miércoles, 1 de julio de 2009

Editorial: Renacimiento






Si las cosas han salido bien, ésta es la primera edición de Ciencia Ficción Perú en su nuevo formato, provisto por la inigualable Blogger. Como decíamos ayer, Geocities va a cerrar y no tiene sentido continuar alojando Ciencia Ficción Perú en dicho lugar. Fue bueno mientras duró.

¿Por qué seguir con Ciencia Ficción Perú? Desde el año 2002 hasta el presente, han cambiado muchas cosas. En lugar de pocas páginas web que centralizaban la información, hoy tenemos blogs, twitter y facebooks con opiniones para todos los gustos. Vamos, que parece que no hace falta una página más sobre ciencia ficción.

Además, la ciencia ficción está dejando de ser un bicho raro entre nosotros. La Factoría de Ideas, por hablar de un caso, ha inundado el mercado de ediciones muy económicas de títulos como Darwinia, Luz de otros días, La estación de la Calle Perdido y otros de terror y fantasía. En la red, hallamos además publicaciones totalmente gratuitas de autores contemporáneos (véase NM, Alfa Eridiani o Artifex, sendos ejemplos de cómo la internet puede ganarle terreno a las publicaciones en papel), y ni que decir de otros materiales que nadie comenta pero que todo el mundo sabe como hallar.

¿Qué de nuevo puede decirse? En comparación a otras publicaciones, Ciencia Ficción Perú tal vez sólo tenga de característico la lista (ya bastante larga) de autores peruanos de ciencia ficción, que espero haya contribuido a la difusión de unos y al descubrimiento de otros. Pecaré de inmodesto: ¿cuánto se sabía acerca de las obras de Clemente Palma o de Juan Manuel del Portillo antes de que, a través de esta página y de Velero 25 se publicaran comentarios y reseñas sobre XYZ o Lima de aquí a cien años?

Creo que al final, lo único de novedoso es esa característica tan difusa como inútil, que sin embargo, nos hermana a veintiocho millones de personas y nos diferencia del resto del mundo: ser peruanos. Aún cuando reseñamos a un autor norteamericano o europeo, algo en nuestra mente lo filtra y lo convierte en nuestro, y da una mezcla que incluso a mí me causa algo de desconcierto: la mezcla de Ciencia Ficción y Perú.

Si hay culpa en creer en un mestizaje armónico, me declaro culpable. Si algo quisiera lograr, en el fondo, con esta publicación, es contribuir a un futuro de infinitas posibilidades, abigarrado y acaso confuso, pero brillante en su "impureza". A ver qué sigue saliendo pues de la mezcla de Ciencia Ficción Perú...


Daniel Salvo

Darwinia (Robert C. Wilson)


Darwinia


Robert C. Wilson


La Factoría de Ideas


Colección Puzzle


Nunca serán suficientes los agradecimientos a la distribuidora V&D por traernos varios de los mejores títulos publicados por La Factoría de Ideas a precios francamente irrisorios. Y es que dudo que 18 soles constituyan un asalto al bolsillo de cualquier lector.

Es el año 1912, recién iniciado el siglo XX. Un día, gran parte de lo que conocemos como el continente europeo es transformado, puesto que simplemente desaparece... para dar paso a una nueva tierra, una jungla desprovista de todo vestigio humano pero no exenta de animales y plantas totálmente desconocidos. Ese nuevo mundo es bautizado como Darwinia, puesto que su aparición repentina (y diríamos también cruel, puesto que todos los seres humanos residentes en países como Inglaterra, España, Francia, Alemania, Italia, con sus reyes, papas, campesinos y soldados, simplemente han sido borrados de la faz de la Tierra. Hasta este punto, Darwinia nos recuerda la premisa principal de la Trilogía de las Islas de Angel Torres Quesada.

