viernes, 23 de marzo de 2012

Snow Crash (Neal Stephenson)


Esta novela fue publicada en 1992. En el Perú, estábamos conociendo recién las computadoras personales "compatibles" 386, el sístema operativo de moda era el DOS, las memorias RAM y ROM se expresaban en megabytes y todavía se utilizaban los "floppy disk", que algún despistado intentó alguna vez extraer de su funda, inutilizando así el dispositivo. La internet ni siquiera se imaginaba.
Estamos en 2012, veinte años después de la primera edición de "Snowcrash", y a pesar del tiempo transcurrido, puedo decir que se trata de una novela que no parece haber sido escrita ayer, sino mañana. Tal es su poder prospectivo, además de la desafiante propuesta especulativa que plantea, a saber, la existencia de un virus capaz de afectar no solo a las computadoras, sino a los cerebros humanos, virus que habría sido creado nada menos que en la antigua Sumeria, y que se ha conservado hasta nuestros días (bueno, principios del siglo XXIII).
Y esta parte de la trama parece nada comparada con el resto. Un futuro en el cual los gobiernos prácticamente han caído, y la sociedad se organiza en base a zonas liberadas por franquicias u otras entidades privadas (¿les suena algo lo de "zona liberada" por el narcotráfico o el terrorismo?), ciudades flotantes (la "Almadía") compuestas por cientos de embarcaciones, jefes mafiosos que venden pizzas, mutantes, "skateboards" con ruedas inteligentes, bibliotecarios virtuales y el Metaverso, la realidad virtual en la cual o tienes un avatar (término utilizado por Stephenson en esta novela de 1992) decente o no eres nadie.
Es decir, o Stephenson era un viajero del tiempo o tiene una imaginación que vale su peso en oro, además de una visión que abarca aspectos tanto técnicos como políticos y económicos, de esos que hacen intuir al lector que está leyendo algo más que una aventura futurista, pero que no siempre se puede captar a la primera. O Stephenson estaba muy avanzado ya en 1992, o nuestra educación promedio peruana ha llegado a extremos aterradores en su retraso. De hecho, a pesar de haber leído hace buen tiempo otra de sus obras, La era del diamante. Manual ilustrado para jovencitas, no encuentro aún la manera de comentarla de manera que le haga justicia.
Por otro lado, la aventura que se relata en Snowcrash basta para una lectura gratificante. El personaje principal, Hiro Protagonist (Héroe Protagonista, como lo aclaran todas las reseñas que he leído), es un repartidor de pizzas (sic) que en el Metaverso ostenta el avatar de un espadachín experto en el arte de la espada japonés. Un buen día, encontrará a un amigo suyo en estado catatónico: aparentemente, ha probado una droga que ha dañado su cerebro de manera irreversible. Posteriormente, descubrirá que en realidad su amigo ha sido afectado por el Snowcrash, un virus informático que no sólo afecta a los computadores, sino a los seres humanos. Al tratar de investigar el origen de ese virus, descubrirá el hilo de una madeja que lo llevará a un megalomaníaco líder religioso quien, como no, planea conquistar el mundo, desatando, mediante el Snowcrash, el infocalipsis, una nueva Babel para la humanidad. Sus habilidades como espadachín y motociclista (y sus contactos como repartidor de pizzas), ayudarán a Hiro a enfrentar estas amenazas, conseguir a "la chica" y... bueno, lo que sea que le quede por hacer en ese alucinante futuro creado por Neal Stephenson.
Espadas, pizzas y virus informáticos/neurolingüísticos, sazonados con uno que otro toque de humor (norteamericano)...  ¿qué más se puede pedir?

