martes, 25 de noviembre de 2014

Ominosus (E. Bear, C. Kiernan, L. Barron)



"Ominosus. Una recopilación lovecraftiana". Así se titula esta selección de tres relatos publicada en e-book por la exquisita (no se me ocurre otro término) editorial Fata Libelli, a un precio ridículamente bajo, teniendo en cuanta la diagramación del e-book y el trabajo de traducción desplegado. Bien ahí, como decimos en el Perú.

Las colaboraciones, reelaboraciones, homenajes y similares en torno a la riquísima mitología creada por H.P. Lovecraft desbordan la capacidad de lectura de cualquier lector y, me atrevería a decir, en cualquier idioma. Téngase en cuenta que en vida del propio Lovecraft, escritores de la talla de Clark Ashton Smith escribieron relatos que forman parte de los "Mitos de Cthulhu".

"Ominosus" demuestra que el paso de los años cambia nuestra perspectiva y nuestras espectativas respecto a lo que deberíamos esperar de un relato "lovecraftiano". Los tres cuentos publicados por Fata Libelli distan mucho de ser narraciones escritas "a la manera de Lovecraft", que en ocasiones, no han sido sino meras reescrituras de historias tópicas, limitándose algunos autores a trasladar los mitos, o sus monstruos, a geografías y tiempos aparentemente distintos de Arkham o Dunwich, pero que en última instancia, no son otra cosa que nuevas versiones de lo mismo, aunque no por ello carentes de interés.

En cambio, las tres historias de "Ominosus" se alejan de los moldes clásicos del terror, pues han sido redactadas en un estilo mas bien reflexivo e intimista que no deja de ser inquietante, pero que no tiene como objetivo principal generar el susto o el asombro del lector. Al contrario, pueden leerse como reflexiones lovecraftianas en torno a temas como el racismo, la feminidad o qué es lo que entendemos por civilizacion.

El primer relato, "Shoggoths en flor", de Elizabeth Bear, tiene lo que ofrece el título y más. Los shoggoths existen, son lo que siempre se ha afirmado sobre ellos (criaturas creadas por los Grandes Antiguos para servirlos, informes y de inteligencia limitada). Pero, dado que sus amos duermen... ¿a qué dedican su existencia? ¿qué harían si fueran libres? Esas y otras preguntas son planteadas - y acaso resueltas - por el protagonista, un científico afroamericano quien observa en la historia de los shoggoths elementos similares a la suya, a saber, un pasado signado por la esclavitud de sus ancestros y el racismo que percibe contra sí mismo incluso en la actualidad.

El segundo cuento, "Casas en el mar" de Caitlin R. Kiernan, juega a atacar los convencionalismos lovecraftianos en torno al género. Sabemos que en el universo lovecraftiano apenas existen personajes humanos definidos, menos aún, mujeres. ¿Es posible una feminidad lovecraftiana? Las "casas en el mar" aluden a vestigios que, en el relato, son evidencias de ciudades submarinas. La protagonista principal comienza por interesarse en estas casas para luego pasar a convertirse en una suerte de sacerdotisa o emisaria de algún culto antiguo, dando muestras de conocimientos y facultades inusuales. ¿Es lo que se espera de ella, incluso dentro del universo lovecraftiano? ¿No debería dedicarse a servir, simplemente, como se supone hace cualquier "mujer decente", lovecraftiana o no? Doblemente inquietante.