La humanidad acaba acostumbrándose a la existencia de Darwinia, a su flora y a su fauna, aunque de un modo bastante peculiar. Precisamente, las repercusiones que en el resto del mundo tiene lo ocurrido en Europa, desde las pérdidas humanas hasta la nueva configuración geopolítica, plantean ideas de lo más interesantes. El autor construye toda una atmósfera cultural bastante creíble a pesar del derroche de imaginación que esto implica. Las religiones experimentan un apogeo considerable, puesto que la transformación, tan inexplicable como evidente, sólo puede ser atribuida a un Ser Superior. De otro lado, los seres humanos de mentalidad menos religiosa asisten con impotencia al fin de un mundo de certezas. Con todo, el espíritu humano no abandona su curiosidad, y sucesivas oleadas de exploradores se internan en el renovado continente europeo, lleno de amenazas pero también de maravillas.

Los personajes principales y secundarios de la novela desarrollan la acción en torno a una de esas expediciones. Desde el académico de cuello almidonado al duro estibador, pasando por el fotógrafo y los porteadores, los miembros de la expedición cumplen con proporcionar el toque de aventura y misterio que hacen de Darwinia una novela de descubrimiento. Mientras tanto, en el resto del mundo, comienzan a aparecer personas dotadas de extrañas capacidades, entre ellas, la de no envejecer.

Aquí es cuando el autor da un giro radical a la novela, relativo a los verdaderos orígenes de Darwinia y a la progresiva presencia en la Tierra de unos poderes tanto o más antiguos que el universo. Poderes que se agrupan en bandos opuestos, y cuyas motivaciones están más allá del bien y del mal, al menos de la manera en los concebimos los humanos. Wilson hace un velado homenaje a H.P. Lovecraft, pero va más allá en sus implicaciones.

Y es que el asunto no termina ahí. Hay otra vuelta de tuerca, de esas que desarman cualquier estructura mediante la cual el lector haya podido armar para explicarse el enigma de Darwinia. Lo más increíble es que, a resultas de este giro en la trama, no queda menos que concluir en que lo más conveniente para los pobres personajes sería que, en el contexto de la realidad a la que acceden, los "enemigos" resultasen victoriosos, lo cual genera una disyuntiva aparentemente insoluble. Nada más puede decirse sin develar el misterio.

Darwinia es una excelente novela sobre la exploración de un mundo desconocido, y una sombría reflexión acerca de nuestro verdadero lugar dentro del universo. Tan sombría, que los universos de H.P. Lovecraft acaban pareciendo optimistas en comparación.

Daniel Salvo

La torre de la soledad (Valerio Massimo Manfredi)


La torre de la soledad

Valerio Massimo Manfredi

El texto de la contraportada de esta edición no podía ser más atrayente: hace unos dos mil años, un grupo de soldados romanos busca en el desierto del Sahara un lugar mágico, una siniestra torre que desata fuerzas no humanas que aniquilan al destacamento, excepto a uno de ellos, quien dejará las claves para la ubicación de dicho lugar en su residencia de Pompeya. En 1930, el arqueológo Philip Garrett buscará esta torre, al tiempo que tratará de hallar a su padre, desaparecido hace mucho tiempo. Mientras tanto, Guillermo Marconi (si, ese Marconi, el inventor de la radio) ha sido llamado por el Vaticano para construir un aparato capaz de captar ondas de cierta frecuencia, que provienen del espacio exterior, y que parecen concentrarse en el mismo lugar donde podría hallarse la Torre de la Soledad. Pero no es fácil llegar a ella, pues según las leyendas, la resguardan los blemios, seres a quien la tradición atribuye la carencia de rostro. Además, hay un pueblo del desierto que busca la torre para sus propios fines...


Hasta ahí lo interesante. Por que Valerio Massimo Manfredi se da maña para convertir la promesa de una aventura por demás desafiante y llena de misterio en una sucesión de persecusiones e intempestivos cambios de escenario, que uno no puede precisar a veces cuando comienza y cuando termina determinada secuencia. Eso si, el autor ha sabido evitar ciertos clichés, como el de los nazis ocultistas o los latinos tontos, aunque el héroe sigue siendo de origen anglosajón. Son de apreciar también las referencias a tradiciones y mitologías como la etrusca y hebrea, constituyendo este aspecto lo más interesante de la novela, el punto fuerte en el cual debió asentarse su desarrollo: el enfrentamiento entre ciencia y religión. ¿Tienen una explicación natural los fenómenos que ocurren en torno a la Torre de la Soledad? ¿Son el producto de una civilización avanzada que un día tuvo su lugar bajo el sol? ¿O realmente se ha dejado sentir "el puño de Dios"?