Daniel Salvo

miércoles, 21 de marzo de 2012

Cell (Stephen King)




Cell
Stephen King
debolsillo
Barcelona, 2008


Aún tratándose de una novela posapocalíptica, resulta refrescante leer a King. Los inicios de la novela son magistrales, con esos primeros instantes que transcurren entre la puesta en escena de algunos de los personajes principales hasta la primera manifestación del hecho anómalo que altera sus rutinas para siempre.
La premisa de Cell es interesantísima: a través de los teléfonos celulares (o móviles) se ha transmitido una señal, denominada El Pulso, que convierte a todo aquel que ha tenido la desgracia de recibirla en una especie de zombie. Los seres humanos afectados por el pulso comienzan a atacar a sus congéneres, a comportarse como animales guiados por los instintos más primitivos. Pueden morir como cualquier ser humano (recordemos que no se trata de muertos vivientes), y conforme transcurre la acción, dan muestras de estarse convirtiendo en una suerte de organismo colectivo, acaso inteligente, pero inmisericorde e incomprensible.
La naturaleza misma de El Pulso no es aclarada. ¿Se trata de un experimento que ha salido mal, de un ataque terrorista, de un nuevo estadio en la evolución humana? Sus efectos, sin embargo, son explicados magistralmente desde el punto de vista de la informática más básica: si el cerebro humano puede asimilarse al disco duro de una computadora, El Pulso ha sido el equivalente a borrar toda la información de ese disco duro, salvo la programación más elemental: sobrevivir.
King mezcla el terror con la ciencia ficción. De un lado, los humanos normales sobrevivientes deben conseguir refugio y aprender a defenderse de los humanos afectados, y de otro, intentar comprender y explicar la situación. Los seres afectados por El Pulso, ya se dijo, no son zombies, y en ocasiones, manifiestan extrañas habilidades (levitación, lectura de pensamiento, proyección de mensajes a través de los sueños, conocimiento de idiomas como el latín). ¿Son monstruos o un nuevo tipo de ser humano?
Con todo y su contenido terrorífico, Cell se decanta más por el lado de la ciencia ficción, puesto que intenta una explicación de lo más inquietante respecto a lo narrado, cómo el uso masivo de ciertas tecnologías puede desencadenar efectos insospechados en sus usuarios, y cómo estos (los humanos) nos parecemos más a las máquinas que creamos de lo que podría pensarse, radicando en esa similitud la esperanza de salvación: toda máquina tiene su fallo. Y serán ciertos fallos que empezarán a mostrar los humanos afectados por El Pulso los que serán aprovechados por los protagonistas para vencerlos, a riesgo de reconocer, no sin cierto pesar, de que se trata de una especie cuya evolución apenas estaba comenzando (uno se queda con la miel en los labios al pensar en una novela basada en la posible evolución de estos “telefónicos”, o en cómo sería describir un mundo así).
Además, las teorías que se esbozan en torno a la naturaleza del ser humano, y las consecuencias que se derivan de la elección entre violencia o racionalidad, son de gran actualidad en una época que parece dominada, efectivamente, por zombies.
Definitivamente, una de las novelas de Stephen King más especulativas que pueda leerse.

Daniel Salvo

domingo, 4 de marzo de 2012

Editorial: ¿Homo homini zombie?



Ante todo, un breve repaso de algunos hechos ocurridos en el Perú entre febrero y marzo de 2012:

- La organización criminal denominada "Maras Salvatruchas" se ha extendido a Perú. Cuentan con página web, incluso.
- La directora de un colegio es asesinada en plena matrícula.
- El terrorista Florindo Florez, conocido como "Camarada Artemio", confiesa haber ordenado 131 asesinatos, a los que denomina "hechos de guerra".

La lista de actos que evidencian las atrocidades a las que puede llegar el ser humano podría extenderse ad infinitum. Bastaría registrar la información que nos proveen los medios a diario. Y siendo sinceros, cabe creer que la situación no es tan novedosa como la plantean los alarmistas. Si leemos entre líneas la historia humana, no podremos negar que es un cúmulo de hechos tan atroces como los consignados líneas arriba.

