Presentar un libro, como Historias de ciencia ficción (Lima: Edición del Autor, 2008) de Carlos Enrique Saldivar, más que venir a esta celebración es un encuentro de emociones de ver como se consagran los sueños y proyectos de hacer algo distinto que sustente y robustezca de alientos la especie humana, es decir, dotar de atisbos y luces que proporciona la solidez de la imaginación.
Los espacios de las historias de ficción y fantasía, en la literatura universal y peruana, han tenido campos estrechos y márgenes exclusivos a determinadas personas. Por supuesto, debido a la marginación que ha sido impuesta por determinado canon literario o grandes consorcios editoriales en el planeta. Sin embargo, han prosperado libros notables como los de Isaac Asimov, Serling, Bradbury, Arthur C. Clarke, Matheson, Leiber, Dick y Hoyle. Corpus de autores que son un referente obligado en esta vertiente literaria. Mientras que en el Perú, desde inicios del siglo XX, Clemente Palma se erigió como el pionero y primero en cultivar estos campos vírgenes de la creación literaria. Recientemente hemos sufrido una pérdida con la desaparición de José B. Adolph, quien no sólo cultivó la ficción, sino que era un promotor y entusiasta al que hoy justo Saldívar le hace un merecido homenaje en su libro.
La imaginación es parte de la naturaleza humana. No podemos estar siempre en la misma orilla, somos constantes, continuamente cambiamos, y nos seguiremos buscando porque creo que jamás nos encontraremos, ¿o sí? No lo sé. Pero así lo han demostrado nuestras culturas milenarias, sobre todo al poner su fijación hacia otros espacios siderales, interiores como exteriores, de cuyo recipiente textual extraían vastas y profundas informaciones. Nos han dejado otros espacios para la lectura que, por supuesto, no está en esta grafía occidental, valerosa también por supuesto que está en los libros, sino, los invito, apropiémonos por un momento ¿qué nos quiere decir esta estela de Chavín, construida hace nueve mil años? ¿Qué lecturas podemos hacer? ¿Quiénes han sido estos artistas o escritores que supieron transformar en signos semióticos algún mensaje o sentir? ¿Qué trascendencia tenía estos símbolos en las piedras, o son voces que nos hablan? Abramos más espacio: vayamos a los Nazcas y sus mensajes, sus retratos en la inmensas pampas ¿qué nos sugieren sus líneas? Por otro lado, revisemos la iconografía muchica, que relatos orales y fantásticos nos cuentan, ya sea en los huacos, en los cántaros sagrados, viejos y recientes soportes de información que permanecen todavía en ciertas comunidades norteñas.
En consecuencia, creemos que la ciencia ficción y la imaginación no sólo se ha cultivado en el mundo andino sino con mayor espesura y elaboración en las culturas amazónicas, donde la realidad pierde su rastro porque en ella no entra esa racionalidad que nos han enseñado con parámetros occidentales. De ahí ha salido una interesante propuesta a raíz de estudiar los grandes mitos amazónicos, Jeremy Narby un doctor en antropología de la universidad de Stangfor hace una propuesta en su libro: La Serpiente Cósmica, el ADN y los orígenes del saber (Lima: Takiwasi y Racimos de Ungarahui, 1997), con diez años de investigación, reúne suficientes indicios para convencerse de que la respuesta a este enigma ¿de dónde procede el saber o conocimiento?, nos dice que procede del ADN, la molécula de vida presente en cada célula de cada ser viviente y esto se ve en las alucinaciones con ayahuasca, afirma este científico.
Por otro lado, la imaginación, madriguera de la sabiduría, reservorio de la ficción, mosaico de las grandes enseñanzas, nos ha permitido a los seres humanos ir quemando etapas, conquistando estados y niveles de conciencia para poder emanciparnos de ciertas ataduras propias de nuestra estrechez biológica. Todavía, los peruanos, podemos tener puntos de concentración con nuestras culturas prehispánicas, por ejemplo, ¿qué son pues los relatos orales: los mitos, los cuentos, las leyendas? Discursos que configuran y garantizan el poder de imaginación que tenían nuestros ancestros. El mito del Naylamp, en el norte del Perú. ¿De dónde vino? ¿Cómo llegó? El discurso mítico del gran Sinonés, en la sierra piurana ¿Cómo llegaron toda una familia de sacerdotes guayacundos y místicos, grandes lectores de los astros y de la vida misma? ¿Qué misterios todavía guarda este país? ¿El origen de los incas y sus grandes fortalezas, todavía podemos seguir pensando en lo que sugirieron los cronistas? ¿Qué hay más allá de esos discursos que impusieron los primeros visitantes? Y para concluir con este punto: ¿Qué significan los discursos orales del Manuscrito del Huarochirí, recogido escrito en soporte fonológico andino nada menos que en 1608, por el extirpador de idolatrías Francisco de Ávila? ¿Qué representan esos personajes dentro de la literatura fantástica? Creo que nos quedan amplios márgenes para la reflexión y la investigación, sobre todo cuando iniciemos los auténticos proyectos para tender los rieles que nos lleven a la reconciliación y el encuentro con nosotros mismos como peruanos.
