólo podía comprar tres
ejemplares, repetir autor era algo impensable.
Luego
siguieron semanas de felices descubrimientos.
Acostumbrado a la ciencia ficción pulp de la colección Espacio, con poca
experiencia con autores clásicos – básicamente cuentos-, recién tendría la
oportunidad de leer novelas de ciencia ficción. Largas, extensas… ¿sería tan
gratificante como leer cuentos?
La realidad
demostró que sí. Visitar el futuro cercano imaginado por Silverberg me hizo
sentir adulto, además de impactado por la trama y los personajes. Pero Más que
humano fue la novela que me hizo entender que la ciencia ficción podía llevarlo
a uno realmente lejos, muy muy lejos...
La acción
se sitúa en un futuro remotísimo, en el que la humanidad subsiste en inmensos
conglomerados urbanos llamados con justicia Colmenas. Existen otros seres
humanos fuera de ella, a quienes se llama Ojo-de-gamo si son varones, y
Ojo-de-vaca si son mujeres. El protagonista de la obra es Tinker, un ciudadano
de la Colmena, a quien por azares médicos, se le conmina a reproducirse (!).
Dado que Tinker es un “neutro”, es decir, un macho sexualmente inmaduro, deberá
seguir un tratamiento para “polarizarse”. Luego de su cambio de fase, por
decirlo así, empezará a cuestionar su vida y el propósito de la misma (vivir en
la colmena es… indescriptible). Sucede lo obvio: intentará escapar, lo que
logrará tras las peripecias de rigor.
Hasta ahí,
Más que humano parece una historia típica, el rebelde que cuestiona el orden
establecido. Pero hay mucho, mucho más en la novela, que deja en el lector un
complejo regusto a extraño, pese a que su autor deja escapar sólidos
conocimientos en biología que explicitan más de una costumbre o situación. Por
ejemplo, los ciudadanos se alimentan de
comida procesada en forma de tabletas, lo que lleva a que se considere a las
ratas (imposibles de exterminar) un manjar exquisito, además de fuente de proteínas
“naturales”. El equilibrio poblacional
debe mantenerse estable, por lo que no se considera inmoral arrojar a los niños
nacidos fuera de programación por el borde de un muro, suerte de monte Taigeto
de la novela, si es que no son recogidos por los funcionarios encargados de
exterminarlos, quienes circulan por la colmena vestidos como payasos y
ataviados de alegres y brillantes colores.
Además,
existen inteligencias artificiales o mecánicas – las mecs – que suelen
demostrar más inteligencia y empatía que muchos humanos, pese a seguir una
programación específica. Estas mecs juegan un rol aparte, comunicándose entre
ellas o estableciendo relaciones más que peculiares con los humanos.
Una obra
que especula con el futuro del hombre, su evolución – o degradación -, las
relaciones con las máquinas y nuestro condicionamiento biológico. De lo más recomendable.
La ballena dios (The god whale)
La ballena dios (The god whale)
Tras la lectura
de Más que humano (inexacta traducción de Half past human, que además lleva a
confusión con la obra de Theodore Sturgeon), transcurrió un interregno de más
de treinta años hasta que, gracias al préstamo desinteresado (y devuelto) de un
amigo, pude leer la otra novela de T.J. Bass, La ballena dios.
Sin ser una
continuación, La ballena dios desarrolla y lleva a sus últimas consecuencias el
destino de la Tierra descrita en Más que humano. Gran parte de la acción
transcurre fuera de la Colmena, cuyos habitantes están degenerando cada vez
más. Mientras tanto, una cosechadora, un cyborg mezcla de máquina y ballena,
realiza su trabajo en los solitarios mares terrestres…
¿Solitarios?
El mundo está más poblado de lo que parece, y por “humanos” cada vez más
increíbles. La acción inicia con un accidente que transcurre en el pasado, cuando
un humano de nombre pierde la mitad
inferior de su cuerpo. No queriendo depender de prótesis insensibles, solicita
ser congelado hasta que la humanidad descubra una mejor solución para su
problema, lo que ocurre milenios en el futuro. Este personaje, que no protagonista
de la novela, deberá adaptarse no sólo a las prótesis del futuro – que le dan
apariencia de sátiro o de centauro mecánico, sino a esa entidad insólita en la
que se ha convertido la humanidad.
Mientras
tanto, la Colmena, que aún cuenta con personas inteligentes, descubre esa vida
exterior, la cual considera una amenaza, por lo que desarrollará diversos
planes para destruirla. Entre ellos, la creación de un campeón llamado ARNOLD
(en mayúsculas, porque son las siglas de una entidad creada mediante ARN
humano), quien optará por volverse contra sus decadentes creadores, y el otro,
recurrir a un desesperado caballo de Troya.
La trama es
trepidante y por momentos confusa, destacando el tratamiento que hace Bass de
las posibles relaciones (eróticas) entre máquinas y humanos, tema que tratan de
manera muy distinta autores como China Mieville o Isaac Asimov.
Nuevamente,
destacan los roles que asumen las mecs, entidades mecánicas que interactúan con
los humanos de manera poco convencional… Me resultó grato reencontrarme con una
de ellas, OLGA, una nave que contiene el germen de la nueva humanidad,
mencionada en Más que humano como una nave –diosa.
Destacan
los eventuales chispazos de información sobre biología y psicología que desliza
el autor, que lejos de ser aburridos infodumps, llevan a más de una reflexión
en torno a lo que somos los seres humanos del pasado, presente y futuro. Da
para más de una relectura.
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