Pero, entonces, ¿así es la VERDADERA especie humana? ¿Existe una naturaleza humana que, a juzgar por lo comentado, tiende a ser un mono con metralleta antes que un ser sociable e inteligente?

En su recomendable novela "Cell", Stephen King nos describe un mundo apocalíptico en la cual un fenómeno conocido como El Pulso ha convertido a quienes lo han recibido a través de sus teléfonos celulares (o móviles, como les dicen en otros lados), en zombies de conducta salvaje y desatada. No buscan cerebros ni, necesariamente, carne humana. Pero apenas balbucean palabras irreconocibles, se mueven sin rumbo fijo y es imposible razonar con ellos. La humanidad, entonces, se ha dividido entre los "normales" y los "insanos" (recordémoslo: no se trata de muertos vivientes).

Ahora bien, King juega con una idea mas bien espeluznante: que los zombies de su novela no son humanos alterados o enajenados, sino seres humanos que han sido liberados de "todo pensamiento, todo recuerdo y todo raciocinio". Es decir, el ser humano "tal cual", por decirlo de una manera simplista. Pero mejor, leamos al maestro en sus propias palabras: 
"- Me licencié en literatura inglesa, pero de joven leía mucha psicología - explicó el director -. Empecé por Freud, por supuesto, todo el mundo empieza por Freud. Seguí con Jung, luego Adler... y así sucesivamente. Detrás de todas las teorías sobre el funcionamiento de la mente acecha una más fundamental, la de Darwin. En la terminología de Freud, la idea de la supervivencia como primera directriz se expresa mediante el concepto del ello, mientras que Jung emplea la idea más grandilocuente de la conciencia de sangre. A mi juicio, ninguno de los dos cuestionaría la idea de que si a un ser humano se le arrebatara en un instante todo pensamiento, todo recuerdo y todo raciocinio, lo que quedaría sería puro y terrible.
(...)
- Si bien ni los freudianos ni los jungianos lo dicen a las claras, ambos grupos insinúan que cabe la posibilidad de que tengamos un núcleo, una única onda portadora fundamental o, (...) una única línea de código escrito imposible de eliminar.
- La PD - intervino Jordan -. La primera directriz.
- Exacto - convino el director-. En el fondo no somos homo sapiens, pues nuestro núcleo es la locura, y la directiva primordial, el asesinato. Lo que Darwin fue demasiado educado para expresar, amigos míos, es que no llegamos a dominar el mundo por que seamos los más inteligentes ni los más malvados, sino por que siempre hemos sido los cabrones más chiflados y asesinos de toda la selva. Y eso es lo que dejó al descubierto El Pulso hace cinco días.
(...)
- Me niego a creer que fuéramos dementes y asesinos antes de ser cualquier otra cosa - protestó Tom -. Por el amor de Dios, ¿y el Partenón? ¿Y el David de Miguel Ángel? ¿Y esa placa en la luna que dice VINIMOS EN SON DE PAZ POR TODA LA HUMANIDAD?
- Esa placa también lleva el nombre de Richard Nixon - señaló Ardai con sequedad-. Cuáquero, eso sí, pero no exactamente un hombre de paz... (...) no tengo intención alguna de lanzar acusaciones contra la humanidad. Si la tuviera, señalaría que por cada Miguel Ángel hay un Marqués de Sade, que por cada Gandhi hay un Eichmann, que por cada Martin Luther King hay un Osama bin Laden. Ciñámonos a lo siguiente: el hombre ha llegado a dominar el mundo gracias a dos rasgos esenciales. En primer lugar, la inteligencia,y en segundo, la disposición absoluta a acabar con cualquier cosa o persona que se interponga en su camino.
(...)
- La inteligencia humana terminó por imponerse al instinto asesino, y la razón sofocó los impulsos más dementes de los hombres. También eso es supervivencia. (...) La cuestión es que casi todos nosotros habíamos logrado sublimar lo peor que llevamos dentro hasta que llegó El Pulso y lo eliminó todo salvo ese núcleo salvaje. "

(Cell: Stephen King. Plaza & Janés, 2008. pp. 207-209)
Si bien los personajes de King parecen compartir aquello de homo homini lupus, también reconocen el otro lado, la otra cara de la humanidad, la cara que todos admiramos y a la que, al menos formalmente, aspiramos: el ser humano solidario, creativo, inteligente y en constante evolución.