Lamentáblemente, el autor desperdicia este rumbo que en modo alguno habría dificultado el desenvolvimiento del resto de la novela, esto es, la parte aventurera, con sus buenos y malos, la chica bella y misteriosa, sus tierras de leyenda, los deus ex machina que a uno lo hacen sonrojar (¿realmente uno puede encontrarse con amigos en cualquier parte del mundo? ¿pueden unos monjes vivir milenios ignorando la existencia de una habitación secreta en su monasterio, la cual el visitante extranjero encuentra a la primera oportunidad?).


Con todo, el lector no deja de pasar un rato entretenido (aunque hay que poner mucho empeño en no perderse el hilo de la trama) con La torre de la soledad, siempre y cuando limite sus espectativas a la lectura de una novela de aventuras cuyo pretexto es un misterio fascinante pero cuya solución resulta insatisfactoria.

Daniel Salvo

Axxon 200 (por Luis Bolaños de la Cruz)





Breve Homenaje a Axxon por su Número 200

Luís Antonio Bolaños de la Cruz

Axxon no sólo es mi revista electrónica preferida, sino que ha sido permanente estímulo para el diseño y contenido de nuestras páginas web: http://www.velero25.net/, http://cifiper.wordpress.com/, http://jarjacha-wasi.blogspot.com/, http://espanol.geocities.com/cifiper2002/, aquí un breve comentario sobre su número 197, estaba esperando al 200 por ser un número redondo, pero en realidad cualquier Axxon es tan bueno como el anterior o el siguiente, así que me animé a comentarlo adelantado, porque sea cual fuere la fecha se puede rendir un emocionado homenaje al equipo que la pergeña con calidad insuperable encabezado por esa persona inapreciable que es Eduardo Carletti. Si, ya se, pensarán que somos amigos y por eso lo alabo, diré que nunca nos hemos visto ni estrechado la mano, nuestras relaciones son virtuales, de esa manera lo conozco desde la “época del diskette”, y sin embargo gracias a sus relatos y editoriales, en ocasiones viscerales, con frecuencia críticos de la sociedad en que devenimos, pero siempre con un dejo de afecto y nutridos de pasión, lo considero un excelente camarada. Vayan pues mis palabras:

Editorial: de Eduardo Carletti: “Para una afición que nace un lugar seguro para su crecimiento”, así me gustaría parafrasear su título. Contrasta entre la nostalgia de lo que fue y la infinita expansión de lo que se viene, la posición de Axxon como tabla de salvación, un oasis en el desierto, en medio de esa marea de bits que nos inunda, permítanme los lugares comunes, pero es que convertida en sinónimo de calidad suponemos que su presencia cotidiana es instantánea y traspapelamos en el desván del olvido, el esfuerzo que representa, y que para que continúe existiendo sólo nos exige el mínimo: leerla.

Correo: Dedicado a ¿Porquè nos gusta la CF? Y rememoro mis primeras lecturas de Jules Verne, descripciones de esquimales (todavía no los llamaban inuit) o de masái o sioux (aún no eran los Dakota, Lakota, Nakota) o de artículos antropológicos y geográficos que retocaba en mi mente como si sucedieran en otros planetas, y sobre todo el hallazgo de mis primeras novelas del género: Alan Nourse con “Planeta Gris” y Asimov con “Fundación”, después mi afición fue río e historia.

Coches Azules: Magnus Dagon - Miguel Ángel López Muñoz (España)
Va de reflexiones filosóficas y de conflictos familiar-sentimentales, no logró convencerme hasta el momento en que empiezan a acumularse episodios aleatorios, si recordamos que el universo es azaroso pero no accidental y posee constantes y leyes, entonces empiezan a significar. Los colores, los batidos de vainilla y Humphrey Bogart están conectados y Magnus Dagon lo demuestra, pueden parecer enlaces sencillos, pero resonemos con el diablo que está en los detalles y veremos que el autor sabe colocarlos en el punto exacto del discurso.