Por último, "El don de la oportunidad" de Laird Barron, de cuidado lenguaje, es el relato que más aparenta ser una historia de terror convencional. Un grupo de leñadores se pierde en un paraje rural, para encontrarse con un poblado de lo más extraño: no hay hombres ni niños a la vista, unicamente mujeres. Y en el centro del poblado hay una construcción extraña, de arquitectura insólita, por decir lo menos. Dos leñadores se han perdido y las mujeres del poblado parecen saber algo. La clave está en el edificio y lo que oculta, evidentemente. Pero más allá de eso, el relato juega a ser un espejo, puesto que su desarrollo nos lleva a un final en el cual podría ser que son mas bien los leñadores quienes se han convertido en una amenaza para el "pacífico" pueblo lovecraftiano (buen detalle el precisar el estado impecable de los caminos y las viviendas). La idea de fondo sería que, de haberse concretado la invasión de los monstruos, estos dejarían entonces de ser una amenaza, por lo que el paso siguiente sería la generación de núcleos urbanos en torno a la monstruosidad. ¿Se puede coexistir, convivir, urbanizar con lo monstruoso?

Del asombro y el horror, los mitos de Cthulhu pasan a lo cotidiano y reflexivo, que no decadente. .Historias para pensar, y mucho.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Drácula desencadenado (Brian Aldiss)



Ante todo, honestidad: se trata de una novela llena de ideas en torno al vampirismo, la evolución, el cristianismo y la era victoriana. También se trata de una novela flojamente escrita, con personajes poco empáticos y excelentes situaciones desperdiciadas. 

Seguimos las aventuras de Joe Bodenland, mejor narradas en Frankenstein desencadenado. En esta ocasión, es un magnate industrial que va a probar un revolucionario dispositivo capaz de "retirar del tiempo" (y del espacio) cualquier clase de materia, como puede serlo la cada vez más creciente cantidad de basura que produce la humanidad (la novela está ambientada a mediados del siglo XXI, habiendo sido escrita en 1991). Al mismo tiempo, recibe una comunicación urgente de su yerno, quien le informa que acaba de hallar, en el desierto de Arizona, dos ataúdes conteniendo restos humanos ... enterrados hace más de 65 millones de años. Y es sólo el principio.

Al parecer, en el principio de los tiempos, la evolución dio lugar a una raza de seres con características poco usuales, los Voladores, probables descendientes de los pterodáctilos, predadores capaces de nutrirse de sangre humana y de transmitir sus características - entre ellas la inmortalidad - a sus víctimas. Por alguna razón, el poder de los vampiros ha decrecido, para ser recuperado en los siglos venideros. Los vampiros dominan nuestro mundo en el pasado y el futuro remotos, bajo el mando del vampiro más poderoso de todos, quien gusta de ser llamado el Conde... o Drácula. Pero la clave de este dominio se encuentra nada menos que en la Inglaterra victoriana, en la mente de un irlandés aquejado de la sífilis contraída en sus innumerables encuentros con prostitutas. Si, se trata del mismísimo Bram Stoker, el autor de la novela Drácula, "un nombre conocido desde las principales ciudades del mundo hasta los rincones más recónditos de las selvas más alejadas", o así lo pone el autor, afirmación con la que no podemos estar más de acuerdo. Stoker se convertirá en el objetivo tanto de los vampiros - quienes quieren evitar que escriba su famosa novela - como de Bodenland, quien necesitará de sus conocimientos para conjurar la amenaza que se cierne sobre el mundo.

Bodenland volverá a viajar en un curioso tren que se mueve a través del tiempo y que es conducido por vampiros (!), deteniéndose en la Inglaterra de fines del siglo XIX, no lejos de la morada de Bram Stoker, quien cuenta entre sus conocidos al doctor Van Helsing - un charlatán timorato e intrascendente -, y a un pobre enfermo de sífilis llamado Renfield. Los posteriores acontecimientos llevarán a Bodenland, Stoker y otros personajes a viajar de un tiempo a otro, con el objetivo de acabar para siempre con los vampiros.