Pero también del párrafo consignado, se deduce algo que puede ser o no esperanzador: King parece caracterizar a los seres humanos como seres de diferentes especies, en realidad. Su descripción de los seres humanos se basa en la estrategia que estos han desarrollado para sobrevivir: la inteligencia... o la disposición absoluta (provoca escalofríos pensar en lo que significa "absoluta") a acabar con cualquier cosa o persona que se interponga en su camino. 

Básicamente, estaríamos divididos entre aquellos que han logrado "sublimar lo peor que llevamos dentro" y aquellos que tienen eso peor que llevamos dentro como un "absoluto" (es decir, absuelto, sín límites). Esto no es más verdad de Perogrullo que decir que ES POSIBLE vivir... en base a la represión.

Fea palabra, ¿verdad? Huele a naftalina, a todo lo peor que también solemos asociar al ser humano (temores, ansiedades, neurosis). Pero la verdad es que todo lo que no sea esa Primera Directriz es represión. Precisamente, King contrapone la inteligencia a la Primera Directriz (que supuestamente todos llevamos en nuestro cerebro), y podría parecer una solución obvia y altamente humanista. Pero, ¿qué es la inteligencia sino el negarnos a dirigir nuestras vidas en base a la Primera Directriz? ¿Qué es la inteligencia, entonces, sino represión?

Tal vez se trate tan solo de terminología. Tal vez en lugar de "represión", deberíamos acudir a un término más preciso y carente de connotaciones negaticas ("control", "capacidad decisoria"). Pero el hecho parece ser que, sin necesidad de influencia alienígena alguna, el ser humano está optando por una conducta basada en lo que parece ser un instinto primitivo (y cuesta creerlo, pero hay personas inteligentes que creen que pueden esperar algo de quienes han optado por la Primera Directriz, como ésta despistada actriz). Si lo expuesto líneas arriba parece algo iluso, lean esto:

"Hoy creo más en El Chapo Guzmán (considerado el narcotraficante más violento y peligroso de México) que en los gobiernos que me esconden verdades aunque sean dolorosas, quienes esconden la cura para el cáncer, el sida, etc. para su propio beneficio y riqueza.

“Sr. Chapo, ¿no estaría padre que empezara a traficar con el bien? ¿con las curas para las enfermedades, con comida para los niños de la calle, con alcohol para los asilos de ansianos (sic) que no los dejan pasar sus últimos años haciendo lo que se les pegue la reverenda chingada, con traficar con políticos corruptos y no con mujeres y niños que terminan como esclavos? ¿con quemar todos esos ‘puteros’ donde la mujer no vale mas que una cajetilla de cigarros?” (Kate del Castillo, en su cuenta de twitter)

En "El día de los muertos vivientes" (1985) de George A. Romero, se insinúa la posiblidad de comunicación entre seres humanos y zombies (posibilidad que se trunca más por culpa de los humanos que de los zombies). ¿Podríamos asimilar ésta solicitud de Kate del Castillo a un narco para que "trafique con el bien" como un intento de comunicación entre las dos ramas principales en las que parece haberse dividido la humanidad? ¿Es una ingénua esta dama? ¿O, como muchos, ha tirado la toalla y ha decidido que lo mejor en contemporizar y aceptar a un cártel criminal como una fuerza política, como parte de la sociedad, en lugar de un elemento antisocial?