Dulces cuentos: E. Verónica Figueirido (Argentina)
Posee un nosequè de costumbrista, de añejo, de otro siglo, lo impredecible introduce su cola y estalla la situación en el rostro de la institutriz inglesa trasplantada (muy tópico) en forma de una vampiresa o un súcubo (no tan manido), que no por flaca deja de tener su atractivo, sobre todo cuanto ha estado esperando por un pánfilo que la libere de siglos de ansia. Pero al final, con la cuota suficiente de ambigüedad, no sabemos si la cocinera negra emancipada ha contado una trola o una anécdota cruel.

Doble, El: Carlos Almira Picazo (España)
Es un gustazo descubrir que alguien puede interesarte e introducirte en su mundo con un párrafo, -igual ocurre con el que ofrece en Ficción Breve48-, coexisten densidad, múltiples niveles de lecturas y guiños al por mayor que se prodigan interconectando imágenes, ese bosque amenazador parece tomado de Harry Harrison y su Mundo Muerto, las consignas entusiastas que cubren las fachadas de la CF soviética, la manipulación del androide de diversos autores (desde Identidad suspendida de Sergio Amira -representado con un relato en Ficción Breve 48- hasta ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas…? de PK Dick) y la temática del döppelganger ha perturbado y animada tantas obras desde Mary Shelley y Hoffman hasta Palaniuk y Saramago pasando por Borges y Wells y recalando en Stevenson y Poe, que convierte en un clásico ese proceso de construcción de un ser tan exacto a uno mismo que lleva a confusión, sobre todo confeccionado para que goce de la libertad de leer libros sin medida ni clemencia… aunque el fracaso planea sobre su objetivo. Y ocurre, mientras una amenaza imprecisa del entorno interfiere con el levantamiento de una megaurbe (que se puede relaciona con Burbuja de Domingo Santos, Cheyennes 6112 de Christian Grenier & William Camus o con Palacio de fantasía de Benjamin Appel) que deriva hacia una antiutopía tipo Fahrenheit 451 de Ray Bradbury o 1984 de Orwell, de las cuales es una relectura, agregando capa de contenido tras otra en un hojaldre delicioso y muy recomendable. Y si agrada el desarrollo, el final es aún más palatable. Y ni crean que cometí spoilers.

Portadora de almas, la: Javier Fernández Bilbao (España)
En apariencia no tendría motivos para rechazarlo, el inicio se lee fácil, fluye, y el remate periodístico debería moldear una ruta explicativa a los acontecimientos luctuosos… pero le falta intensidad. Hay clichés (locos dulces e inocentes; monjas humildes y sacrificadas, doctores que semejan santos católicos) que le restan mérito a la composición, es conveniente ofrecer al lector textos transparentes, pero la claridad no debe confundirse con la insipidez y en ocasiones se siente que el relato se desliza a favor de esa disposición, que entonces no llega ser pericia en el arte de manejar la información para nutrir el horror que debería despertar.

Singulares Pautas de Comportamiento a 55 A.L. de la Tierra: Javier Fernández Bilbao (España)
A diferencia del anterior, en este no hay parábolas edificantes con tinte social, empieza con un prólogo trepidante, típico enfrentamiento entre el práctico, rastreador avezado que se enfrenta a la fauna in vivo y el investigador que la enfrenta en el laboratorio in vitro o domeñada, y mantiene la tensión señalando como cada enfoque exagera o minimiza los síntomas de una emergencia. No obstante, supuesto el despliegue de Howard Gardner en la actualidad -y se supone el de sus seguidores en el futuro- es improbable que se mantenga esa división entre “manuales” e “intelectuales”, salvado ese bache, se nota que se redactó con cariño, construyendo con pulcritud los comportamientos biológicos de los animales, el destripamiento de los depredados, los ciclos circadianos, los riesgos que surgen para el explorador sea observante o no, los binoculares como microscopio del cazador, las pautas etológicas preparadas por las relaciones interespecies, aunque no asumidas de igual manera por cada oficio, etc. Es regocijante, a pesar de los cadáveres que lo ilustran, el castigo que recibe el equipo científico engolosinado con la búsqueda de nuevos conocimientos, el humor traspasa las descripciones en una secuencia de desastre inevitable que es una delicia. Burlón y efectivo roza la excelencia.