Los cambios de escenario y las situaciones insólitas son numerosos, lo que contrasta con la casi apatía que demuestran los principales personajes ante dichas situaciones. Cuesta creer que un inglés - o una inglesa- de fines del siglo XIX se enfrente, en el transcurso de una semana, a vampiros, viajes en el tiempo y otras situaciones así de inusuales sin demostrar mayor sorpresa o interés. En cambio, los mejores momentos de la novela - desde el punto de vista narrativo - son aquellos en los cuales los personajes discuten o se dedican a perorar en torno a sus ideas, a las que conviene echarles más de una ojeada. Por ejemplo, se plantea que los vampiros son inmortales y poderosos, pero carecen de creatividad e inventiva, por lo que no les queda más remedio que parasitar a los humanos. Se explican también las debilidades vampíricas desde un punto de vista racional, como el temor de los vampiros a las cruces, basado en una visión bastante positiva del cristianismo como una manera de despertar la consciencia humana. O la similitud de los efectos de la sífilis y la mordida de un vampiro en los humanos...

Un poco más de acción habría dado lugar a una novela redonda. Eso sí, es un buen ejemplo de la ciencia ficción entendida como literatura de ideas.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Más que humano/La ballena dios (T.J. Bass)



Más que humano (Half past human)

En 1982, residía en la ciudad de Ica, la cual estaba bien provista de librerías y distribuidoras. Los libros de ciencia ficción, en especial los de la editorial Bruguera, no eran ajenos a sus estanterías. Tampoco uno que otro Minotauro. Por eso, tropezar un día a la salida del colegio con prácticamente todos los libros de ciencia ficción que publicó en su momento la editorial Edaf fue, además de una sorpresa, un motivo de angustia: obviamente, no podía comprarlos todos. Me hice el firme propósito de irlos comprando de a pocos, pensando que, después de todo, muy poca gente lee ciencia ficción… 

La realidad fue otra: en un par de días, no quedaba ni la mitad de esos libros en la vitrina. Reuniendo todas las propinas que podía – en esos años estaba a mitad de la secundaria-, logré comprar tres ejemplares: el maravilloso Zothique de Clark Ashton Smith, el futurista El hombre estocástico de Robert Silverberg y el desopilante Más que humano, de T.J. Bass.

Aclaro que en esa época no existía la internet, y muchos de los autores conocidos de la ciencia ficción eran, aparte quizá de Bradbury, Asimov, Clarke y pocos más, eran reverendos desconocidos para mí. Si, incluso Silverberg. De modo que elegí estos libros por los breves textos que figuraban en la portada. Y no me arrepiento de la elección. Sí me arrepiento de no haber elegido La ballena dios, también de T. J. Bass, continuación de Más que humano, pero es que en ese momento no tenía manera de saberlo.  Además, quería leer cosas diferentes, y dado que sólo podía comprar tres ejemplares, repetir autor era algo impensable.

Luego siguieron semanas de felices descubrimientos.  Acostumbrado a la ciencia ficción pulp de la colección Espacio, con poca experiencia con autores clásicos – básicamente cuentos-, recién tendría la oportunidad de leer novelas de ciencia ficción. Largas, extensas… ¿sería tan gratificante como leer cuentos?

La realidad demostró que sí. Visitar el futuro cercano imaginado por Silverberg me hizo sentir adulto, además de impactado por la trama y los personajes. Pero Más que humano fue la novela que me hizo entender que la ciencia ficción podía llevarlo a uno realmente lejos, muy muy lejos...

La acción se sitúa en un futuro remotísimo, en el que la humanidad subsiste en inmensos conglomerados urbanos llamados con justicia Colmenas. Existen otros seres humanos fuera de ella, a quienes se llama Ojo-de-gamo si son varones, y Ojo-de-vaca si son mujeres. El protagonista de la obra es Tinker, un ciudadano de la Colmena, a quien por azares médicos, se le conmina a reproducirse (!). Dado que Tinker es un “neutro”, es decir, un macho sexualmente inmaduro, deberá seguir un tratamiento para “polarizarse”. Luego de su cambio de fase, por decirlo así, empezará a cuestionar su vida y el propósito de la misma (vivir en la colmena es… indescriptible). Sucede lo obvio: intentará escapar, lo que logrará tras las peripecias de rigor.