Pero, ¿quién es Carlos Enrique Saldívar?, ¿qué viene a decir?, ¿qué se propone con su primera entrega?, ¿a dónde apunta y hacia dónde va? Primero, quiero ubicar no generacionalmente, porque emerge de las canteras villarrealinas recientes, sino que estuvo haciendo o que hace todavía en su periplo académico en este centro de estudios. Por supuesto, esta es su casa, su escuela, su Facultad, su universidad. Saldívar integra la Revista Argonautas, de fantasía, misterio y ciencia ficción, que junto con Jorge Luis Obando editaron en un esforzado proyecto editorial varios números, y siguen en pie. Desde el comienzo, supieron lo que quisieron, hicieron más de lo que pudieron y se consolidaron en una alternativa con sugerentes propuestas. Por eso, en el prólogo del primer número, hacen un llamamiento a “La imaginación para poder llevar la cruda realidad. La evasión no es ni puede ser considerada como algo negativo, la lectura no puede ser una actividad ociosa porque a diferencia de ver una película o despertar rincones escondidos que nos permitiría realizar con acierto la asimilación de un discurso sugerido“. (Argonautas: Nº 1). La misión es clara, precisa, saben lo que están haciendo y apuestan por “La libertad de la búsqueda”.
De estos inicios y pronunciamientos va naciendo la propuesta de Saldívar, va ideando un proyecto con el cual hoy nos convoca para celebrarlo, y aquí estamos, sobre todo rememorando sus inicios, en especial, el manifiesto del segundo número de Argonautas: “Perseguimos palabras, alcanzamos metas y entramos en mundos oníricos que deslumbrarían a cualquiera. No muchos conocen el mundo Argonauta. Mundo de representaciones divinas y elocuentes. Somos una comunidad que tiene intenciones de crecer, no planeamos ser un planeta pero sí una chispa de estrella. Intentamos dibujar con palabras e imágenes de ilusión y deseamos que la creación literaria llegue a las mentes de todos aquellos que quieran salvar su punto de genialidad. Muchos no llegaran a entender nuestras razones de ser. Muchos no llegaran a saber siquiera de nuestra existencia, no nos interesa, no todos tienen esa parte del alma despierta donde se acumula la esencia cultural, muy pocos saben que hay más allá de las horas, sin horas, (…) Argonautas planea crear horas interminables, vivir para siempre. Los Argonautas hemos nacido, habitamos aquí, no solo hay mentes como las nuestras en este país, también la hay en el mundo entero…”.
Por lo tanto, este libro del argonauta Carlos E. Saldívar, nos parece la consagración no solo de un sueño, sino de un gran proyecto literario que, por supuesto, todavía está en agraz, pero su inicio es expectante. El libro está trabajado dentro de una unidad temática, organizado bajo los ramales que disciplina la retórica literaria. Hay una construcción de un mundo, e incluso los escenarios propician la representación que no está ajena a los vericuetos sensibles de la realidad. Pero la ficción, es cierto, traspasa estas orillas y los tiempos son abolidos porque ya no existe el pasado sino el futuro. La humanidad, se advierte, ha perdido inmensos legados y fabulosas oportunidades de ascensión, no material sino espiritual. Por supuesto, desde los griegos, hace ya más de 2000 años que Homero nos relató la Iliada y la Odisea, siempre el ser humano ha soñado conversar con los dioses. Como dice Saldívar: “El hombre es un ser puro cuando está en el aire, pero la envidia es terrible en la tierra” (pág. 15).
La fuerza y el talento, en la literatura, es la construcción misma de las historias, sobre todo que subyuguen, aplasten, muerdan nuestras ansiedades, convoquen odios, pasiones, (por supuesto a determinados laberintos y personajes por donde se erigen esas acciones). Por lo tanto, encontramos en estas historias de Carlos E. Saldívar un talento innato para crear, la inventiva fascinante de contarnos una historia, sobre todo historias tan complicadas como las que nos trasmite en este su primer libro, donde había que tener ciertos referentes literarios y maestros que te señalen el camino. Vemos una preparación antes de abordar los temas, pues así las historias tienen una secuencia narrativa: una situación inicial, una complicación, otra resolución y, por último, una situación final.
Los personajes ordenan los caminos placenteros de la lectura. Aparecen seres celestiales que quieren ser los grandes colectivos narrativos de las historias, y así se hace de un gran espacio de las acciones de este libro. El personaje más extraordinario, sin embargo, nos ha parecido que está en la historia: “El llanto celeste”, pues habla la Tierra en primera persona, el monólogo es alucinante: “Yo, la Tierra, el más bello planeta, la más hermosa esfera de la Vía Láctea, intentaré no rendirme. Soy mujer, por mi conciencia; no soy humana, soy criatura etérea, esencia, energía de las ilusiones cósmicas, he dictado una sentencia: el ser humano desaparecerá, se extinguirá para siempre su raza que nunca fue más allá de la Luna, de Marte, el sangriento planeta que murió hace incontables años” (Pág. 35). Por supuesto, pareciera que existe un pesimismo, no, existe una advertencia, un aquí nomás, y hay que recomponer el camino y la ruta. En muchos casos, se proliferan los avances de estos peligros eminentes que existen cuando se tocan tema como los que se abordan en este libro, sobre todo para la discusión.
El lenguaje es apropiado, no redunda en la jerga de términos técnicos y científicos, que en muchos casos caen los grandes referentes de las historias de este género, por cual convierten en azarosas lecturas las búsquedas de las grandes acciones en los textos, en especial, cuando se tocan esta clase de problemas. Cada texto es fácil de penetración porque el discurso está escrito limpiamente y sin marasmos retóricos.
Creemos que este libro es un aporte, pues estará ya en el corpus de los especialistas cuando se quiera tomar en serio esta vertiente de la literatura, vista también como un arte verbal. Será pues, esperemos, en un futuro no muy distante.
(*) Texto leído en la presentación del libro Historias de ciencia ficción de Carlos Enrique Saldivar el viernes 4 de Julio de 2008 en la Sala de Grados de Humanidades de la Universidad Nacional Federico Villarreal.