Zeta, el Poeta de las Con-Solas: Juan Ignacio Muñoz Zapata (Colombia)
A pesar de imágenes audaces y hábil manejo del lenguaje, una cierta confusión lastra a la manifestación ciberpunkie que a ratos surge en el relato, experimenta con el nivel de información que desembolsa y el que escamotea para exigirnos nuestra participación cómplice, en un puente de doble vía plagado de disoluciones digitales, juegos de video, diosa caribeña como quería el maestro Carpentier (me recuerda un par de frases de “El camino de Santiago”: “negras loras o de color de pera cocha, con las nalgas sobrealzadas como sillar de coro” y “A la menuda, cuyas nalgas se sobrealzan como sillar de coro, y apenas si tiene un pelo ralo donde las cristianas lucen tupido vellón”), desheredados harapientos, variopintas especies sentipensantes (chimpancé muy astuto como propone David Brin en la Serie “La elevación de los pupilos”) con sus correspondientes competencias de romances consumados, anillos hipnotizantes en vena de fantasía, jugos intestinales evacuados, para transmitirnos la impresión de un capítulo en una obra más vasta y suculenta.

Amor, de Postre: Antonio Peláez Barceló (España)
A pesar de, o más allá de los intentos de industrializar lo innegable y lo negable, de convertir cada objeto, persona o ser vivo en mercancía, existe una fuerte tendencia a considerar lo natural o lo menos contaminado como el producto que debemos ingerir si de cuidar la salud se trata. Ese es el pivote inicial sobre el cual gira Antonio para abrir la puerta de su cuento… y para recorrer cada uno de los deliciosos momentos que en un restaurante muy exclusivo conforman una cena degustable y opípara como acto previo y propiciatorio a/de una colisión erótica: el aperitivo, los entrantes, especialidades, postres, café, articulados con los momentos del romance y la tecnología de punta para un espléndido servicio, se lee como su tema, con ímpetu gastronómico-amatorio. Por si acaso, paralelo discurre un contrapunto estimulante como paratexto englobador.

Máquina del Amor, la: Sebastián Grimberg (Argentina)
Retoma un tema caro a la CF, y al cine (quien no recuerda la supercomputadora que no puede seguir el ritmo orgásmico de Barbarella), no obstante, la opción asumida por el equipo investigador que crea dicha artefacto parte del extraño criterio de que el amor es un stock y no un proceso de creación voluntario, Erich Fromm terció con ternura no exenta de escrupulosidad y señaló pistas que conducen a un resultado distinto al descrito: estado autoritario, obligatoriedad de uso, rupturas programadas, desilusiones misceláneas. Y mucho más humano. Conste que el relato me parece atractivo, pero no la teoría sustentaría, quizás no sólo soy romántico, sino que comulgo con la ciencia cuando explica que la diversidad y extrañeza del amor no pueden ser enclaustrados en una máquina.

¿Tiene Fuego?: Marina de Anda (México)
Una pesadilla en vuelo, que se torna realidad y descubres que no tienes escape, bien medido, el ritmo es preciso y la cadencia acertada, esa condimentada serpiente que se muerde la cola en el último par de párrafos nos retrotrae a eventos similares en el film “El día de la marmota” o en “Raid Aéreo” de John Varley, rápido como un uppercut en la mandíbula. Por lo del avión me recordó “Venco a la molinera” de Félix Palma.