Como siempre, parece que nuestras opciones se reducen a dos: sobrevivir civilizadamente (mediante la inteligencia)... o dejar libre al zombie que llevamos dentro. Y si nos atenemos a las noticias consignadas al inicio de esta nota, parece ser que los zombies se están convirtiendo en la mayoría dominante.

Si es que no lo son ya.


Daniel Salvo

viernes, 2 de marzo de 2012

Proyecto Apocalipsis (Andrés Olave & Eduardo Cuturrufo)



(Reseña de  Julio Meza Díaz)


Proyecto apocalipsis



Andrés Olave y Eduardo Cuturrufo

Proyecto Apocalipsis

Ediciones Cinosargo

Arica, 2011, 134 págs.



“Me enfrentaré a ustedes con ira, y los castigaré siete veces más por sus pecados. Comerán la carne de sus hijos y la carne de sus hijas. Destruiré sus torres, abatiré sus altares, amontonaré sus cadáveres sobre los cadáveres de sus ídolos, y yo mismo los aborreceré. Reduciré sus ciudades a escombros y devastaré sus santuarios. Asolaré la tierra, y quedarán atónitos y desenvainaré la espada en pos de ustedes.

Su tierra será un yermo y sus ciudades una ruina”.



Con este epígrafe del Levítico, libro del Antiguo Testamento y el Tanaj, comienza Proyecto Apocalipsis, novela de acciones trepidantes, humor reivindicatorio y elaboración simbólica. Escrito a cuatro manos, pertenece a la ola cada vez más grande de publicaciones latinoamericanas que apuestan por la ciencia ficción, género que, hasta fines de la década de los 90, era entendido como menor.



Si bien son varios los elementos a rescatar de Proyecto Apocalipsis, los que siguen podrían considerarse como los más importantes; pues permiten que la novela sea entretenida y a la vez alimente el juicio crítico del lector.



Evangelium

La anécdota que moviliza la narración es muy parecida a la de la serie manga de TV Neon Genesis Evangelium (también conocida solo como Evangelium). En esta la humanidad sufre los ataques de unos seres denominados “ángeles”. En Proyecto Apocalipsis, Jesús desciende del cielo y, mientras los creyentes se arrodillan envueltos en fe, el hijo de Dios extiende los brazos y “desde sus manos abiertas –aún con las llagas de la crucifixión– saltaron bombas nucleares rumbo a todos los rincones del mundo”. Luego de la catástrofe, el ejército de Dios, también conformado por ángeles, se abalanza para diezmar a los escasos sobrevivientes.



No obstante la similitud, Proyecto Apocalipsis no profundiza en la construcción de sus personajes a la manera de Evangelium. Más bien apuesta por la alegoría política y echa mano del humor. Tal como se expondrá adelante, estas características impiden que la novela sea epigonal y la convierten en un texto con valiosos rasgos propios.



Lirismo funcional y diálogo

Proyecto Apocalipsis está organizado en cuarenta y ocho escenas, las cuales, por su brevedad, generan una lectura tensa. Debido al grueso número de personajes, se opta por narrar los hechos de forma paralela, sobre todo en las páginas finales, cuando ocurre la batalla en Jericó y se intenta rescatar a Anna. Aunque el tiempo se desenvuelve linealmente, esto se quiebra en un único momento para subrayar la perspectiva ideológica del libro.



A causa del contexto bélico, los personajes están divididos en dos claros segmentos: la resistencia humana, que vive bajo tierra; y las huestes de Dios, que “con flamígeras espadas planeaban sobre el cielo enrojecido en busca de infieles a quienes exterminar”. Si bien el motivo de la segmentación es justificado, una de las fallas de la novela se encuentra en este maniqueísmo, el cual, sin embargo, se atenúa por la paradójica tarea de los ángeles (que, pese a ser entidades puras según los cristianos, en Proyecto Apocalipsis ejercen el rol de emisarios de la muerte) y por el cambio que se da en el ángel Ostrogodo Pacem, luego de que su cuerpo fuera tomado por el espíritu de Lobsang, miembro de los rebeldes.