Hasta ahí, Más que humano parece una historia típica, el rebelde que cuestiona el orden establecido. Pero hay mucho, mucho más en la novela, que deja en el lector un complejo regusto a extraño, pese a que su autor deja escapar sólidos conocimientos en biología que explicitan más de una costumbre o situación. Por ejemplo, los ciudadanos  se alimentan de comida procesada en forma de tabletas, lo que lleva a que se considere a las ratas (imposibles de exterminar) un manjar exquisito, además de fuente de proteínas “naturales”. El equilibrio  poblacional debe mantenerse estable, por lo que no se considera inmoral arrojar a los niños nacidos fuera de programación por el borde de un muro, suerte de monte Taigeto de la novela, si es que no son recogidos por los funcionarios encargados de exterminarlos, quienes circulan por la colmena vestidos como payasos y ataviados de alegres y brillantes colores.

Además, existen inteligencias artificiales o mecánicas – las mecs – que suelen demostrar más inteligencia y empatía que muchos humanos, pese a seguir una programación específica. Estas mecs juegan un rol aparte, comunicándose entre ellas o estableciendo relaciones más que peculiares con los humanos. 

Una obra que especula con el futuro del hombre, su evolución – o degradación -, las relaciones con las máquinas y nuestro condicionamiento biológico.  De lo más recomendable.




La ballena dios (The god whale)

Tras la lectura de Más que humano (inexacta traducción de Half past human, que además lleva a confusión con la obra de Theodore Sturgeon), transcurrió un interregno de más de treinta años hasta que, gracias al préstamo desinteresado (y devuelto) de un amigo, pude leer la otra novela de T.J. Bass, La ballena dios.

Sin ser una continuación, La ballena dios desarrolla y lleva a sus últimas consecuencias el destino de la Tierra descrita en Más que humano. Gran parte de la acción transcurre fuera de la Colmena, cuyos habitantes están degenerando cada vez más. Mientras tanto, una cosechadora, un cyborg mezcla de máquina y ballena, realiza su trabajo en los solitarios mares terrestres…

¿Solitarios? El mundo está más poblado de lo que parece, y por “humanos” cada vez más increíbles. La acción inicia con un accidente que transcurre en el pasado, cuando un humano  de nombre pierde la mitad inferior de su cuerpo. No queriendo depender de prótesis insensibles, solicita ser congelado hasta que la humanidad descubra una mejor solución para su problema, lo que ocurre milenios en el futuro. Este personaje, que no protagonista de la novela, deberá adaptarse no sólo a las prótesis del futuro – que le dan apariencia de sátiro o de centauro mecánico, sino a esa entidad insólita en la que se ha convertido la humanidad.

Mientras tanto, la Colmena, que aún cuenta con personas inteligentes, descubre esa vida exterior, la cual considera una amenaza, por lo que desarrollará diversos planes para destruirla. Entre ellos, la creación de un campeón llamado ARNOLD (en mayúsculas, porque son las siglas de una entidad creada mediante ARN humano), quien optará por volverse contra sus decadentes creadores, y el otro, recurrir a un desesperado caballo de Troya.

La trama es trepidante y por momentos confusa, destacando el tratamiento que hace Bass de las posibles relaciones (eróticas) entre máquinas y humanos, tema que tratan de manera muy distinta autores como China Mieville o Isaac Asimov.

Nuevamente, destacan los roles que asumen las mecs, entidades mecánicas que interactúan con los humanos de manera poco convencional… Me resultó grato reencontrarme con una de ellas, OLGA, una nave que contiene el germen de la nueva humanidad, mencionada en Más que humano como una nave –diosa.


Destacan los eventuales chispazos de información sobre biología y psicología que desliza el autor, que lejos de ser aburridos infodumps, llevan a más de una reflexión en torno a lo que somos los seres humanos del pasado, presente y futuro. Da para más de una relectura.