Ficción Breve 48
- Ultimo acto / Distracción: Julio Carabelli (Argentina): En el primero resuena “El Dinosaurio” de Augusto Monterroso y el segundo es una idea aplicable a la voracidad culinaria, que Hannibal Lecter recogería con placer.
- Tiempo: Ricardo Manzanaro Arana – España
Un clásico científico distraído no extrae ciertas consecuencias de su aparato para enlentecer la duración de los segundos.
- Noticia: Ricardo Manzanaro Arana (España)
Presenta el Apocalipsis desde una versión con sabor acre y ángulo quizás anacrónico.
- Cuota de averías: Ricardo Manzanaro Arana (España)
Sabor a Pohl en “El Toque de Midas”, pero llevado a cabo con ligereza de prestidigitador, muy recomendable
Mi comentario es casi tan extenso como sus microrelatos.
- Circo: Rolando Revagliatti (Argentina)
Oscila entre la confusión surreal y un embozado erotismo, el entorno circense captado con pinceladas bruscas pero no agresivas; en cuanto a los personajes: el enano carraspea y duerme, el público traga pochoclo y observa, el hombre desea y puede, y la mujer, ¡ay, la mujer es un enigma!
- Concierto, el: Juan José Tena (España)
Arranca como un coloquial encuentro para degustar música clásica y culmina sumergido entre estruendo sanguinolento y destrucción. Premonición y el atentado a las Torres Gemelas se mezclan para un resultado eficaz.
- Molinos de Viento: Claudio Biondino (Argentina)
Metáfora que se mueve de lo animado imaginario hacia lo inanimado simbólico, combina la visión del Quijote con la depredación industrial, asumiendo que los gigantes transitan a torres monstruosas devastadoras de cualquier manifestación vital, ingenioso y sápido.
- Felidae: Héctor Horacio Otero (Argentina)
Evoca tanto a Puerta al verano de Robert Heinlein como en cierta forma elusiva -a la manera de los felinos- a Las Puertas de Anubis de Tim Powers, pero con un final trágico, me da la impresión de que pudo ser un poco más dilatado porque uno se queda pensando si la escena de los gatos semidescompuestos es una parodia de momificación (con guiño al dios de los muertos) o un anuncio de castigo (en cuyo caso creo que Bastet tendría que aparecer con cabeza de leona)
- Origen del universo, el: Carlos Almira Picazo (España)
Estimulante inicio, con parareferencias que enlazan literatura (nombre del hotel), premio Nobel (acontecimiento convocante) y ciencia (origen del universo), le saca el jugo al fenómeno de la sobrefusión del agua (con enlace a una idea novedosa sobre el “big bang”), y a un evento azaroso que nos ocurre a quienes coleccionamos libros y solemos recorrer “bazar suelo”, “rambla” “libreros de viejo”, etc. hasta tropezar con los deseados. Las circunstancias parecen anacrónicas y la forma de presentar al relato nos empuja a una realidad alternativa para que suceda, o sea… posee lo que un “corto” debe tener: guts and brain.

Marte Humano: Sergio Alejandro Amira (Chile)
Una enorme deuda adquirimos con Bradbury y también con Burroughs cuando de Marte se trata, ahora hay que agregar a Varley, Kim Stanley Robinson y Greg Bear, cada cual ha aportado una membrana conceptoemocional de la cual no podemos desprendernos con facilidad. Sergio la sabe y juega con esa interpenetración entre mente y pseudorecuerdo para ofrecernos una aventura con sabor a Sheckley y con acabados a lo Connie Willis, a pesar de su introito en apariencia trágico, aún no acabamos de reír con una peripecia cuando ya iniciamos otra igual de extravagante y surrealista, con teleportaciòn, animación de materia humana muerta y reencarnaciones sucesivas, pirámides-madrigueras de seres parecidos a “imbunches” -análogo al presentado por José Donoso en “El obsceno pájaro de la noche”-, razas marcianas, cronodesplazamientos, ajadas reminiscencias del pasado soviético, estatuas semejantes a los moáis de Rapa Nui, diálogos con aristócratas renacentistas, ángel cyborg y entidades lovecraftianas, en fin que en la variedad se encuentra el gusto, el final engancha por ubicarnos con humildad frente a los inconmensurables misterios del universo. No se lo pierda, además de divertido profundo.

En el umbral entre lugares y tiempos: M. Eugenia Pereyra (Colombia)
Conflictos familiares y desapariciones, misterio y secretos, ¿telenovela en ciernes?, claro que no, para evitarlo brotan los rituales druidas y las borracheras ceremoniales, se despliegan el monólogo interior del protagonista y las costumbres del clan; una belleza fría y azulada envuelve las circunstancias y se eleva de las líneas un aliento poético que vibra en mito y sacrificio trágico… pero alguna explicación anexa debería acompañar al texto para saber más acerca de esos dioses y diosas que se inmiscuyen en las existencias de l@s human@s.

Pata de mono, la: William Wymark Jacobs (United Kingdom)
Sabemos que navegamos en aguas clásicas cuando leemos “Un viejo faquir le dio poderes mágicos… hombre muy santo... Quería demostrar que el destino gobierna la vida de los hombres y que nadie puede oponérsele impunemente. Le dio un poder: tres hombres pueden pedirle tres deseos”, su hálito macabro atrae y provoca un repeluzno, pero nos agarra. Y a medida que avanza abriendo la flor de la desgracia en cada uno de los deseos recordamos aquello de “en la realidad nada se consigue gratis” y “ten cuidado con lo que deseas, puedes conseguirlo” y que la ley de la compensación te otorgara en simultánea el éxtasis y la locura, el dolor y el desconsuelo. Si ya lo leíste, no importa, repásalo, el final será otra vez como hielo amargo quemándote la garganta, sobre todo si has perdido a alguien amado.
Star Trek: Silvia Angiola & Adrián M. Paredes
Inauguro, agradeciendo la explicación inicial que me coloca en el sendero temporal de la serie clásica, para enseguida saltar a un universo alternativo donde la historia y peripecias de los personajes serán diferentes y donde el acontecimiento que lo genera queda incluido como un bucle lateral que funciona en exclusiva para desencadenarlo. Este nuevo comienzo permite alterar los límites bajo los cuales se movía la creatividad en la anterior visión de la franquicia y expandirse abracando aspectos que antes estarían negados, y afecta al conjunto, a la velocidad, a las relaciones entre las personas y su entorno, a la tecnología, a los gags, a las reiteraciones y clichés que identifican comportamientos y procesos conspicuos para los fanáticos de la serie y los ocasionales enterados. El estilo musculoso y efectivo del articulo nos conduce al borde de la emoción y cuando remacha con una síntesis potente en el último párrafo nos colma ese corazón trekkie que nos transporta de precuela a película y vuelta a empezar, no se lo pierdan, es más que un comentario cinematográfico acertado, es adrenalina en estado de gracia igual que el film.

Búsqueda de planetas habitables, la - Salir de la cuna: Marcelo Dos Santos (Argentina)
Nos tiene acostumbrados a un nivel tan alto de calidad, que por lo general no pescamos el esfuerzo tras la trama que sustenta sus exposiciones, didáctico y ameno, es una de mis secciones favoritas, he repasado la mayoría de las mismas (sé que me faltan por analizar, pero cuando descubro alguna bajada sin inspeccionar de inmediato me ponga a la faena porque asumo la certeza que me recompensará). Dejando a la deriva por la parte posterior la sección de elogios y fuegos de artificio, pasamos a la esencia: ¿Cuándo será destrozada nuestra civilización por una catástrofe que la extinga?, pregunta clave y que debe espolearnos hacia diversas acciones, quizás simultáneas: salir al espacio exterior, cambiar las características fisiológicas y anatómicas que nos identifican, explorar biotecnologías potenciadoras y encontrar los mejores y más raudos mecanismos de terraformación, etc. como remedio ante la sobrepoblación, el agotamiento de recursos, modificaciones letales en el sol, u otros macroproblemas. Marcelo nos cuenta la excitante búsqueda de planetas similares a la Tierra, y culmina con una vibrante nota de expectativa: el proyecto Kepler quizás pueda decirnos dónde dirigirnos cuando emprendamos la gran migración extraplanetaria. Salud.

Don Ramirito: En el Infierno: FRAGA —algún día conocido como Francisco García Aldape (México)
Sus tiras son sencillas, son graciosas, se leen velozmente, el grafismo con que son concretados es funcional y claro, y son internacionales, sonreímos con sus propuestas sápidas cual si saboreáramos café caliente.

PD: Me he permitido por comodidad, en algunos casos reorganizar la presentación de los comentarios rompiendo el orden del índice, mis disculpas a autores, lectores y diseñadores de la revista.