Uno de los logros de Proyecto Apocalipsis es su lirismo funcional, el que, además de ampliar el espectro de voces de la novela, consigue sobre todo darle un mejor acabado a las atmósferas, sin interrumpir el fluido de la narración. Este recurso se vuelve particularmente interesante cuando las acciones se focalizan en Hikaru, el protegido de la diosa Amaterasu. Basta un extracto para graficar lo sostenido. “Lo que ves realmente no lo ves hasta que comprendes que hay algo más [le dice su padre a Hikaru mientras juegan Go]; en las sombras, en la luz. La imagen nítida de la realidad es casi Vacío. No te dejes engañar por la tendencia innata a generalizar, no es vacío porque siempre hay algo. Estamos nosotros, casi vacíos pero aún somos algo, está la voluntad, el espíritu, la mente; está el amor. Estas existencias, debes comprender, pertenecen a lo que llamamos casi vacío y lo llenan”.



En Proyecto Apocalipsis se aprecia también un elaborado aprovechamiento de los diálogos. Los ángeles y los oficiales del ejército de Dios son “Hijos del Cielo”. Los humanos provienen de distintos lugares (por ejemplo, Rusia y el Tibet) y son los descendientes de los pocos que lograron salvarse del bombardeo nuclear acaecido cientos de años antes. En este panorama, ninguno de los personajes arrastra una forma de hablar que pueda ser contextualizada con precisión. Sin embargo, los diálogos funcionan en armonía con el resto de la obra. Esto se debe a que en Proyecto Apocalipsis las acciones se dinamizan a partir del intercambio de palabras. No afecta en nada que, por ejemplo, el último ruso de la historia, Koteopolus Sychov, se exprese del mismo modo que el Supremo Inquisidor de los ejércitos angélicos del Hemisferio Norte, Tomas de Torquemada. Lo que importa es que el encuentro de ideas de Koteopolus Sychov y el tibetano Lobsang Hammpau abre el camino hacia la batalla en Jericó y la realización de El Talón de Aquiles, que es el último intento por vencer al poder omnívoro de Dios.



El humor

En Proyecto Apocalipsis el humor es una herramienta de dos caras: impide la indignación ciega y posibilita la denuncia sin caer en la propaganda.



Mediante el humor, los lectores perciben mitigados los sufrimientos de los personajes humanos. Se sabe que la resistencia casi no tiene oportunidades de vencer. Sin embargo, esto se acepta sin rabia gracias a situaciones como las que atraviesa Koteopolus, quien, luego de preguntarle a su computadora si el plan Talón de Aquiles tendrá éxito, recibe por respuesta lo siguiente: “Tus opciones son: morir de inmediato o un poco más tarde”.



Por otra parte, el humor evidencia la estupidez del poder absoluto detentado por las fuerzas celestiales. Ningún personaje es tan soberbio como Santo Tomas de Aquino. Y sabemos de él debido a sus reacciones agresivas, como la que exhibe frente a la secretaria del Doctor Asclepio, a quien, por hacerle esperar cinco minutos, “vociferaba en su cara insultos de grueso calibre en idiomas que hacía mucho se consideraban extintos”.



Proyecto apocalipsis y la ciencia ficción

Si se adopta lo sostenido por Lola López Martín, quien indica que algunas características “paradigmáticas de la literatura hispanoamericana de ciencia ficción del siglo XXI [son]:… La noción de las paraciencias y las doctrinas del ocultismo como auténticas ciencias… La ciencia [que] puede ser compatible con otras disciplinas que no entran en el orden de lo “positivo”; se debe asumir que Proyecto Apocalipsis es un reciente ejemplo de las novelas de ciencia ficción que se han escrito en nuestros países.



La paraciencia y el ocultismo son las principales armas de la resistencia humana. Su descripción se encuentra desde las páginas iniciales de la novela. Koteopolus Sychov recibe en su Ipad con conexión a la intranet la información necesaria para realizar El Talón de Aquiles. Y de inmediato, para que la empresa se realice con éxito, Koteopolus se purifica lastimándose con un látigo de cuero. El Bokor resucita a los miembros caídos de su tropa personal mediante ritos que implican el uso de la sangre de gallos y cerdos sacrificados. “Sin embargo, la resurrección no siempre salía como se planeaba y algunos cuerpos revivían de forma defectuosa, seres inferiores a zombis, que apenas podían ser utilizados como bestias de carga”.



Estos elementos descritos coexisten con artefactos que poseen características tecnológicas posibles (por lo menos en teoría). Un ejemplo es La Jesuítica. Con forma de Jesús, es una nave espacial de tres kilómetros de alto, 500 mil toneladas y gigantescos motores antigravedad. Por sus manos dispara misiles con cabezas nucleares.



Alegoría

Proyecto apocalipsis es una novela de claro propósito alegórico. Dios puede ser leído como un dictador; el empleo de un “protocolo anti rebelde”, como las normas represivas dadas por el sátrapa; la “incapacidad de autocrítica”, como la ceguera que produce el poder absoluto; la larga tortura que sufre Anna, como la violencia que aplica el régimen a sus enemigos; la seguridad anímica de las tropas angélicas, como la soberbia que genera el monopolio de la fuerza; la aparición de un ejército de esqueletos, como los familiares de los desaparecidos que exigen justicia.



La naturaleza alegórica de Proyecto Apocalipsis es sintomática. El año pasado, en un coloquio internacional sobre literatura fantástica celebrado en Lima, se concluyó que, entre otros aspectos, lo que caracteriza a los géneros fantástico y de ciencia ficción en Latinoamérica es su vocación no evasiva o, más bien, de retorno a la realidad.



Esto se aprecia muy bien en Proyecto apocalipsis. No solo hay guiños que refieren a la dictadura de Pinochet o su trágica secuela (el empleo de una suerte de estadio de fútbol como espacio para el sufrimiento; la descripción de Dios como un general retirado que, desde algún lejano lugar, “regía su potestad insuperable” ), sino también la mención poco velada a Antofagasta, Chile, a donde llegan los miembros de la resistencia para perpetrar el que quizás sea el último intento por alcanzar la libertad de los seres humanos.



El resultado es trágico y a la vez alentador. La alegoría se cierra con una apuesta a favor de la lucha continúa contra toda clase de tirano.



Novelas latinoamericanas sobre dictaduras

¿Por qué de una u otra forma se siguen escribiendo? Luego de analizar las novelas El otoño del patriarca, El recurso del método y Yo el Supremo, hace más de treinta años Mario Benedetti se hizo una pregunta semejante: ¿porqué la asunción simultánea del tema? Su respuesta fue la siguiente: “Que tres notables novelistas como García Márquez, Carpentier y Roa Bastos, hayan coincidido en elegir la figura (promedial o histórica) de un dictador del pasado, es un categórico juicio sobre el presente, desgraciadamente pródigo en esos padres putativos de la tortura que, como el personaje de Roa Bastos, admiran al “matador de cisnes, ese extraño asesino que mata a los cisnes para oír su último canto”. Pero también es una alerta sobre el futuro”.



El futuro del que hablaba Benedetti es nuestro hoy, una Latinoamérica en la cual algunos países experimentan los ecos vivísimos de las dictaduras de su pasado reciente, y otros soportan a envejecidos o nuevos tiranos que, tras una mentirosa fachada democrática, intentan aferrarse al poder y sus suntuosos beneficios.



Proyecto apocalipsis es una novela que debe leerse por varias razones. Una de ellas es por su juicio sobre el ahora y su alerta sobre el futuro (que ojalá sea distinto a nuestros días).



Julio Meza Díaz





Otros comentarios sobre la novela: